Es extraordinaria, abrumadora diría yo la riqueza histórica y monumental de nuestro país. Ya no solo por lo céntrico y bien conservado, sino también por todo lo que se encuentra disperso y en estado totalmente ruinoso.
Es el caso del Monasterio cisterciense de Bonabal, situado en el término municipal de Retiendas, provincia de Guadalajara.
Construido a partir de 1164 cuando el rey Alfonso VIII entregó el valle en el que se asienta esta bellísima obra monumental a un grupo de monjes cistercienses, procedentes del monasterio de Santa María de Vallbuena de Valladolid, paran que lo habitaran y repoblaran como barrera ante una nueva invasión musulmana. En 1224 Alfonso IX de León les entregó una nueva heredad y en 1253 Alfonso X el Sabio confirmó todas las donaciones otorgadas por sus antepasados.
Poco queda del monasterio pero sí de su iglesia de tres naves, principalmente su cabecera, ábside central, crucero, presbiterio y altar mayor, además de la sacristía adosada al ábside del Evangelio.
La torre cuenta con una escalera de caracol, por la que todavía se puede subir hasta el borde de los muros y bóvedas que todavía se mantienen en pie. Conserva restos de almenas.
La portada de acceso al templo dispone de cuatro arquivoltas apuntadas, soportadas por cuatro pares de columnas con capiteles de decoración vegetal. Sobre ella un gran ventanal hace la vez de rosetón que iluminaba la entrada del templo.
En las fachadas norte y oeste se encuentran los restos de las antiguas dependencias monásticas y el posible dormitorio conventual.
Adosaba al ábside de la nave del Evangelio se halla una primitiva capilla de planta rectangular y bóveda de cañón de medio punto que haría sin duda de sacristía.
La cabecera de la iglesia era habitual en los monasterios masculinos a fin de poder decir tres misas al mismo tiempo. La obra exterior fue realizada con gruesos muros de sillería caliza y relleno interior. El ábside central está dividido en tres paños y contrafuertes en los vértices. Los laterales son planos y la cubierta se apoya en un cornisa lisa y canecillos decorados.
Las naves se cubren con crucería de nervios muy marcados que se apoyan sobre columnas octogonales y sobre el muro exterior, aunque actualmente solo se conservan las cubiertas de los tres ábsides y la nave sur.
La nave central conserva parte de las columnas pero los fustes están perdidos o muy deteriorados.
Son demasiados años de abandono...
RAFAEL FABREGAT
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