Cuando Cristóbal Colón descubrió América hacía ya más de 2000 años que se jugaba a la pelota. En Centroamérica el caucho se había descubierto en tiempos remotos y los Mayas le dieron un uso más al confeccionar con sus tiras pelotas con las que llevar a cabo un juego sagrado. Dos equipos, que podían ser de dos a once jugadores, se enfrentaban haciendo pasar aquella burda pelota de más de dos kilos de peso por un aro de piedra que había adosado en la pared del rectángulo de juego, a unos dos metros del suelo.
El juego tenía no poca dificultad, puesto que la pelota no podía ser tocada con las manos ni con los pies, ni tampoco tocar el suelo, pero el premio bien que valía la pena. Los que ganaban eran sacrificados a Dios y, por curioso que nos parezca, todos querían ganar...
Para protegerse de los golpes de tan dura pelota, los contendientes llevaban hombreras y rodilleras vendajes de tiras de caucho y hasta cascos de cuero o madera. Había que protegerse para llegar al final del partido en perfectas condiciones, con las que enfrentarse a la muerte si tenían la suerte de ganar.
Cortés y Pizarro, aprovechando el odio permanente que había entre las gentes mesoamericanas, consiguieron conquistar al ejército de 80.000 hombres de Atahualpa con tan solo 168 soldados y sin sufrir ninguna baja. Los españoles no iban solos. Sus armas de fuego y los caballos, animal desconocido en aquellas tierras, que los transportaban a la velocidad del viento, hizo que fueran vistos como auténticos dioses. Eso y el incondicional apoyo de los pueblos oprimidos, hizo que Mayas, Incas y Aztecas fueran derrotados sin apenas derramar una sola gota de sangre. Grandes fiestas y espectáculos fueron organizados en su honor y, entre ellos, varias partidas de pelota.
El caucho era desconocido en Europa y los españoles quedaron sorprendidos de su elasticidad y del poder de rebote que tenían las 'bolas' elaboradas con tiras de aquel extraño material. Tanto fue así que, en su primer viaje de regreso a España Hernán Cortés le llevó al rey una de aquellas pelotas que toda la corte miraba con cierta extrañeza, pues ignoraba de que se trataba. Ya delante del rey Carlos I y ante el estupor de todos los presentes Hernán Cortés lanzó la pelota a escasa distancia de los pies del monarca y está rebotó y voló por los aires. Nadie había visto nunca prodigio semejante. Claro que de ahí a inventarse el fútbol actual habrían de pasar algunos años más...
Con el tiempo se descubrió que los chinos ya jugaban a la pelota en el siglo V a.C., lo cual les considera primeros en el arte de este juego precursor del fútbol que actualmente conocemos y que se empezó a jugar por primera vez en la Inglaterra del siglo XVIII, aunque las normas del juego no se implantarían hasta bien entrado el siglo XIX. Hasta entonces se jugaba con la pelota pero sin otra norma que la simple distracción de lanzársela unos a otros. Alguien se dio cuenta entonces de que aquello podía ser algo más serio, en el caso de que hubiera unas normas que regularan el juego. Pues nada, hasta hoy, cuando cientos de jugadores ganan los millones ¡a patadas!, en estadios con 100.000 espectadores.
RAFAEL FABREGAT
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