3 de septiembre de 2011

0479- GASPAR LLAMAZARES, EL INFLEXIBLE.

Sea cual fuere nuestra opinión sobre sus ideas, creo que debemos reconocer que los tiene bien puestos y sabe en todo momento de lo que habla. Aunque con ideas diferentes, hombres con esta fortaleza para sí los quisiera cualquier partido. En política, primero hay que saber y después hay que ejercer. Llamazares, dentro de las mínimas posibilidades que tiene, sabe y ejerce.
Para él, lamentablemente, ahí acaba todo en este caso porque sabe perfectamente la necesidad del acuerdo votado en el día de ayer. Sabe que la situación anterior era insostenible y sabe también que, a la hora de recortar gastos, el más afectado siempre es el trabajador. Lo sabe, como sabe también que eso es inevitable, sea cual sea el signo de quien gobierne. Es más, la práctica ha demostrado que cuando un gobierno abre la mano un poco más de lo que puede, la catástrofe está servida. Lamentable, pero inevitable.

Cuando a una empresa le faltan los pedidos ¿que tiene que hacer el empresario?. Lo plantearé de otra forma... Si el Sr. Llamazares fuera el dueño de dicha empresa, ¿qué haría con sus trabajadores si no le llegaran pedidos?. Es que hay cosas que, independientemente de cuales sean nuestras ideas políticas... ¡no tienen más que una respuesta!. Todo lo demás es pura demagogia, una forma más de ganarse la vida. Se diga lo que se diga, la política es una forma de defender nuestra ideas, pero para algunos es, además, la de ganarse el sustento y aunque cada uno se arrime al árbol más parecido a sus ideales al final se dice, se hace y se vota lo que el partido ordena y no aquello que personalmente se piensa. Aunque uno esté situado dentro de la corriente política acorde con sus ideas, siempre hay situaciones y particularidades que chocan con el pensamiento general. Nunca es al ciento por ciento. La política es una profesión de verdades a medias y mucha diplomacia.

Los enemigos políticos también tienen ideas que pueden gustarte y que nunca, o muy difícilmente, puedes apoyar. Es más, cuando uno los tiene bien puestos, no basta con abstenerse en una votación o marcharse de la sala como ayer hicieron otros. Cabe la posibilidad de luchar hasta el final y por mucho que nos pese a quienes no tenemos sus ideas, ayer Llamazares los puso una vez más sobre la mesa y vetó los chanchullos de PSOE y PP, que no tenían otro objetivo que arrimar a su sardina las brasas de CIU; unas brasas que, sin duda alguna, tenían su contrapartida. Me parece bien que sucediera lo que sucedió, por dos causas. La primera porque no necesitábamos sus votos para ganar la votación y segunda porque el apoyo nacionalista siempre va acompañado de una contraprestación, casi siempre superior al favor que se recibe. Creo que ya está bien, eso de que tres gobiernen a trescientos treinta y tres.

La homilía de los partidos minoritarios en el Congreso, ellos lo saben, es "predicar en el desierto" y por lo tanto "sermón perdido". No sé pues a qué vienen sus pataletas. Bastante hacen con cobrar un sustancioso sueldo a cambio de decir cuatro chorradas que, en el mejor de los casos, nadie escucha. Digo en el mejor de los casos, porque la mayor parte de las veces las dicen ante una sala vacía. Otra cosa, por cierto, que habría que corregir. Como en cualquier trabajo, la ausencia debería prohibirse o justificarse.
Demasiadas prebendas tienen ya los políticos como para que, cuando el pleno no es de su interés, puedan cobrar igualmente sus emolumentos aunque se ausenten de sus obligaciones. Establecer acuerdos entre partidos no es ningunear a nadie, sino hacer política. Sin embargo, en eso sí les doy la razón, no acudir a los plenos o ausentarse del hemiciclo cuando tienen la palabra los partidos minoritarios, es una vergüenza.
¡Eso si que es ningunear al pequeño contrincante político...!

EL ÚLTIMO CONDILL

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