29 de diciembre de 2011

0570- EL MARISCO, UN LUJO INNECESARIO.

REEDICIÓN.
Pasó la cena de Nochebuena y lo que a marisco se refiere, la de Nochevieja colmará más si cabe los abusos de estas tradicionales fiestas. 
De todos es conocido, que no hay mejores langostinos que los del Delta del Ebro y por consiguiente aquellos que los pescadores españoles sacan a los puertos de San Carlos de la Rápita, Alcanar, Vinaroz, Benicarló y Peñíscola. 
Quienes lean esta entrada podrán decir sin duda que existen muchos otros puertos donde la calidad de sus langostinos puede competir y compite claramente con los antes señalados pero, en fin, uno tiene que hablar de lo que conoce y en Castellón siempre se ha dicho que, otra cosa no, pero langostinos como los nuestros...
¡Iguales pueden ser, pero no mejores...!


También otras zonas tienen productos destacados y concretamente en otros puntos de la Comunidad Valenciana tenemos joyas como la Gamba roja de Denia que este año 2011 y a pesar de la crisis, rondó los 150 €/Kg. en lonja, más impuestos. ¡Algo tendrá el santo cuando todos le rezan!. 

Sin duda alguna, por estas gambas de Denia rezan los más afamados restaurantes con estrellas Michelín, aunque tampoco desmerecen las de Palamós, en Gerona, o las de Garrucha en Almería, amén de otras más.
Por supuesto la zona famosa por excelencia para el marisco es Galicia, puesto que reúne no solo la mejor calidad, sino también la más gran variedad de especies. 
Espectaculares y exclusivas sus centollas, los bueyes de mar, las vieiras, los percebes, las nécoras, las ostras y almejas de todo tipo y un largo etcétera que no es preciso citar en toda su extensión. 
Pero todo no tiene que ser marisco y no desmerecen, ni mucho menos, las angulas de Aguinaga (Guipúzcoa) que este año han superado los 1.000 €/Kg. y tampoco las insuperables langostas de Menorca, o los minúsculos camarones de Cádiz y Sanlúcar
También a la zona de Guadalfeo, en Motril y la de Sanlúcar de Barrameda, donde destaca también el langostino y su gamba blanca de sabor extraordinario e inconfundible, pero que adolece de su escaso tamaño.

Bogavantes y cigalas las hay de excelente calidad en toda la costa española, pero cabe destacar aquellas procedentes de los deltas de los ríos y obligatoriamente debemos volver a la desembocadura del Ebro, en el sur de la provincia de Tarragona y al norte de la de Castellón. 
Diferenciar todo lo anteriormente citado, de lo que se recibe de fuera de nuestro país, puede parecer petulante y hasta ciertamente burlesco para los demás países, pero hasta los más famosos cocineros del mundo coinciden al afirmar que, por causas que no vamos aquí a enumerar, los mariscos españoles están dentro de los primeros puestos mundiales de sabor y calidad siempre, naturalmente, que hablemos de pesca del día y no "de turno" o congelada. 


Aprovecho para explicar a quienes lo desconozcan, que la pesca "de turno" es la lograda por barcos que no regresan diariamente a puerto y que obligatoriamente han de congelar sus capturas.

Al margen de los mariscos, tampoco tienen desperdicio los buenos calamares a la romana, ni tampoco los chipirones, la puntilla encebollada, o los más humildes como la sepia a la plancha o el pulpo a la gallega. Todo eso sin contar que unos chopitos rebozados en tempura o pasados por harina, sobre un lecho adecuado y al gusto del comensal... ¡Mmmm!. Sin embargo el meollo de esta entrada es para señalar que, según afirma la FAO y otras organizaciones ecológicas, para conseguir un kilo de marisco con el sistema de arrastre, se ocasiona la destrucción del ecosistema marino y la muerte y desperdicio de hasta 20 Kg. de otros especímenes siendo, además, la forma de pesca que más combustible gasta y por extensión la que más daña a la atmósfera terrestre. No en vano se la denomina la muerte silenciosa.

Cuando este marisco se obtiene, como es mayormente el caso, de piscifactorías situadas en los trópicos, el daño es doblemente mayor ya que para llevar a cabo su instalación se destruyen manglares enteros y el ecosistema allí ubicado, a la vez que son expulsados los históricos pescadores de la zona, con incluso algún episodio de asesinato a quienes no obedecen la orden de retirada.
Parece ser y así debemos de reconocerlo que, en el caso de desaparición de las citadas piscifactorías tropicales, el marisco sería tan exageradamente caro que solo los realmente ricos podrían consumirlo. No es justo, claro está, pero el marisco no es un alimento de primera necesidad. ¿A qué precio está pagando la humanidad el que todo el mundo pueda consumir marisco?. Creo que tendríamos que pensar un poco en todo ello y, si no dejar de comerlo, si pensar un poco en la cara factura que el planeta está soportando por el hecho de consumir un producto que no es necesario en absoluto.
Marisco para todos sí, pero de forma más responsable.

RAFAEL FABREGAT

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