19 de marzo de 2021

3058- LA MONA DE PASCUA.

Unas veces por falta de comida y otras por atender peticiones religiosas, de todo punto infundadas, hay que ver el hambre que nuestros antepasados tuvieron que padecer, aún teniendo comida para saciarla.
Sí amigos. La rigurosa abstinencia cárnica que la Iglesia Católica pregonaba en tiempos de Cuaresma, introduje entre los cristianos la costumbre de que el Sábado Santo se bendijeran todos los huevos recogidos desde el 'miércoles de ceniza' para repartirlos entre los amigos el Día de Pascua de Resurrección. 
En algunos lugares y como recordatorio de la sangre derramada por Jesucristo, se pintaban de rojo aunque posteriormente se hacía también en otros colores.

La costumbre francesa, tras la misa del Domingo de Resurrección, era la de ofrecerle al rey unas pirámides de huevos de color dorado que éste repartía posteriormente entre la gente de la Corte.
Durante siglos, en las comunidades de Baleares, Cataluña y Valencia, los pasteleros cocinaron y todavía cocinan, unos bollos de harina, huevo y azúcar al horno, con uno o varios huevos (según el tamaño) incrustados en la masa, así como algunas frutas confitadas y que, de diferentes tamaños y formas, los padrinos adquieren para regalo a sus ahijados, obsequio al que se le llama "la mona de Pascua". 

Incluso en la ciudad argelina de Orán y a pesar de sus tradicionales costumbres islámicas, se elabora este mismo bollo que allí llaman "la Mouna", lo que nos habla de lo extendida que está esta costumbre de regalar por estas fechas esta pastel a sobrinos y ahijados. 
Especialmente en Cataluña, pero también en otras comunidades, estos bollos en forma de rosco fueron reemplazados por figuras de chocolate. 
Estas figuras van del propio huevo, en diferentes tamaños, a imaginativos primates, jugadores de fútbol o figuras de dibujos animados. 
Algunas pueden llegar a más de un metro de altura y todas ellas elaboradas con chocolate de la más alta calidad. ¡Felices Pascuas!.

RAFAEL FABREGAT

3057- LA INTELIGENCIA DE LAS PLANTAS..

Estamos demasiado acostumbrados a pensar que todos los seres de la Naturaleza, dígase animales y plantas en general, son seres inanimados y sin inteligencia, pero no es así. No son como nosotros, claro está, pero tienen vida propia y hasta incluso una inteligencia que muchas veces ignoramos.
Todos aquellos que tengan una casa con cisterna y árboles cerca y en secano, se habrán dado cuenta de que, sea cual sea la ubicación de la casa y la distancia de esos árboles, más pronto que tarde las raíces de éstos habrán localizado la fuente de agua y, si pueden, meterán sus raíces en la misma. ¿Cómo han sabido las raíces crecer en la dirección correcta para poder llegar al agua?. Si esa cisterna está bien construida y perfectamente impermeabilizada, ¿cómo saben donde está?. A ese fenómeno se le llama hidrotropismo. A las plantas no les hacen falta ojos para saber donde está el agua.

Sucede lo mismo con los ecologistas, que defienden a una serie de animales pero no a todos. ¿No tiene acaso el mismo derecho a vivir su vida un simple pulgón, que un perro o un caballo de carreras?. A nuestro criterio no, porque al perro se le considera como parte de la familia y al caballo se le cuida tanto o más que a tus propios hijos. De la misma manera, yo mismo me veo incapaz de matar un conejo para comer o cenar, pero no me molesta en absoluto arrancar una lechuga para la ensalada. Igualmente cojo la motosierra y corto las ramas de un árbol, para que esté más bonito o para que dé más frutos al año siguiente, sin pensar que ese árbol es un ser vivo al que se le cortan parte de sus brazos. Si le falta lozanía, ¿por qué no le das más agua y abono, en lugar de cortarle ramas?. 

Que no se queje no quiere decir que ese árbol no sufra cuando la motosierra corta una de sus ramas. Prueba de ello es que algunos, si los apuras mucho, mueren. En cuanto a los millones de seres vivos (pulgones, orugas, mariposas, mariquitas, etc. que perecen en cada uno de los días que pulverizamos nuestros árboles... ¿Qué pasa con ellos?. Sí, sí, ya sé que lo hacemos en defensa de nuestros intereses, que están unidos a la cosecha que peligra con su presencia en nuestros campos, pero son vidas con las que acabamos de un plumazo. Nos duele sobremanera perder la vida porque sabemos que no tenemos otra, pero no respetamos la de los demás y buscando nuestro propio interés acabamos con la de cualquier especie de plantas o animales, como si fuéramos dioses todopoderosos y dueños por tanto del medio en el que vivimos.

Actuamos de forma parecida con todos los miles de millones de animales que cazamos cada día en el medio marino... Somos incapaces (algunos) de matar a un animal para comérnoslo pero, como no se quejan, aguantamos estoicamente viendo como cualquier tipo de pescado o marisco muere lentamente, asfixiado, cuando lo sacamos del agua. No es nada envidiable morir asfixiado, pero nadie sufre lo más mínimo viendo como cualquier pescado aletea agonizante cuando lo sacamos del mar. 
Si hubiera una inteligencia superior a la nuestra y fuéramos parte de su alimentación, ¿qué pensaríamos al respecto?. Porque una cosa es arrancar un fruta madura del árbol que la produce, pero otra cosa muy diferente es cortarle una rama para que esa fruta sea más gorda.

Volviendo pues a la Naturaleza vegetal que convive a nuestro alrededor, desde mi punto de vista las plantas no solo son seres vivos sino que, además, disponen de una "inteligencia" que los hace disfrutar o enfadarse con nuestra actuación para con ellos. Al igual que ocurre con personas y animales, las plantas tienen neuronas que se comunican entre ellas con señales químicas y toman decisiones, unas veces altruistas y otras manipuladoras. Cuando una planta, recientemente regada y/o abonada, embellece sus hojas o aumenta la calidad y presencia de sus flores o frutos, no es porque sí, sino para hacerte saber que esos cuidados son los que la hacen sentir mejor y quiere "pagarte" con ello. Te "informa" para que sepas lo que a ella le gusta o le disgusta. Que no atengas sus demandas ya es cosa tuya... Pero te lo hará saber poniéndose lozana o mustia e incluso tirando las hojas.

A falta de movimiento, se centran también en provocar cambios en su entorno o en ellas mismas, para que sepas que algo les falta. También son capaces de producir moléculas (e incluso pinchos) para alejar a sus enemigos o, por el contrario, generar sustancias para atraer animales que fecunden sus flores y perpetúen su presencia en el planeta. El 99,6% de los seres vivos del planeta son foresta (árboles y plantas). Las hay tóxicas y hasta alucinógenas, pero también sanadoras. A pesar de que solo buscamos nuestro propio interés, ellas saben que muchas veces los humanos somos importantes para su bienestar y supervivencia. Sobran pruebas para poder asegurar que las plantas son seres inteligentes, lo que ocurre es que no pueden hablar, ni quejarse, cuando actuamos contra ellas...

RAFAEL FABREGAT

13 de marzo de 2021

3056- RELIGIÓN EN EL ANTIGUO EGIPTO.

Poco o nada se puede aportar a los conocimientos sobre la cultura egipcia, pues es mucha la curiosidad despertada por esta civilización y muy conocidos por tanto todos los pormenores sobre la misma. Me limitaré pues a recordar algunas facetas religiosas y culturales de unas gentes que sobresalieron y mucho entre sus contemporáneos en cualquiera de sus facetas y especialmente en la religiosa. 
El antiguo pueblo egipcio era politeista y, al menos en teoría, con el Faraón como aglutinante y cabeza visible de las diferentes deidades. Al decir "en teoría" vengo a referirme a que lo era para el pueblo llano e incluso entre soldados y generales, pero no tanto así para los sacerdotes que eran casi siempre quienes imponían sus criterios sobre todos ellos e incluso sobre el mismo faraón. Por el interés de unos y otros, los reyes y la iglesia casi siempre han caminado juntos y aunque los primeros aparentaban ser los más fuertes y autoritarios, eran los sacerdotes quienes imponían sus criterios e intereses. 

El faraón era agasajado como un Dios, pero estaba obligado a sostener económicamente al resto de los dioses y a sus servidores, a través de rituales y ofrendas a fin de mantener el orden terrenal y el universal. El Estado no solo mantenía a la gran multitud de sacerdotes, sino que construía los diferentes templos que éstos le sugerían. A cambio de tan gigantesco sacrificio económico, los sacerdotes y el propio faraón, como representante de Dios en la tierra, simulaban interactuar con los dioses para conseguir sus propósitos. 
Tanto fue así que, con el paso de los siglos, el poder de los sacerdotes fue en aumento al tiempo que el de los faraones fue declinando. Para mantener su poder, los sacerdotes inculcaron las creencias religiosas en los propios faraones que llegaron a creerse hijos de aquellos mismos dioses. La creencia en una segunda vida puso a los propios faraones en manos de una élite de sacerdotes que, aunque aparentemente estaban en segunda fila, eran quienes en realidad implementaban sus órdenes al propio faraón. 

Las prácticas funerarias fueron haciéndose más complejas, proveyendo al difundo de todo cuanto pudiera necesitar en la segunda vida, después de la muerte. Según su religión, todos los dioses estaban involucrados en la naturaleza y en la sociedad humana y, aunque bajo las órdenes de los sacerdotes, era el faraón quien ostentaba la representación de Dios en la Tierra.
Creció pues la tradición religiosa y también la creencia en el más allá y las consiguientes prácticas religiosas. El mundo de lo divino y el de lo humano estaba enlazado de tal manera que una cosa no podía caminar sin la otra. Era sin embargo un sistema politeista muy complejo que la sociedad respetaba pero que apenas podía comprender. Había deidades con diferentes roles mitológicos de alto nivel y las había menores, con funciones limitadas o menores. También los plebeyos sabios y distinguidos podían deificarse. El aspecto de las deidades eran abstractas. Anubis, por ejemplo, tenía figura de chacal y color negro como la carne momificada, aunque los había con diferente presentación. 

Monthu era el Dios de Tebas pero años después fue sustituido por Amón. Los enlaces entre deidades podían incluso crear una deidad compuesta. De la relación de Amón con Ra resultó pues el culto a Amón-Ra. 
El faraón Akenatón (Nuevo Imperio) abolió el culto a los diferentes dioses, en favor del Dios Atón. Sin embargo sus sucesores volvieron al politeísmo y Akenatón fue declarado hereje. Posteriormente la religión egipcia se centró en Ma'at, dios del cosmos que perpetuaba los ciclos de la naturaleza. Entre esos eventos estaba la inundación del Nilo, la sucesión de los faraones y el recorrido diario del sol (Ra) a través del cielo. Ra viajaba sobre la tierra (Geb) a través del cielo (Nut), ambos separados por Shu el dios del aire. Cada día Ra hacía este viaje para renacer al día siguiente. En el intérvalo de la noche (Duat) Ra atravesaba zonas sensibles habitadas por los espíritus de los fallecidos, entre ellos los de los faraones, que eran puentes entre lo divino y lo humano. 

Por último hay que decir que los egipcios fueron desarrollando creencias sobre la muerte y el más allá hasta convertir la "segunda vida" como principal objetivo...
Con la unificación de Egipto, hacia el 3.000 a.C., algunas deidades crecieron en importancia y también el culto al faraón. Las pirámides y los grandes templos mortuorios sustituyeron a las mastabas como tumba para los faraones y Ra creció en influencia terrenal mientras Osiris dominaba el más allá. 
Los gobernantes tebanos se convirtieron posteriormente como faraones de Egipto situando a Amón como dios supremo, unido a Ra como antiguo patrón de la monarquía. Ya más profesionales, los sacerdotes describían entonces el poder universal de Amón. Aunque Akenatón impuso durante su reinado su criterio a favor de Atón, sus sucesores desmantelaron sus monumentos. Finalmente el poder del faraón fue declinando y aunque bajo la dinastía ptolemaica los griegos mantuvieron la religión egipcia como propia posteriormente, con la presencia romana, los templos egipcios iniciaron su decadencia. Pocos siglos después llegó a Egipto una nueva religión monoteísta, la cristiana, que se extendió con rapidez haciendo que los dioses egipcios se desvanecieran. Egipto pasó a convertirse en provincia bizantina pero, tras diferentes avatares, el año 639 fue conquistado por los árabes islamistas. Aunque musulmanes y cristianos comparten una historia común actualmente y con el 90%, el islam es la religión oficial de Egipto, mientras que el 10% restante son cristianos ortodoxos de la iglesia copta. Una vez más queda patente que en este mundo nada, nada es para siempre...

RAFAEL FABREGAT