12 de octubre de 2015

1912- LOS PELAGATOS.

En un país como España, donde más de cuatro creen ser el ombligo del mundo, abundaban los "pelagatos". No como oficio en sí, pero sí por emplearse la carne de este animal como fórmula para fermentar diferentes vinos. Que más quisiera yo, que saber cuales eran esas bodegas simplemente para evitarlas. De hecho, cuando se detectaba alguna partícula grasa en el borde del vaso, se le llamaba "vino con gato" pero se seguía bebiendo. Así de bueno su sabor o grande la sed de los comensales. Su uso frecuente en las comidas y bebidas de tiempos medievales, puso de moda la expresión de "dar gato por liebre", lo cual nos indica que había mucha hambre, o que su sabor no era del todo malo. Una de las primeras recetas escritas de las que se tiene constancia es del Cocinero Mayor del rey Fernando I de Nápoles. 


El famoso cocinero real, Rupert de Nola, era catalán y autor de uno de los primeros libros europeos sobre cocina. Editado en 1477 se titulaba "Lo Llibre de Coch", un verdadero "best seller" que se editó cinco veces en catalán y se tradujo después al castellano en varias ediciones. La primera edición en castellano vio la luz en 1525 y una de sus recetas más famosas fue el gato asado, también llamado "Gato como se quiera comer". Se dice de él que "se puede comer de él porque es muy buena vianda, excepto los sesos, puesto que comiendo de ellos podría perder el juicio quien los comiere". 
La frase no invita precisamente a degustar tan "sabroso" manjar. En las sucesivas ediciones del famoso libro de Rupert de Nola, la receta del gato asado fue eliminada, pero ahí sigue plasmada en las ediciones de 1525 y 1529. Tradicionalmente, en Europa el uso del gato siempre ha sido considerado comida de pobres, clases más bajas de la sociedad. De este animal nada ha sido tan estimado como la piel. La carne siempre ha sido comida por los más menesterosos, pero las pieles volvían a manos de los ricos para hacer con ellas las bolsas en las que guardar sus doblones y así lo escribía Fray Hernando de Santiago en 1606 en su libro "Consideraciones sobre los Evangelios" editado en el Valladolid de 1606.


Nada más habitual, aún en el presente siglo XXI, que llamar "pelagatos" a quien no tiene bienes que disfrutar. El consumo de gato, al horno o guisado, todavía era totalmente habitual en el Perú de finales del siglo XX. De hecho todavía se consume hoy en algunas localidades próximas a Lima. En algunos pueblos de la región de Conchucos a los comensales de este plato típico se les llama "mishikankas". Se trata de platos variados, donde el gato forma parte de las diferentes maneras de preparación. Esta gastronomía forma parte de las celebraciones del mes de Julio en torno al Festival Mishirock, donde esta carne se presenta de diferentes maneras: Chicharrones, asados, pucheros, gatitos al horno, o el típico guiso seco de gato.


En Lima y con motivo de la fiesta de Santa Efigenia (Septiembre) se celebraba la Carrera de gatos, una carrera forzosa puesto que el gato corre simplemente por querer escapar de un cohete que le ha sido atado a su cola. Tras la carrera, agotados por el miedo y el cansancio, los gatos eran sacrificados y comidos. Esta celebración fue anulada el 8 de Octubre de 2013 por denuncia de la Asociación Defensora de las Mascotas. Por tratarse de un animal domesticado, el amparo de los jueces fue más allá y prohibió en esta ciudad la celebración del Festival y su consumo en cualquier época del año. A partir de entonces, esta gastronomía ha pasado a la clandestinidad. También en Rosario (Argentina) se utilizaba esta carne para alimentar a los niños desamparados, motivo por el cual se llamaba a los rosarios "comegatos". Solo los chinos, comen 4 millones de ejemplares al año.

RAFAEL FABREGAT

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