El archipiélago fue descubierto en 1506 por el portugués Tristâo da Cunha que les dio su nombre. En los siglos XVII y XVIII, Francia, Holanda e Inglaterra consideraron la posibilidad de tomar posesión de estas islas como Estación de aprovisionamiento de los barcos en su ruta hacia Oriente pero desistieron ante las dificultades de amarre. Por su "proximidad" con la Isla de Santa Elena, convertida en prisión de Napoleón Bonaparte en 1815, las islas fueron anexionadas por la corona británica en 1816 a fin de evitar su conversión en base francesa para un posible rescate. Desde entonces ha mantenido una población próxima a las 300 personas en el asentamiento denominado Edimburgo de los Siete Mares, llamado así en honor del príncipe Alberto que la visitó en 1867 con motivo de su vuelta alrededor del mundo.
Edimburgo de los Siete Mares es el principal asentamiento de la Isla Tristán de Acuña. Sus habitantes lo llaman simplemente "El Asentamiento" y en este momento está habitado por 271 personas. Su nombre inicial fue Fort Malcom. Una guarnición militar ocupó la isla hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial. La ciudad sufrió importantes daños en 1961 con motivo de la erupción del Pico de la Reina María, montaña que forma la isla. Todos sus habitantes fueron evacuados al Reino Unido. Dos años después los que quisieron regresar fueron llevados nuevamente a la isla y procedieron a la reconstrucción de las partes afectadas por el volcán.
En agradecimiento al pueblo que los acogió en el Reino Unido (Calshot) se rebautizó el pequeño puerto de la isla con este nombre. La mayor parte de sus construcciones son de una sola planta, pero dispone de todos los servicios necesarios, como pueden ser Correos, Iglesia, Hospital, Escuela, Supermercado y hasta un pequeño museo. También dispone de bares y restaurantes, un centro de información turística y hasta una fábrica para el manufacturado de su pesquería, principalmente langostas, ya destrozada en la erupción de 1961 y construida nuevamente en 1963. Sus productos congelados se exportan principalmente a la Unión Europea.
Un lugar tranquilo, sin duda...
RAFAEL FABREGAT
Interesante.
ResponderEliminarNo se si podría vivir en medio de la nada...
Me encantaría, conocer el lugar ,
más que todo por conocer el carácter de sus habitantes.
Supongo que ,la situación geográfica ,influirá en ello.
Vivir sin "stress"supongo; que hará ver las cosas de diferente manera.
Demasiada tranquilidad Alejandra. A la gente de hoy nos gusta viajar, aunque solo sea al pueblo de al lado y en Tristán de Acuña no hay otro pueblo al que visitar. Un abrazo.
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