27 de octubre de 2011

0527- EL OFICIO MÁS ANTIGUO DEL MUNDO.

Cuando nos referimos a los oficios más antiguos del mundo, siempre se ha dicho que número uno, el primero de todos, es el de puta. 
Yo sin embargo no estoy de acuerdo y no lo estoy porque, obligatoriamente y por una simple cuestión de supervivencia, antes de crearse la enfermedad ha de encontrarse el remedio. 
Con esta premisa debemos pues considerar que, antes que las putas, se inventarían los hechiceros, brujos y sacerdotes, sanadores del cuerpo y del alma o simples embaucadores que dicen liberar al pecador de la culpa de sus faltas, si es que puede llamarse falta al hecho de acostarse con una bellísima jovencita, aunque sea previo pago de la nómina correspondiente y siempre, naturalmente, desde el punto de vista de su voluntariedad al hecho en sí.

Porque yo, que jamás he estado con una de esas "señoritas, me río de cuanto se dice sobre lo forzoso de sus actuaciones sexuales. 
Habrá de todo, como en botica, pero mi opinión es que en el oficio están las que quieren estar. 
Bien saben ellas que, para ganar lo que ellas ganan en una semana, otras han de trabajar medio año, quizás al sol y aguantando también todas las cabronadas que aguantamos los demás.
Las estadísticas dicen que el 85% de los servicios que prestan estas "ingénuas y amargadas" jovencitas, lo son a hombres de 30 a 50 años, casados o que viven en pareja.

Naturalmente siempre puede "aterrizar" algún viejo decrépito o un joven drogata, así como algún descerebrado que les amargue un poco la existencia pero es poco probable y ellas, listas como el hambre, suelen ver el problema y lo esquivan.
La mayoría son insatisfechos que piden fantasías -vistas en películas porno- que no se atreven a pedirle a su mujer y que para las trabajadoras del sexo es coser y cantar. No hay más. Algunos incluso solo quieren hablar, claro que, una vez allí...
Siempre hay excepciones, claro está, pero pocas son las que después de ser putas lo dejan para irse a fregar escaleras, o para realizar cualquier actividad agrícola, teniendo como tienen una clientela relativamente joven, sana y limpia. Porque aquello de los viejos y sucios clientes de antaño, salvo excepciones, ya no existe y en el caso de presentarse alguien en esas condiciones ninguna lo coge y punto pelota.

El por qué de ese cambio está también en ellas mismas. 
Las putas de hoy nada tiene que ver con las de 50 años atrás, viejas decrépitas, sucias y mal comidas. Las putas de hoy son gente joven, muy joven, la mayor parte guapas y de un cuerpo muy por encima de la media... y como tales, aunque debido a la crisis no pueden exigir mucho en cuanto a precio, sí miran con quien se van. Por lo tanto... Con unos ingresos de 8 a 10.000 euros mensuales, el asunto se puede aguantar bastante bien. Los ingresos mencionados se refieren a la media, claro, ya que todos sabemos que algunas señoritas (algo deben tener) esa cifra la ganan en una sola noche.
Esas, sin duda, además de guapas deben ser muy trabajadoras... y claro, para no sufrir las represalias de sus compañeras o del Sindicato de Trabajadores... ¡Trabajan de forma anónima y particular!. No se trata pues de buscarlas en el primer "puticlub" de carretera, con letrero de colorines y luces de neón, no. Esas no están ahí. Tampoco en las calles o carreteras...
Las cosas exclusivas no se venden en el "mercado". El buen perfume está en frasco pequeño. Para la clientela especial todo tiene que ser especial. La chica, el lugar, la discreción y hasta las copas. Con el precio que se cobra, hay margen para todo...

Todo lo mejor, como es natural, es para los mejores y, en este caso, los mejores no necesitan ser guapos ni inteligentes, sino tener dinero y querer gastarlo.
Como todo en la vida, la calidad es lo que más se aprecia. 
En tiempos de hambre lo más importante es comer, pero cuando el hambre está satisfecha es cuando llega el aprecio a los mejores manjares. Ya no se come por hambre, sino por la satisfacción de comer... En fin, ¡que les voy a decir, pobre de mí, que ustedes no sepan de antemano...!.
En cuanto a los brujos y demás vividores del trabajo ajeno, que se queden en sus "chozas", demasiadas veces mejores que la nuestra y que nos dejen tranquilos y en paz...

RAFAEL FABREGAT

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