28 de febrero de 2022

3096- LA MIERDA DEL SIGLO XXI.

Hay que ver lo imbéciles que somos, tan listos que nos creemos... Pero, claro, ¿quien lo había de decir?. En nuestra ingenuidad pensábamos más de cuatro que, en el mundo actual, el tema de las guerras ya estaba superado... Que la violencia quedaba relegada a cuatro países tercermundistas. En fin, que ya no iba con nosotros...
Pues bien, hoy queda demostrado que estamos como estábamos. Las guerras entre países existirán, como han existido siempre. El mundo de hoy ha progresado en técnicas y velocidades, pero los cerebros de nuestros gobernantes son exactamente los mismos y se mueven por los mismos intereses de siempre. Se trata del poder por el poder. Ya no por el dinero, pues de eso tienen todo el que quieran y más. En los países donde impera la "democracia real", todo aspirante al poder debe cuidar a sus votantes para poder seguir disfrutando del beneplácito del pueblo, pero donde imperan las dictaduras el resultado de las urnas está prefijado de antemano.

La opinión del pueblo no cuenta en países como Rusia, China, Corea del Norte, Guatemala, Cuba y algunos otros. En esos países quienes abren la boca en contra de sus gobernantes son silenciados de inmediato. Lo más curioso es que tienen la desfachatez de llamarse "democráticos". Ahora es Rusia contra Ucrania, mañana será China contra Taiwan, antes fue EEUU contra España... Aquello de que "el pez grande se come al chico" es historia desde que el mundo es mundo y así seguirá siendo mientras tengamos miedo a la muerte. Ese miedo, que los grandes no tienen, es el que nos hace débiles frente al enemigo. Digan lo que digan los sacerdotes de todas las religiones del planeta, la muerte SÍ es el final del camino.

Claro que no todos estamos en las mismas condiciones, a la hora de enfrentarnos a la muerte. Mientras los soldados rusos y ucranianos, o los civiles, niños y ancianos, mueren destrozados por el armamento de ambos bandos, "el hijo de la gran Putin" está reunido con sus secuaces en el Kremlin ruso, riéndose a mandíbula batiente con una copa de vodka en la mano. Los muertos rusos que cada día se sumen a la lista de su sinrazón, le importan un bledo y sin son ucranianos... ¡vamos, esos ni siquiera cuentan!. De Putin a Hitler no hay tanta diferencia... Esa gentuza te deja respirar mientras hagas lo que ellos quieren pero, cuando eso deja de ser así, te cortan el pescuezo y se quedan tan anchos.

Claro que, siempre que hay una discusión, ambas partes tienen sus razones para mantener las espadas en alto. En territorio ucraniano nunca han faltado facciones a favor de Rusia y en contra del gobierno salido de las urnas democráticas. Esas facciones separatistas hicieron llegar quejas hasta el gobierno ruso, que hablaban incluso de catástrofe humanitaria. Ante estas manifestaciones de sus "hermanos políticos", el régimen de Putin decidió tomar cartas en el asunto y arrancar del poder democrático a los políticos ucranianos, a su entender, corruptos. Con esta excusa de mala praxis, en 2014 el presidente ucraniano fue destituido e invadida la Península de Crimea que, de la noche a la mañana fue anexionada a Rusia. 

Esa fue, de momento, "su" solución. Anexionarse un territorio a orillas del mar Negro, de lo más interesante para Rusia. No contento con esa anexión abusiva, el régimen de Putin apoyó militarmente la zona ucraniana de Donbass, fronteriza con Rusia que, desde 2014, ha producido una guerra interna que se ha cobrado la vida de unas 14.000 personas, muchas de ellas civiles. Finalmente los abusos de ambas partes en dicho territorio han desatado la intervención rusa para, según sus dirigentes, "desmilitarizar y desnazificar Ucrania". Claro que, desde el momento en que Rusia invade militarmente un país democrático, es el invasor el que se convierte en protagonista del nazismo más aberrante.

Claro que la única verdad no es que Rusia quiera "proteger" a sus amigos ucranianos de Donbass, sino evitar a toda costa que ninguno de sus países vecinos llegue a formar parte de la Organización del Tratado Norte (OTAN). Dicho de otra manera, su ataque no es una demostración de valentía, sino de miedo. No va únicamente contra Ucrania, sino contra todo aquel país que, tarde o temprano, piense formar parte de una organización armamentística contraria a los intereses rusos. La estrategia del miedo se ha hecho realidad al amenazar de la misma manera a casi todos los países del mar Báltico, simpatizantes también de la OTAN. Rusia se está quedando sola, y con estas actuaciones imperialistas más todavía...

RAFAEL FABREGAT

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