10 de agosto de 2015

1850- EL OTOÑO CATALÁN.

Como en todo el hemisferio norte, el día 28 de septiembre será otoño en Cataluña (España) pero allí no será un otoño cualquiera. Aunque ya metidos de lleno en la estación de las setas y de los hongos, hasta el día anterior (27-S) en Cataluña todavía se respirarán reminiscencias veraniegas, recuerdo de días de canícula y fresco cava del Penedés con gambas de Palamós en terraza con vistas al mar. Sin embargo el amanecer del nuevo día será triste para muchos, al no poder ser de aplicación los infantiles sueños de cuatro descamisados, llegados de no se sabe donde. Es en esa mañana del 28-S cuando, para más de cuatro holgazanes, se inicie "el otoño catalán" y cada cual se rascará donde le pique. 


Resaca de ideas preconcebidas de imposible aplicación, que predican el reparto de caramelos para todos como si de bautizo con posibles se tratara. A ningún catalán le crujirán los dientes. Ellos saben bien lo que es trabajar jornada y media cada día, gastando el mínimo posible, para forjarse un porvenir para ellos y para sus descendientes. Jamás ningún catalán fue tan inocente como para creer que el dinero llovía del cielo. Los que así piensan y los que hasta el 27-S lucharán con uñas y dientes para que eso suceda, son "extranjeros", nuevos catalanes cuya única aspiración es el milagro de los panes y los peces, ver multiplicar sus ingresos por arte de birlibirloque. ¡Hay que ver lo mala que es la pereza y lo que hay que trabajar para vivir sin hacer nada!. 


Haraganes descamisados que llegaron a Cataluña pensando que era la gallina de los huevos de oro. Si trabajas sí, como en cualquier parte, pero nadie regala nada en Cataluña. El Más, por fin, habrá venido a menos y los "catalans de soca" y el resto de españoles ya no tendremos que sufrir su presencia en periódicos y telediarios. Amén. Ya sabemos que no tendrá que pedir en la puerta de las iglesias para subsistir, que tendrá sin duda las espaldas bien cubiertas como capón próximo a la Navidad, pero al menos no le veremos, que ya es bastante. Pocos personajes de la España actual, tan odiados como ese memo separatista. Caballero sin caballo que siempre cabalgó a lomos de los demás. Un abrazafarolas que cae y recae pero siempre encuentra nuevo tronco al que agarrarse. 


No sé por qué, me da la impresión de que el árbol del independentismo será el último tronco en el que pueda mearse este can. Otra vez amén. 
Son ya varios los consejeros que no quieren emprender un viaje cuyo destino es por fuerza catastrófico. El abrazafarolas también lo sabe, pero está obligado a mantener su farsa hasta el último momento. Se trata de un suicidio político sin parangón, puesto que hasta el más ciego puede ver que separados hubieran sumado muchos más diputados que viajando juntos. Se trata de estrellarse en el despegue o en el aterrizaje. Mal será que obtengan un resultado desfavorable, pero peor sería ganar y tener que desafiar al Estado. A sabiendas que solo podrían incurrir en responsabilidades penales y que Europa es un club de estados que se ayudan entre ellos y que jamás aceptaría a ningún intruso. 


Ni los catalanes estarían dispuestos a perder economía ni España a ceder soberanía. Los políticos catalanes harían bien en aparcar sueños independentistas que no llevan a ningún lado y dedicarse en cuerpo y alma a negociar las mejores condiciones posibles para su comunidad. Teniendo claro de una vez por todas que las amenazas secesionistas no van a quitar el sueño a nadie y que solo unas relaciones justas y cordiales con el gobierno central pueden llevar el bienestar a una Cataluña a la que los españoles siempre hemos mirado con cariño y sana envidia. ¿Se han parado a pensar esos irresponsables hacia donde les llevaría la independencia?. En fin, esperemos que el 27-S ponga fin a tales ideas y a negocios que solo parecen ser para cuatro listos.

RAFAEL FABREGAT

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