Pues sí, así califican desde Europa a Puerto Rico puesto que, al parecer, la isla atraviesa una grave crisis que la deja con escaso margen de maniobra. El pasado 14 de Junio los 700.000 portorriqueños que viven en Nueva York celebraron su Fiesta Nacional con un desfile multitudinario que para nada reflejaba la situación real de su país. Todos no irían en el desfile claro, pero sí muchos de ellos. Coincidiendo siempre con el segundo domingo de Junio esta fiesta expresa su orgullo patrio, a pesar de no tener soberanía propia ni categoría constitucional como uno más de los Estados Unidos.
La Quinta Avenida se inundó de banderas de Puerto Rico, salsa atronadora y decenas de carrozas con vestidos tradicionales y cientos de espectaculares bailarinas en biquini. Digamos que éstos están "a salvo" de los problemas que se les pueden presentar a los que quedaron en la isla, pero también aprovechan para pedir antiguas reivindicaciones de independencia o de avances hacia un Estado más de Norteamérica que les otorgue derechos de los que ahora carecen.
Que Puerto Rico tiene materia prima nadie puede negarlo. Falta, eso sí, encauzarlo todo para su correcto aprovechamiento. Aunque los Estados Unidos no presionan en demasía, todos saben que la deuda con ellos es impagable y esperan una solución que les dé solución y garantías, puesto que en este momento las finanzas públicas de Puerto Rico están en un callejón sin salida. La isla debe 72.000 millones de dólares a Norteamérica, una minucia comparada con los 320.000 millones que adeuda Grecia a Europa, pero suficientes para que se hayan despertado las alarmas. La debilidad económica de Puerto Rico ha provocado su estancamiento, el aumento de la deuda y la emigración de sus gentes, haciendo imposible su recuperación.
Despertadas las alarmas, de pronto, la isla caribeña es vista como un serio peligro para las finanzas estadounidenses. Nadie recuerda los muchos beneficios obtenidos desde su adhesión forzosa en 1898 cuando EEUU la invadió arrebatándosela a una Corona Española debilitada por sus revoluciones internas y problemas sucesorios. Ya nadie se acuerda de las excelentes playas y buenos mariscos que en vacaciones disfrutan los estadounidenses a precios de risa, cuando buena parte de los isleños apenas pueden llegar a fin de mes con los exiguos beneficios de su trabajo. Muchos pensábamos que Puerto Rico era el niño mimado de los EEUU para acallar sus voces de protesta, pero parece que no es así.
Cientos de negocios están liquidándose por falta de luz al final de un túnel que nadie sabe si tiene salida. Los Estados Unidos cuidaron el "huerto" mientras les fue de utilidad pero últimamente parece que se han desentendido de sus obligaciones, ante la incapacidad de recoger sus inversiones. Es la vida, el mundo de las políticas totalitarias. Cuando una finca deja de ser rentable se abandona, de la misma manera que se abandonan las plantas y árboles que contiene y a los que en ella laboran.
RAFAEL FABREGAT
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