7 de diciembre de 2010

0213- LOS SASTRES DE CABANES.

Es increíble que profesión como ésta haya pasado a la historia, pero así es. No solo aquí, en un pequeño pueblo de apenas 2.500 habitantes; también en Castellón capital, es difícil encontrar un sastre para que te haga un traje a medida, siendo como era una cosa tan normal (y tan bien pagada) apenas unas décadas atrás. Son las "cosas" del pret a porter.
Actualmente los establecimientos de solera, te admiten el arreglo de bajos, mangas, etc. pero hace unos años esos mismos establecimientos tenían en nómina prestigiosos sastres que con mucho mimo y profesionalidad te hacían un traje completo a medida, algo caído totalmente en desuso en este momento por el encarecimiento de la mano de obra. Entonces tampoco es que fuera barato, pero eran precios más asequibles.

Eso, prácticamente, ya no existe. Algún sastre quedará en Castellón, no digo que no, pero más bien escasos y tan solo dirigidos a la confección de trajes de novio o de la élite local, consiguientemente a precios desorbitados, de los que clientes normales huyen despavoridos.
Cabanes, imagino que como cualquier otro pueblo de la comarca, ha tenido buena oferta al respecto, especialmente en el apartado de camisería y pantalones; no tanto en el de traje de chaqueta, aunque también. De todas formas, en aquellos tiempos el pantalón era la prenda por excelencia. Encima, una camisa primero y un jersey después completaban el atuendo. La chaqueta, llamada "americana" prácticamente no se llevaba. El primer sastre que recuerda un servidor, quizás por las muchas visitas que hacíamos a su taller, era el abuelo materno de "Rodolfín el de Caragol". 

Nosotros, niños de 6/8 años íbamos a buscar al amiguito y casi cada día pasábamos por aquella habitación llena de telas y retales, con aquel olor especial a tela sin estrenar. El matrimonio vivía y trabajaba en la casa que ocupa actualmente la viuda de Vicentico el de Pura y su familia, en el número 6 de la calle Delegado Valera.
Naturalmente estaba también mi tío paterno Manuel el Sastre, hermano de mi padre, que tenía casa y taller en el número cuatro de la calle hoy llamada del Cid Camperador, muy cerca del Ravatxol y que actualmente ha doblado su longitud al llegar hasta la calle de Escultor Maurat, antes un simple camino. Obligatoriamente los números habrán cambiado puesto que su ampliación se ha realizado en sentido contrario a la calle inicial. Primeramente en la plaza Virgen del Buensuceso y posteriormente en la calle de San Vicente llevó a cabo el mismo oficio Arturet el Sastre, también dedicado principalmente a la confección de pantalones, con una gran aceptación y larga lista de clientes que avalaban su buen hacer y la amabilidad que ha tenido siempre con su clientela y con toda la vecindad.

Sastre de "mayor altura" llegó algunos años después a Cabanes, de la mano de Fernando Safont. El hombre era (y es) extremadamente bajito y debido a ello todo el mundo se refería a él con el apelativo de "el Sastret", sin que muchos vecinos conocieran ni siquiera su nombre de pila. De todas formas, el hecho de aplicarle ese diminutivo sería por su baja estatura y no porque lo hicieran de forma despectiva. Según los comentarios de la época, era el único sastre local capacitado para confeccionar correctamente trajes completos a medida (pantalón, chaleco y chaqueta) por lo que, a pesar de ser forastero, prontamente fue reconocida su valía y el trabajo empezó a llegarle. Como era habitual, también él contaba con variada oferta de diferentes telas para trajes, por lo que el negocio duplicaba los beneficios. Sin embargo, como tantas veces hemos dicho, en este mundo nada es para siempre y hacia los años 60 el pret-a-porter empezó a invadirlo todo.
Primero en Castellón capital y posteriormente en "les botigues" del propio Cabanes, todo podía adquirirse en una completa oferta de ropa de diferentes modelos, tallas y variedad de telas y colores. 

Pantalones, chaquetas, jerseys, camisas, etc. de todas las tallas estaban al alcance de la mano, a disposición inmediata del cliente, sin esperas ni medidas que tomar; de hoy para hoy. La prenda confeccionada no era en absoluto comparable a la realizada expresamente para uno, pero la inmediatez era su poderosa arma de venta. La profesión de sastre quedaba herida de muerte, como quedaba también malherida la de las numerosas modistas dedicadas a la confección de prendas femeninas que abundaban en todos los pueblos de España y también en Cabanes. Para entonces ya hacía algunos años que el abuelo de Rodolfín había fallecido. Su hija, marido e hijos, antes viviendo en número 42 de la calle del Carmen, esquina General Moscardó (hoy carrer Nou), habían marchado a Benicarló, donde su hermano tenía un estudio fotográfico y donde en diferentes trabajos recompondrían su vida. Mi tío Manuel el Sastre, también se jubiló pronto dejado su profesión en manos de su hijo Artemio que, aunque ayudado primeramente por su madre (altamente avezada al oficio), no disfrutó precisamente de exceso de trabajo

Fernando "el sastret" se montó un granja de cerdos a las afueras del pueblo y colgó las tijeras, guardando en un desván las máquinas de coser.
Arturet, altamente estimado por su clientela aguantó el rigor de la fuerte competencia que la palabreja (pret-a-porter) infringía al sector pero, finalmente, también tuvo que colgar las tijeras. La profesión quedaba cerrada sin remisión, por el escaso trabajo y el exceso de fiscalización. Alguna modista resistió algún tiempo más pero ya con un trabajo escaso que obligó prontamente a trabajar a escondidas o para algún mayorista de la capital. En épocas anteriores el cierre hubiera sido más lento, pero la imposibilidad de atender los impuestos requeridos para tener abierto el negocio lo hacían económicamente inviable.

Así murió en Cabanes (y en buena parte del mundo) la profesión de sastre, como posteriormente lo ha hecho la de los muchos establecimientos minoristas de confección que siguieron a éstos. La globalización hace que los países subdesarrollados tengan en este momento las mejores armas para ejercer esa competencia que, aunque legal, yo llamo desleal. Desleal puesto que está ejercida por gentes que trabajan a destajo y en su mayor parte con sueldos de miseria, en países donde ganar 5 € de jornal es una meta de ensueño por la que luchar. Hasta que el ciclo de la globalización se complete, muchos países (como el nuestro) quedarán a la deriva y no está lejos el día en que, todos vestidos de camareros, luchemos por conseguir trabajo en una terraza cualquiera donde poder servir helados a esos mismos chinos que hasta pocos años atrás apenas tenían un puñado de arroz para comer. 

Solo el sol, que falta en numerosos países del planeta, será nuestro aliado.
De los 1.300 millones de chinos que inundan su país, más de un 30% están ya en situación de venir a España de vacaciones y no creo yo que ninguno de nosotros podamos despreciar la oportunidad de ganarnos el jornal sirviéndoles el té que sin duda nos pedirán, claro que aquí no sé yo si podremos hacerlo tan bien como las gheisas de su vecino japón. Como en España lo de ser teatreros se nos da bastante bien, podemos hacernos actores de comedias chinas, eso sí. En fin, algo habremos de aprender y muy especialmente si se eliminan las pagas de protección social, que será que no porque éstas permiten la supervivencia de algunos partidos políticos. Ante una situación mundial como la presente, nadie sabe con exactitud que habrán de hacer los futuros jóvenes para ganarse el sustento. Nosotros ya tenemos casi todo el camino recorrido pero los que vienen detrás... Ante una agricultura y una industria obsoleta, ¿que habrán de hacer para poder comer?

RAFAEL FABREGAT

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