Los amantes del románico y de la Historia, no pueden pasar de largo Zamora. Sin embargo eran ya varias las veces que, por estar fuera de las rutas habituales, había quedado en mi tintero.
Prácticamente visitadas todas las provincias españolas, el románico zamorano quedaba siempre pendiente para una próxima ocasión, una oportunidad que no llegaba nunca.
- Hasta aquí hemos llegado -le dije un día a mi mujer- ¡Nos vamos a Zamora!
Esta clase de sorpresas nunca le han molestado a mi señora.
Aunque nuestra cultura es muy limitada, nos gusta viajar y nos gusta la historia. Con ella, los castillos y las iglesias, las ruinas y los museos, desde la ermita románica más humilde hasta la catedral gótica más suntuosa. Los parques y jardines, los diferentes mercados de cada zona y las costumbres de sus moradores. Para nosotros todo lo nuevo, todo lo diferente, es atractivo e interesante... Pero eso no impidió que la primera noche fuera para Salamanca.
Prácticamente visitadas ya todas las capitales de provincia españolas, el viaje era exclusivo para Zamora capital aunque, naturalmente, aprovecharíamos para ver algunas cosas que no quedaban tan lejos. Ya con los hoteles reservados, la salida desde Cabanes fue a primera hora de la mañana con destino a Salamanca. Añoranza de viajes anteriores nos llevó a pernoctar en esa ciudad. Instalados en un céntrico hotel, junto a la Plaza Mayor, recorrimos buena parte sus calles peatonales, pasando una vez más ante nuestros ojos la Universidad, Casa de las Conchas, Catedrales Nueva y Vieja, la Casa Lis y un largo etcétera. La noche se echaba encima y para ser el primer día estaba más que bien aprovechado. Aperitivo en una de las terrazas de la Plaza Mayor y un ratito después nos encaminamos hacia el restaurante. Nada de sopas, que sería lo aconsejable para una cena de viejos. Una buena ensalada y... en Salamanca el cochinillo (tostón) también lo hacen muy rico y el lechazo lo bordan.
- Ya habrá tiempo para sopas -nos dijimos.
A la mañana siguiente no madrugamos. Zamora está a a apenas 70 Km. de Salamanca por lo que, tras el correspondiente desayuno, salimos hacia la autopista A-6. A media mañana ya habíamos llegado y habíamos tomado habitación en hotel muy céntrico y próximo al mercado central. Inmediatamente nos echamos a la calle. Zamora la bien cercada, como bien la llamó Fernando I tras legarla a su hija Doña Urraca.
La parte antigua de la ciudad mantiene un aire medieval de gran belleza. Zamora no es una ciudad, sino un museo. Principalmente, un museo del románico. Son muchas las cosas que ver y que admirar en esta ciudad, pero todas están a tiro de piedra. Una estrecha y larga calle empedrada lo une prácticamente todo. Los monumentos finales del recorrido son la extraordinaria Catedral románica y el Castillo de Doña Urraca, pero el camino está salpicado de Iglesias románicas que, en número no inferior a 20 mantiene boquiabiertos a los turistas y transeúntes ocasionales.
Zamora se asoma al Duero, desde el que se divisa una extraordinaria panorámica del Castillo y de la Catedral. Toda ella extraordinaria, de la catedral es destacable el cimborrio y la poderosa torre. Hasta el siglo XII perteneció a la diócesis de Astorga. Todo el casco antiguo es un monumento histórico-artístico. Murallas, Puertas, Palacios renacentistas, la Casa del Cid, el Portillo de la traición, Cúpula de la catedral, Castillo. Todas las iglesias visitadas, alrededor de veinte, son de estilo románico a cual más extraordinaria. De todas formas podemos destacar la...
- Iglesia de la Magdalena. (s.XIII)
- Iglesia de San Claudio. (s.XII)
- Iglesia Santa María de la Horta. (s.XIII)
- Iglesia Santa María la Nueva. (s.XII)
- Iglesia de Santiago del Burgo. (s.XII)
Pero la lista sigue y sigue, hasta superar la veintena.
Con aquella primera tarde y todo el día siguiente, consideramos que la visita estaba realizada. La siguiente pernoctación estaba prevista en Astorga pero antes queríamos pasar por Toro. No solo de pan vive el hombre...
Si excelente es el vino de Toro, no lo es menos la Colegiata de Santa María la Mayor. ¡Extraordinaria! Nos regalamos una breve visita por la ciudad y dos cajas de vino y salimos hacia Astorga.
Se imponía buscar nuevamente la A-6 y tomar dirección La Coruña. Como había tiempo suficiente, pasado Benavente decidimos girar breve visita a León, que no fue tan breve.
La Catedral de León es mucha catedral pero, cuando uno se cansa de admirarla, todavía te quedan muchas cosas que ver. La Basílica de San Isidoro, la Casa Botines y todo el interesante casco antiguo de la ciudad donde las mujeres, ya se sabe, quedan subyugadas por los manteles y bordados, típicos de la zona.
Comimos en un popular restaurante de la Calle Ancha y acto seguido salimos nuevamente a la carretera. Nos esperaba, ahora sí, Astorga.
En Astorga no solo hay buenos mantecados y polvorones. Es una ciudad que se patea fácilmente en medio día, pero son horas de gran intensidad. Nuestro hotel, como no podía ser de otra manera, estaba ubicado en el centro neurálgico de la ciudad, junto a la Catedral y enfrente mismo del Palacio Episcopal de Gaudí que, por cierto, si espectacular es por fuera por dentro
todavía se supera.
La Semana Santa estaba próxima y en su Plaza Mayor había desfile y concurso de Bandas y Cornetas de las diferentes Cofradías que nos proporcionaron un interesante espectáculo. Lo cierto es que lo teníamos demasiado fácil. Si todo lo mejor de Artorga se divisaba desde nuestra habitación, entre las paredes del Hotel donde pernoctábamos estaba el restaurante más emblemático de la ciudad. Los principales objetivos del viaje estaban cumplidos, pero al viaje le quedaba una etapa en el tintero.
Un poco retirada del la autopista A-6, al salir de Astorga a la mañana siguiente, la buscamos de nuevo para seguir en dirección La Coruña. El viaje tenía pendiente una noche de Hotel en Ponferrada, la capital del Bierzo y del "Botillo". Allí nos encaminamos aunque, para sorpresa de mi mujer, la pasamos de largo. En mi mente había una breve visita a Villafranca del Bierzo. A la entrada ya te sorprende su interesante Puente romano, después la iglesia románica del Santiago y su Puerta del perdón, el castillo de Pedro de Toledo, la Colegiata de Santa María (gótico-herreriana) y el Convento de San Francisco, fundado por San Francisco de Asís.
Cansados, tomamos unas copas de fresquísimo Chardonay y regresamos hacia Ponferrada.
Tampoco esta interesante ciudad nos defraudó. Rompiendo nuestra costumbre el hotel no era céntrico (AC), pero sí estaba en la calle principal de acceso a todos los lugares emblemáticos. La oferta no era grande, pero acceder a su plaza Mayor por la calle del Reloj y visitar la Basílica de la Virgen de la Encina, el edificio del Ayuntamiento y la Casa de la Radio (Luís del Olmo) tenía su interés. En las proximidades de la Plaza no faltan restaurantes donde probar los platos típicos de la comarca del Bierzo. Tras una larga sobremesa quedaba pendiente la visita al monumento estrella de Ponferrada, que es su Castillo Templario y allí nos dirigimos.
Originalmente Castro y posteriormente Ciudadela romana, la pequeña Fortaleza de Ponferrada fue donada en 1.178 a la orden del Temple por Fernando II de León que expide fuero, dos años después, para la repoblación de la villa. Tras la muerte en Enero de 1.188, contraviniendo su voluntad de ser enterrado en la catedral de Santiago de Compostela, lo hacen en Benavente. Cumpliento los deseos de su padre, el 4 de Mayo del mismo año, Alfonso IX traslada sus restos a la catedral de Santiago, que desde entonces descansan en la Capilla de las Reliquias, junto a su madre la reina Berenguela y de su abuelo Raimundo de Borgoña, esposo de la reina Doña Urraca I de Castilla y León, todos ellos junto a la tumba del Apóstol Santiago.
El viaje no había sido largo, pero sí intenso. Empapados de monumentos y de Historia, procedía el regreso a Cabanes. (840 Km.)
- Un poco lejos para hacerlo de un tirón -nos dijimos.
Simple excusa para hacer escala en Valladolid, otro de nuestros destinos predilectos. El recorte era de tan solo 240 Km., pero nos permitía pasar una tarde-noche en una ciudad gratamente recordada.
Confirmamos reserva en el Hotel Zenit Imperial. En el centro neurálgico de la zona vallisoletana de tapas y junto a la Plaza Mayor, todo lo más interesante de Valladolid está relativamente cerca.
- Mercado del Val,
- Monasterio de San Benito el Real,
- Colegiata de Santa María,
- Iglesia de Santa María la Antigua,
- Iglesia conventual de San Pablo
y un largo etcétera que ya conocíamos de antemano.
Grata parada en el camino que al día siguiente, ya sin más demoras, puso fin a este viaje al corazón de las tierras de Castilla-León. Origen de hombres valientes que situaron a España en el lugar más alto de la Historia.
EL ÚLTIMO CONDILL
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