5 de febrero de 2013

0917- IGLESIA CATÓLICA Y CELIBATO.

El celibato nunca fue norma impuesta por Dios. En un momento dado Jesús le dice a Pedro: "Nadie que haya dejado casa, mujer, hermanos, padres o hijos por el Reino de Dios, quedará sin recibir en el presente y en el mundo venidero" (Lucas 18, 29-30)
Muchos han escrito incluso que María Magdalena vivía con y para Jesús, aunque lo único cierto y expresado en los Evangelios es que, al poco de resucitar, lo halló María Magdalena y al verle se abalanzó sobre Él, que apartándola suavemente le respondió: "No me toques, que aún no he subido al Padre" (Juan 20,17) 
Simón Pedro, hijo de Jonás, continuador de la obra de Jesucristo y considerado por tanto primer Papa de la Iglesia Católica, tenía mujer y una hija llamada Petronila. De hecho, vivían todos en casa de su suegra, en el pueblo de Cafarnaúm, antes de seguir a Jesús y aún después. Simón era entonces pescador. Cuando Jesús le conoció le dijo que, en adelante se llamaría Kefas (Piedra/Pedro) y sería pescador de hombres. 
Tiempo después, viendo en Pedro al continuador de su obra, puso la mano en su hombro diciéndole: "Sobre esta piedra construiré mi iglesia".

Según la biblioteca gnóstica de Nag Hammadi, el evangelio de Felipe dice:
"La compañera <de Cristo es María> Magdalena. El Señor la amaba <a María> más que a <todos> los discípulos y la besó <en la boca> repetidas veces. Los demás dijeron: ¿por qué <la quieres> más que a nosotros?. El Salvador respondió y les dijo: ¿A que se debe el que no os quiera a vosotros tanto como a ella?". (Ev.Fe 55) 
Desde el comienzo, el Creador los hizo varón y hembra y les dijo: "el hombre dejará a su padre y a su madre, buscará mujer y los dos harán una sola carne..." Porque hay eunucos que nacieron así del seno materno, otros fueron hechos por los hombres y otros se hicieron a sí mismos por medio de la continencia voluntaria, siendo todos hijos de Dios. Y si tiene mujer, que sea una sola y que sepa gobernar su casa y mantener a los hijos en la  buena crianza y en la obediencia ya que, si no lo hace así, ¿cómo podrá guiar la Asamblea de Dios?.

La Historia nos cuenta que, al menos 16 de los Papas de la Iglesia Católica fueron casados, tuvieron amantes, tuvieron hijos o eran hijos de sacerdotes...
001 - Pedro - Casado y con hijos. 
037 - Dámaso - Hijo de sacerdote.
039 - Anastasio - Padre de San Inocencio.
040 - Inocencio - Hijo del Papa anterior.
042 - Bonifacio - Hijo de sacerdote.
048 - Félix II - Hijo de sacerdote y padre de dos hijos.
052 - Hormisdas - Ordenado Papa estando casado.
057 - Agapito - Hijo de sacerdote.
073 - Theodoro - Hijo de obispo.
106 - Adrián II - Casado antes de ser Papa, mantenía esposa e hija en la residencia papal.
119 - Sergio III - Amante de Marozia Spoleto. Hijo de ambos el futuro Papa Juan XI.
125 - Juan XI - Hijo del Papa Sergio III. Nominado al papado por su madre.
130 - Juan XII - Muere por paliza del esposo de su amante que les pilla en la cama.
137 - Juan XV - Hijo de sacerdote.
144 - Juan XIX - Abdica para casarse. Vuelve y vende el trono. Regresa por tercera vez.
000 - Juan XXIII - (1410-1415) Amante de su cuñada y seductor de cientos de mujeres.
214 - Alejandro VI - Dos amantes fijas y padre de 5 hijos reconocidos.
216 - Julio II - Padre de varios hijos.

Naturalmente esto no es más que la punta del iceberg. Los casos más claros y del dominio público. Aquellos que los mismos interesados no se preocuparon de esconder. Sin embargo poco o nada se sabe a partir del siglo XVI cuando tras el papado de Julio II (1503-1513) los Papas parecen volverse más discretos y las indudables ligerezas de estos personajes quedan en el anonimato o en puras suposiciones de difícil comprobación. 
Tal como se pone en boca de Jesús en el párrafo primero, que un sacerdote tenga casa, mujer e hijos no tiene el por qué hacerlo peor sacerdote. 
Ya en el siglo XXI los dirigentes de la Iglesia Católica harían bien en autorizar a sus sacerdotes la formación de familias normales como desde siempre han permitido otras muchas religiones. Somos muchos los que pensamos que quizás esa medida podría evitar muchos de los abusos que desde siempre han salpicado una religión demasiado perfeccionista en su fachada y que, en la trastienda, ha caído en todos los pecados de la Ley de Dios y en algunos de los propios hombres. Justamente el amor, como bien dice la palabra, nunca es pecado.

RAFAEL FABREGAT

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