Los chinos, como Reyes de Oriente que son, encabezados nada menos que por su vicepresidente (Li Kequiang) llegaron a España con un pan debajo del brazo. Los ministros de economía, industria y turismo estaban que no cabían en sus trajes. En primer lugar por los contactos comerciales suscritos (más de 5.000 millones de euros) y el segundo porque la visita supuso un respaldo a las políticas del gobierno actual. El "amigo" Li afirma que le gustan las reformas emprendidas por nuestro gobierno y que va a ayudarnos en todo lo posible, es decir, que va a soltar "la mosca". Hasta el más burro de los mortales sabe eso lo que eso significa.
Cierto es que, en la tienda del aceite de oliva, del buen vino y del mejor jamón, se han gastado unos dos mil millones de euros y más de tres mil en Repsol pero, aún así, el desequilibrio de la balanza de pagos supera en unos quince mil los millones de euros a su favor. No han venido solo a comprar nuestro excedente de artículos de calidad especial, que también, si no a comprar nuestra deuda y ahí es donde el vice-primer ministro chino entra en juego.
Se dice que, ya poseedores del 20% de lo que está actualmente en manos extranjeras, en esta visita adquirirán 6.000 millones de euros más.
¡Uy, que bien! -dijo el presidente frotándose las manos, ante la desaparición de la guillotina que amenazaba sobre su cabeza y (especialmente) sobre la nuestra. ¡Sí, sí!, pero... ¿A cambio de qué?. De momento los chinos han comprado media provincia española, o lo que es peor, nuestra libertad.
En este triste momento de la economía española, todos sabemos lo que significa estar endeudado. El Banco, en este caso los chinos, te prestan el dinero sí pero... ¿Con qué interés y a cambio de qué garantías?.
Porque instantes antes de la firma, con una sonrisa en la cara, el vicepresidente chino increpó a nuestro actual presidente diciéndole que no duda de la "palabra" (garantías) de España y de los españoles.
En esto de la política, ya se sabe. Unos hacen los préstamos y otros (si pueden) los devuelven y si no quedan como cerdos, por culpa de los demás, perdiendo las garantías o mendigando las migajas de oxígeno que quieran darte. Hay que ver lo que han trabajado y trabajan esos chinos, para llenar el mundo de productos a bajo precio, obligando a los fabricantes de nuestros países a cerrar y muriéndonos ahora todos de asco. Diariamente, millones de contenedores de mercancías chinas invaden todos los puertos del mundo, mientras las industrias del resto de países cierran por falta de pedidos, echando a la calle a sus trabajadores.
Yo lo siento mucho ¡y espero equivocarme! pero esto no me suena a chino, si no que me recuerda la usura judía de épocas medievales.
Ahora entramos en la tercera fase. Arruinados los países, quien se llevó el dinero a cambio de baratijas, te lo vuelve a prestar. Así se funcionaba en el medievo y a raíz de eso vinieron los holocaustos.
Aquellos, los judíos, prestaban el dinero a los cristianos y ante las dificultades del acreedor, sistemáticamente se dedicaban a despojarles de sus bienes. La diferencia es que judíos había pocos y, cuando la cuenta se hacía demasiado larga se los cargaban, pero ahora los tiempos son otros y los chinos muchos. Y, además, ¡con potencia nuclear...! ¿Qué pasará si la cuenta se alarga de forma desproporcionada?. ¿Es esto, acaso, una forma de conquista sin armas?. ¡Lo más seguro!. Cuando los delanteros de un equipo están continuamente asediando la portería contraria, solemos decir que ¡se está fabricando un gol!.
Pues bien, visto el rumbo de las cosas... ¡creo que este gol va a ser de dos pelotas!. Si no es así, ¿qué es lo que se está fabricando actualmente?. Porque yo no creo que los chinos estén dispuestos a trabajar (como chinos) para que nosotros estemos tomando el sol, viviendo de ayudas y subvenciones.
Y, si no es así... ¿Que es lo que se está cocinando?.
RAFAEL FABREGAT
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