4 de febrero de 2016

2004- CASTILLO DE EDIMBURGO.

Una joya arquitectónica y edificio más visitado de Escocia. El Castillo de Edimburgo, en el centro de esta emblemática ciudad escocesa, se alza imponente y altivo sobre una grandiosa roca volcánica. A pesar de las innumerables riquezas de la ciudad, el Castillo de Edimburgo es sin duda la visita turística más importante que puede hacerse.

El castillo ha sido escenario de numerosas y cruentas batallas, ha visto nacer y morir muchos reyes escoceses y ha sido por tanto testigo de invasiones y asedios, además de cárcel y arsenal militar. Como en toda visita que se precie, antes de visitar una construcción de estas características hay que conocer algo de su historia y de los personajes que vivieron entre sus paredes. La mayoría de los museos que alberga son militares, por lo que a quien no conozca parte de sus orígenes puede defraudarle un poco. Para quienes sepan un mínimo de su historia la visita será sin duda fascinante. Las vistas desde sus partes más elevadas son siempre impresionantes, pero es el recorrido entre cañones, edificios y museos el que más impresiona a sus adeptos.

Ya en el siglo XV los monarcas aguzaban el oído intentando socavar historias de espionaje y tramas para derrocarles. A menudo se valían de bellas Ladys que intentaban captar el interés sexual de los corruptos, pero también de rudimentarios orificios en paredes y techos (laird's lugs) por los que se podían escuchar intrigas palaciegas. Una de esas aperturas auditivas estaba ubicada entre una habitación real y el Gran Salón del Castillo, lugar donde se celebraban las reuniones más importantes entre los diferentes mandatarios y por la cual el rey podía escuchar sin ser visto las conversaciones que allí tenían lugar. Un simple cuadro o pintura mural podía disimular perfectamente el orificio a fin de pasar desapercibido.

Coloquialmente se les llamaba "las orejas del rey". En 1984, con motivo de la visita de Mikhail Gorbachev a esta ciudad y su Castillo, la KGB pidió que los laird's lugs fueran tapiados por razones de seguridad. 
A las 13 horas de cada día se dispara desde el castillo el One o'clock Gun, un cañón que avisa a todos los habitantes de Edimburgo de que es la una de la tarde. El origen de este cañonazo se remonta a 1852, cuando en el monumento a Nelson se instaló una 'bola del tiempo' que caía a las 13:00h en punto para que los marineros del fiordo pudieran ajustar sus relojes. La niebla habitual en Calton Hill aconsejó que se disparase un cañonazo, puesto que muchos días la bola no podía visualizarse.

El edificio más antiguo del Castillo de Edimburgo es la Capilla de Sta. Margarita, construida en 1130. 
Santa Margarita se convirtió en reina de Escocia al casarse con el rey Malcom III. 
Algunos años después de su muerte, su hijo David I mandó construir esta capilla en su honor. Inicialmente en estilo románico y de imagen extremadamente austera, se le añadieron posteriormente unas vidrieras que nada tienen que ver con la construcción original.
Su función era de Capilla Real.
Junto a esta capilla se encuentra el Gran Cañón Mons Meg, la estrella de todos los numerosos cañones que podemos ver en el Castillo de Edimburgo.
Se trata de una batería fabricada en la ciudad belga de Mons en 1449, con seis toneladas de peso y la última tecnología de la época.
Disparaba proyectiles de 150 kilos y fue entregado a Jacobo II de Escocia como regalo en 1457. Fue utilizado en diferentes asedios, aunque posteriormente dejó de ser utilizado por las grandes dificultades para transportarlo.
Se estima que su 'jubilación' se produjo en 1550. A partir de entonces se utilizó solamente como cañón de salvas. Una de sus primeras actuaciones pacíficas fue el anuncio de la boda de María Estuardo. El proyectil superó los 3 Km. de recorrido. 

Además de todo lo anteriormente señalado, en el interior del Castillo de Edimburgo se ofrecen múltiples exposiciones y museos. 
Entre tanta oferta turística, destacan especialmente las Joyas de la Corona y Tesoro Real escocés, la Piedra de Scone o Piedra del Destino sobre la que se coronaba a los reyes de Escocia y el Memorial de la Guerra, un monumento gigantesco a todos los caídos por la patria a lo largo de la Historia y que incluye todo tipo de armas usadas en la defensa del territorio desde tiempos remotos. 
Una visita obligada que nadie que vaya a Edimburgo puede perderse.

RAFAEL FABREGAT

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