16 de marzo de 2016

2044- LA CIUDAD DE LA BASURA.

Extraño pero justificado título. La ciudad, más bien un barrio, se llama Manshiyat Naser y es egipcia. La economía de sus habitantes gira alrededor del procesamiento de la basura de los 10 millones de habitantes de El Cairo. Más que una ciudad, Manshiyat Naser es un auténtico basurero, una cloaca sin luz, ni agua, ni electricidad. Un lugar nauseabundo donde vive más de un millón de personas en la pobreza más extrema, aunque de forma muy bien organizada. Cada familia se dedica a recoger solamente un tipo de desechos. Unos almacenan plástico, otros cartón y otros cristal, etcétera. El Cairo es destino ineludible para los amantes de la historia egipcia pero allí, como en todas partes, son muchas las cosas que quedan ocultas a la mirada del turista curioso. 

La pobreza es allí extrema y, del mismo modo que hay gente viviendo entre las tumbas de los cementerios, la hay también habitando auténticas montañas de basura. Manshiyat Naser no es una ciudad en sí misma, sino un barrio extramuros de El Cairo. Un barrio en el que la basura es el modo de vida de muchas familias. Curiosamente este barrio da cobijo a la mayor Iglesia Ortodoxo-Copta de Oriente Medio. La iglesia en cuestión tiene su enclave en la Montaña Mukhatam. La leyenda cuenta que esta iglesia estaba situada en el centro de la ciudad de El Cairo pero en el siglo X el califa musulmán Al Muzz li din Allâh ordenó que la trasladaran a las afueras, amenazando matar a los fieles si no lo hacían. Los cristianos unieron sus plegarias en una sola y la montaña se desplazó por sí misma.(!)

Dominados por los musulmanes y ante la falta de oportunidades, los cristianos coptos de El Cairo fueron relegados a vivir en este barrio aislado que con el tiempo se convirtió en el basurero de la ciudad. En realidad fueron sus mismos habitantes quienes así lo quisieron. Viendo que el reciclaje de los desechos ciudadanos tenía la posibilidad de reportar beneficios, los habitantes del barrio empezaron a limpiar una ciudad carente de este servicio público. Todos ganaron con ello. Los primeros tiempos fueron difíciles y, aunque en la actualidad su vida no sea en absoluto boyante, sus miles de habitantes viven de esta actividad. Hace ya casi cien años que montaron este negocio de recogida de basura ciudadana.

Para quienes visitan la zona por vez primera puede parecer caótico, pero todo allí está perfectamente organizado. Incluso los bloques de viviendas que se paralizaron con la crisis, se aprovechan como corrales de ganado o están repletos de basura perfectamente separada por plantas. Ante la falta de montacargas que facilite el trabajo de almacenaje, los materiales se almacenan según su peso. En la planta baja los vidrios y metales, para continuar con la ropa, el cartonaje, los plásticos, etc. La basura orgánica se separa en montones aislados donde fermenta convirtiéndose en 'abono low cost' de gran estima entre los agricultores. Todo allí es aprovechado y tiene su precio.

No hace falta, como en las ciudades europeas, una moderna maquinaria que clasifique la basura y la empaque para su reciclaje final. Miles de personas, alrededor de un millón, se dedican cada día a este menester. Repartida la ciudad por barrios, cada cual sabe cuales son las calles que tiene asignadas. La basura es recogida y llevada al barrio de Manshiyat Naser, para su clasificación y almacenaje. Como engranaje perfectamente engrasado, los almacenistas adquieren cada uno de los elementos ya perfectamente separados y listos para su venta. Así funcionan los habitantes de Mashiyat Naser, porque en este mundo miserable que nos ha tocado vivir, todo tiene cabida y razón de ser.

Con el permiso del insigne Calderón de la Barca transcribo, con algún mínimo retoque, poema que a mi entender viene al caso.
-
Cuentan que un sabio, tan pobre y mísero estaba, que solo se sustentaba de unas hierbas que cogía.
- Habrá otro -entre sí decía- más pobre y triste que yo?. Más cuando el rostro volvió, halló las respuesta viendo que otro sabio iba recogiendo las raíces que él arrojó.
- Ay Señor...! Quejoso de la escasa fortuna en la que en este mundo vivía, cuando entre mí me decía: ¿Habrá otra persona con peor fortuna que yo?. Tú piadoso me has respondido... pues, volviendo a mi sentido, hallo que la penas mías, para convertirlas en alegrías, Tú las hubieras recogido. 

RAFAEL FABREGAT

No hay comentarios:

Publicar un comentario