3 de abril de 2012

0645- CRACO, CIUDAD FANTASMA.

Parece mentira, pero estas cosas ocurren. 
No con mucha frecuencia un lugar emblemático y que fue centro de poder en tiempos pretéritos, deja de serlo hasta el punto de su total abandono. 
A orillas del mar Tirreno, en el sur de Italia, se encuentra la antigua región de Lucania con 10.000 Km2. y un total aproximado de 600.000 habitantes. Son realmente dos provincias italianas: Matera y Potenza. 
Sus primeros habitantes conocidos fueron los Lucanos, pueblo proveniente de la región vecina de Campania, al noroeste de Lucania y que se instalaron en el siglo VII a.C. conviviendo con algunas colonias de Griegos y de Aqueos, junto a otros colonos procedentes de Asia Menor.

Tras la conquista romana de Tarento en el año 272 a.C. éstos se extendieron por toda la región, explotando los recursos forestales, motivo por el cual en el siglo II a.C. los lucanos se aliaron con Aníbal durante de II Guerra Púnica a fin de liberarse del dominio romano.

La presencia romana no cesó y finalmente los lucanos llegaron a formar parte de la III Regio del emperador Augusto. 
A finales del siglo V Lucania estaba totalmente cristianizada.
Sin embargo la región fue constantemente ocupada por diferentes invasores. 
Bizantinos, Ostrogodos, Longobardos e incursiones sarracenas obligaron al abandono de las zonas costeras y nuevo emplazamiento en las áreas más montañosas. 
En el siglo IX Lucania formó parte del principado de Salermo y a partir del siglo X cambia su denominación por Basilicata por estar la región bajo el dominio del obispo de la Basílica de Acerenza y así aparece en el catálogo de los barones normandos del año 1.154. A partir del siglo XI depende del Sacro Imperio Romano-germánico y en el siglo XIII la ocupación del Reino de Nápoles por los Angevinos desembocó en el sistema feudal, momento en el que dejamos la historia de la región para pasar a la del municipio de Craco, motivo de esta entrada.

En el Valle de Cavone tenemos este pueblo fantasma. Craco, repito, pertenece a la provincia de Matera y a la región de Basilicata.

Su abandono es de tal magnitud que ni un solo vecino habita dicha población a pesar de que, en sus inmediaciones, sí hay viviendas ocupadas temporalmente o de forma continuada. Aparte las naturales incomodidades de cualquier pueblo medieval de calles estrechas y empinadas, el lugar está situado en zona de gran influencia sísmica, principal causante de los derribos existentes y de su total abandono. A medida que las casas iban cayéndose, ya no se rehabilitaban y así hasta su último habitante que viejo, cansado y enfermo, marchó el año 1.975 para pasar los últimos días de su vida con los hijos. Hacía ya muchos años que el resto del pueblo había marchado a zonas donde la vida era más fácil.

El pueblo sigue despertando el natural interés de turistas y domingueros que cada fin de semana viajan hasta allí, recorren sus estrechas calles y se asoman a las puertas de sus derruidas casas en busca de aventura o de algún viejo utensilio que les sirva de souvenir de la visita realizada. También llegar hasta la cima del castillo es una meta obligada, por haber dado cobijo a algunas de las familias más poderosas del sur de Italia. Desde lo alto (400 metros) la vista es espectacular debido a la amplitud del ángulo de visión, tan importante en los tiempos en que las incursiones de enemigos era tan frecuente. Existen indicios de actividad en esta ciudad del año 1.276 a.C. lo que asegura que entre sus paredes se esconden multitud de historias y leyendas que nunca podrán ser conocidas.


Aparte el castillo que corona la población, también la iglesia de San Nicola mira desde lo alto a lo que antaño fue un pueblo vivo, plagado de niños que correteaban por sus empinadas calles. Para aquellos que puedan pensar, al ver tanta desolación, que estamos hablando de un mísero pueblo de montaña hay que decir que varios eran los palacios y las familias nobles que compartían vecindad en esta villa medieval. Prueba de ello son las ruinas del Palazzo Grosi, el de Madonna, el de los Carbone o el de los Simonetti, todos ellos guiando al visitante hacia la cumbre donde se encuentra la fortaleza del que sería sin duda el Gran señor del lugar. También entre tanta destrucción y en lo alto destacan las ruinas del convento de San Pedro. Abajo, con el viento incesante, el chirriar de puertas y ventanas medio rotas y entreabiertas produce ruidos fantasmagóricos.


Aunque el abandono empezó a hacerse visible en las primeras décadas del siglo XX, en esas fechas la villa todavía era un lugar habitado por varias familias y por lo tanto bullicioso y agradable.

En el caso de haber visto la película "La Pasión de Cristo", de Mel Gibson (2001) el pueblo puede resultarnos familiar puesto que gran parte del rodaje se llevó a cabo entre las paredes de esta localidad medieval. 
Punto culminante del rodaje en Craco fue la crucifixión de Jesucristo. 
Durante el rodaje de las diferentes escenas aparecieron unos hombres vestidos de blanco que daban consejos de como rodar la película; lo curioso es que nadie conocía a estos hombres y que cuando acabó el rodaje nadie más los volvió a ver...(?)

RAFAEL FABREGAT

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