Madrugar y acostarnos pronto no es precisamente lo que nos gusta a los españoles. Ahí está el quid de la cuestión. En la batalla por evitar el sobrepeso juega un papel muy importante el horario de las comidas. Uno de los últimos estudios al respecto ha demostrado que una misma cantidad de calorías engordan más o menos dependiendo la hora del día en la que se ingieren. Los estudios, publicados en la revista científica "Cell Metalobism", concluyen que el hecho de ingerir toda la comida diaria con 10 horas de diferencia (como máximo) alejaría los peligros de diabetes, colesterol y obesidad. El estudio confirma la importancia que tiene el horario en los efectos metabólicos de una posible dieta.
Por cuestiones genéticas el cuerpo humano, como en la mayoría de los animales, entiende la noche como tiempo para el reposo y el día como momento adecuado para alimentarnos. Por la mañana la insulina funciona mejor y nuestro cuerpo está mejor preparado para metabolizar los azúcares, mientras que por la noche sube la melatonina y hay mayor intolerancia a la lactosa. Cuando no hay un horario determinado para alimentarnos el reloj biológico se vuelve plano, no funciona con normalidad. Los ciclos normales de luz (día) y oscuridad (noche) resultan insuficientes para marcar el ritmo cicardiano.
La cena debería ser hacia las 8 de la tarde/noche. Está perfectamente claro que las 10 de la noche no es un horario racional de comida para ningún ser de alimentación diurna. Estos horarios son sin duda los mejores para mantener un metabolismo sano y bien regulado. Otra cosa también importante es mantenerlo en el tiempo, creando una rutina beneficiosa que fije el citado ritmo cicardiano. Nuestro cuerpo está preparado para alimentarse en horario solar y más por la mañana que por la noche. Comer sanamente y hacerlo dentro del horario adecuado para el ser humano, colaboraría en gran medida a vivir más y mejor. Ya no solo como cuestión estética, sino también saludable.
RAFAEL FABREGAT
No hay comentarios:
Publicar un comentario