7 de octubre de 2022

3121- DERROTA DE NAPOLEÓN CONTRA LOS CONEJOS.

Cuenta la tradición que los hechos se produjeron el año 1807, en uno de los momentos más brillantes de su carrera militar y política...
Su derrota definitiva tardaría en llegar, pues se produjo en 1815 y en la Batalla de Waterloo pero la de 1807 fue quizás mucho más humillante. 
Hacía pocos días que el famoso general francés había derrotado a rusos, austriacos y prusianos, firmándose la paz mediante el Tratado de Tilsit. 
Con menos de 40 años de edad estaba pues en el apogeo de su carrera y aunque su figura no era demasiado respetada, si que era temida, hasta el punto de que en Inglaterra, cuando se quería asustar a los niños pequeños, se les decía que llamarían a Napoleón... Un elemento que causaba estragos por donde pasaba.

Para celebrar su éxito y firma del citado Tratado de Tilsit, el flamante emperador celebró una gran fiesta a la que invitó a todos los mandos militares. 
El almuerzo debía celebrarse al aire libre y base principal del mismo sería carne de conejo que él y sus invitados cazarían previamente. 
Para tal celebración su Jefe de Personal había reunido un total de más de 3.000 conejos colocados en jaulas a lo largo del inmenso jardín donde tenía que celebrarse el banquete. 
Sin embargo nada salió como estaba previsto... 
Tras los saludos y brindis entre jefes y veteranos por la victoria conseguida, estaba previsto que fueran abiertas las jaulas y que todos los invitados debidamente pertrechados cazaran a unos cientos de conejos para que los cocineros procedieran a su guiso con el que agasajar a los comensales.

Todo el mundo estaba preparado. Sonaron los tambores y fueron abiertas las jaulas, pero los valientes veteranos habían bebido considerablemente y estaban más preparados para las risas que para la caza. Curiosamente los conejos no intentaron huir hacía la maleza como estaba previsto. En lugar de eso corrieron hacia los cazadores y sin que nadie diera orden de fuego los oficiales empezaron a disparar a discreción. Aunque causaron muchas bajas al ejército enemigo, el grueso de los roedores se dirigió hacia la zona en la que Napoleón reía complacido, mordisqueando sus botas y trepando por las piernas de Napoleón y de sus comandantes en jefe, consiguiendo derribar a alguno de ellos. Se apagaron las risas iniciales y muchos entraron en pánico. Aquellos veteranos que habían sobrevivido a las guerrillas españoles, a los dragones rusos y a la artillería prusiana, estaban rodeados por un ejército contra el que no sabían cómo combatir.

Napoleón y su comandante en jefe vieron que era imposible luchar ante fuerza tan numerosa y ordenaron la retirada. La flor y nata de tan temibles soldados esperaba ansiosa aquella orden por lo que todos ellos se lanzaron hacia sus carruajes huyendo despavoridos. Los conejos se encaramaron a los carruajes, teniendo los oficiales que lanzarlos por las ventanas al duro camino por el que escapaban a toda prisa. La victoria no se hizo efectiva porque las tropas de Napoleón seguían en pie pero no había duda que los conejos habían conseguido una victoria moral que sin ninguna duda quedaría escrita en las retinas de aquellos hombres para próximas batallas. Como todos los vencidos, el General Thierault, presente en este evento, dejó escrito en sus memorias que la culpa fue de todos menos de sí mismo. Siendo conejos de granja, después de tantas horas sin comer, en lugar de escapar, al soltarlos fueron hacia la gente esperando que les dieran comida. ¡Es lo que pasó... aunque pareciera otra cosa!.

RAFAEL FABREGAT

No hay comentarios:

Publicar un comentario