Los que me conocen ya lo saben. Desgraciadamente nunca he sido lameculos de nadie, más me hubiera valido, pero cada cual es como es. Hijo de gente de izquierdas y mal mirado por las 'derechas' he sufrido tropiezos injustificados que no se los deseo a nadie, más que a uno, idiota de nacimiento y criado como tal, puesto que ya sus padres fueron los principales del pueblo en el campo de la idiotez y del codo en alto en toda festividad y fuera de ella. Los dos verdaderos culpables están pudriéndose en el cementerio y el cuarto de la contienda... De ese no voy a decir nada puesto que justo le viene el saber quien es y a donde va. Todo eso para decir, repito, que jamás tuve la más mínima relación con autoridades locales de ninguna índole. Sencillamente no me va.
Con las autoridades locales lo justo, con los curas menos todavía y con la Guardia Civil cero. De las autoridades locales he recibido muy pocas alegrías y sí muchos varapalos. De las autoridades eclesiásticas, más desamparo que magnanimidad. Por contra, en las escasísimas ocasiones en las que he necesitado algo de la Guardia Civil, siempre he encontrado buena disposición y buenas maneras. Es cierto que hubo una desagradable excepción, porque son hombres al fin y al cabo y como tales no falta la 'oveja negra' que de la excepción haga la regla pero, no pudiendo dar el 10 como nota, sí que puedo darles un 9,50 y me quedo corto.
No se qué tipo de estudios se llevan a cabo para entrar en el cuerpo de la Guardia Civil, pero su educación supera con mucho a la de la mayoría de los maestros. Cierto es que si te pillan en medio de una infracción la pagas, pero así debe ser.
Desde que tenemos el negocio de Distribución en el Polígono Industrial ya van tres o cuatro veces en las que los hemos necesitado.
Siempre hemos sido atendidos con una consideración exquisita.
Anoche mismo fue la última. Hacia las 21,30 horas, noche cerrada y lloviendo, llamaron al timbre de la puerta de casa.
- Buenas noches. Somos la Guardia Civil, ¿puede bajar un momento?.
Nosotros somos de la antigua usanza y el nombre de la Guardia Civil todavía nos impone bastante. Abro la puerta con el portero automático y bajo de inmediato al portal.
- Buenas noches. ¿Qué pasa? -digo sin más preámbulos, pues cuando ellos van a tu casa es por algo.
- Usted es el dueño de la empresa EFASE, ¿verdad?.
- Sí señor. ¿Qué ocurre?.
Como sucede en estos casos, siempre te pones en lo peor y los guardias, quizás viendo mi cara de susto me aclaran de inmediato...
- Tranquilo, no pasa nada.
Estábamos haciendo la ronda por el Polígono y nos ha llamado la atención que, a estas horas de la noche y más siendo domingo, la puerta de su almacén estaba abierta y la alarma sonando. Viendo que no había luz en el almacén ni en las oficinas y estando allí su coche, hemos pensado en un posible robo o que le hubiera pasado algo. De todas formas hemos accedido al interior y no viendo nada raro creemos que quizás se hayan podido dejar la puerta abierta en un despiste.
Así era. Por la mañana había ido un momento al almacén con el Terrano y, para hacer un poco de ejercicio, había regresado caminando. Había pasado los cerrojos e instalado la alarma, pero había salido por la puerta de las oficinas, olvidando que la del almacén había quedado entornada, pero abierta. La gente se queja de la presencia de la Guardia Civil, más aún si te vas a casa con alguna multa, pero yo creo que a nuestro pueblo le viene muy bien el tener una de las Casa-cuartel de la Guardia Civil más importantes de la provincia, algo que supongo quedará de forma permanente debido a la proximidad del aeropuerto de Castellón. Debemos alegrarnos de tenerlos cerca pues sin duda será mayor el beneficio que los problemas. Al fin y al cabo, ellos casi no se ven, pero están y están para nuestra tranquilidad. Gracias por su ayuda y buena disposición.
RAFAEL FABREGAT
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