10 de septiembre de 2012

0791- APUNTES SOBRE EL CALIFATO DE BAGDAD.

Hasta mediados del siglo VIII poco o nada se supo de los abasíes pues no se distinguieron por causa alguna. Descendientes de Abbás (566-652), tío del profeta Mahoma, habían apoyado siempre al califa Alí y aunque no tenían relación alguna con los omeyas, habitaban en la aldea de Humayma, en Palestina. El factor que les situó en la cúspide del poder fue justamente el saber sacar provecho de las facciones contrarias a los omeyas y cuyo ideario era que el peso del califato debía sustentarse sobre los descendientes de Mahoma. Sin embargo ya habían sido muchas las revueltas anteriores que finalizaron con la muerte de los instigadores y no querían caer en los mismos errores. Marcharon a la región fronteriza de Jurasán, núcleo poblacional de multitud de árabes emigrados y por medio de su portavoz Abú Muslim proclamaron a los cuatro vientos que los omeyas solo habían traído la opresión del pueblo musulmán y que solo un miembro de la familia del profeta vengaría las atrocidades cometidas y daría nueva luz a la comunidad. 

El instigador de la campaña era el abasí Ibrahim ben Muhammát ben Alí, biznieto de Abáss y jefe del clan abásida, que esperaba el resultado de los acontecimientos en Humayma. Abú Muslim consiguió reunir un gran ejército que, aprovechando la caótica situación del califato de Marwan II, conquistó las ciudades de  Merv y Kufa. Sin embargo Ibrahim fue capturado y asesinado tras lo cual tomó el relevo su hermano al-Saffah que, tras la entrada de los rebeldes en Kufa le nombran califa (750-754). Eran muchos quienes no conocían las intenciones de la familia abásida de situarse en el poder y algunos quedaron decepcionados. Al-Saffah contrarrestó esa pérdida de apoyos conquistando la voluntad de los jefes militares omeyas que tras la derrota se pusieron a disposición del nuevo gobernante. Ese apoyo demostró ser de gran utilidad cuando a la muerte de al-Saffah cuatro años después, se planteó la sucesión. Eran candidatos su hermano al-Mansur y su tío Abdalah. La disputa se decidió por las armas y quedó proclamado califa al-Mansur (754-775), gracias también al apoyo que le brindaron Abú Muslim y sus jurasaníes. 

Bagdad
Conocedor del gran poder que tenía, tanto en Persia como en Transoxiana, y temeroso de que le arrebatara el califato, Al-Mansur ejecutó a Abú Muslim y, para evitar nuevas revueltas contra su persona, encarceló a muchos de sus tíos y familiares a quienes acabó matando, así como a algunos de sus allegados. A pesar de su dureza la Historia le debe grandes cosas. En el año 762 fundó la ciudad palaciega de Madinat as-Salam y trasladó allí la residencia imperial desde Damasco. Con el tiempo, aquella ciudad tomaría el nombre de BAGDAD. Gracias a su tolerancia frente a persas y omeyas, durante su reinado floreció la literatura islámica y los estudios coránicos. Dicho movimiento cultural impulsó también la conversión al islam de gran cantidad de gentes que estaban hasta entonces fuera del mundo árabe y la expansión del islam se hizo imparable. 

Mezquita de Córdoba.
Al-Mansur murió el 21 de Octubre del 775 en el transcurso de su peregrinación hacia la Meca. Le sucedió su hijo Muhammad al-Mahdí (775-785) y a éste su hijo Musa al-Hadi y después su hermano Harún al-Rahsid (786-809) que llega al apogeo de la Dinastía Abasí y que iniciaría también su decadencia.
Las rebeliones se sucedieron sin descanso. Bizantinos y bereberes se negaron a pagar sus tributos y muchos de estos episodios fueron sofocados con contundencia. Aunque siguieron tiempos de paz, quedaba marcada la decadencia del califato. Se sublevó Samarcanda y se independizaron Ifrigiya, al-Andalus y Transoxania. 

Alambra de Granada.
No se puede negar que la Dinastía Abasí creó una gran civilización, donde florecieron todas las artes, la medicina y las matemáticas. Decenas de minúsculos lugares fueron convertidos en importantes ciudades donde los centros culturales y el comercio enriquecían a sus gentes en lo intelectual y en lo económico. BAGDAD fue centro comercial y brilló culturalmente hasta metas inimaginables en tiempos anteriores. 
Sin embargo todo tiene su fin. 
Con los abasíes en el poder, el omeya Abderramán I se trasladó a Al-Ándalus y se proclamó emir de tan vasto territorio. Sus descendientes fueron sucediéndose creando un califato totalmente independiente de Damasco que gobernó al-Ándalus hasta su disolución en 1.031. Pero claro, esa es otra historia... 

RAFAEL FABREGAT

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