No es difícil caminar por la Historia, lo realmente imposible es hacerlo por el camino de la verdad y más aún tener la forma de acreditarlo. Según los libros del Génesis o Antiguo Testamento, Taré, padre de Abraham y abuelo de Isaac, era la 10ª generación de Noé, a través de su hijo Sem. Debemos pues entender que Jacob, hijo de Isaac y nieto de Abraham, era la 13ª generación de uno de los viajeros del Arca de Noé y supervivientes por tanto del Diluvio Universal. Si nos atenemos a los datos que proporciona La Biblia, pocos habitantes había por tanto en el planeta cuando las aguas descendieron, aunque en este momento hay datos suficientes para saber que no fue tal diluvio ni tan universal. Efectivamente hubo una gran inundación en la zona, que daría fundamento a la leyenda, pero fue bastante más local de lo que nos cuenta el Antiguo Testamento.
Según la NASA, la inundación pudo estar provocada por la caída de un meteorito. La versión más compartida por los científicos habla de la caída, 7.500 años atrás, de un meteorito de grandes proporciones sobre el mar Negro, entonces un lago de agua dulce de dimensiones muy inferiores a las actuales y habitado en sus orillas. El enorme impacto abrió paso al Mediterráneo por el Bósforo aumentando el nivel del (lago) Negro a razón de 30 centímetros diarios. Esta teoría se basa en el hallazgo de fósiles de agua dulce y salada en un mismo lugar. Otra teoría apunta la posibilidad de una intensa actividad sísmica en la región mediterránea y consiguientes tsunamis que golpearían la costa con violencia inusitada, sumergiendo a cientos de ciudades antiguas. "Y murió toda la carne que se movía sobre la tierra" -concluye el Génesis.
De aquel Diluvio excepcional se salvaron Noé y su familia. Entiéndase su esposa y sus tres hijos (Sem, Cam y Jafet) con sus tres esposas. Como hemos dicho, nuestro personaje (Jacob) era pues descendiente de Sem en treceava generación.
Cuenta el relato bíblico que Jacob era el segundo de los dos mellizos que tuvieron Isaac y su esposa Rebeca. Ante las grandes convulsiones que ambos hermanos protagonizaban en el vientre de su madre, ésta consultó a Dios por el motivo de tanta lucha y Éste le dijo que dos naciones muy distintas estaban formándose en su vientre. Parece ser que a su regreso de caza y no habiendo otra cosa disponible, el hijo mayor (Esaú) le pidió a Jacob el plato de lentejas que se estaba comiendo y por consejo de su madre éste se lo vendió a cambio de la primogenitura.
Cuando Isaac envejeció perdió gran parte de su visión hasta quedar prácticamente ciego. Ignorante del trato habido entre los hermanos, envió a Esaú a cazar para celebrar la comida previa al rito de la bendición que los padres daban a sus primogénitos. Siendo Esaú muy peludo y Jacob lampiño, Rebeca, que era favorable a Jacob, le mandó matar dos cabritos y traérselos a su padre para que fuera él quien recibiera la bendición paterna. Asados los cabritos, puso las pieles sobre cuello y manos de Jacob y lo acercó a su esposo para que lo bendijera como primogénito. Efectivamente Isaac dudó de la voz de Jacob y le pidió que se acercara y notando su frondoso pelaje lo bendijo pensando que era Esaú. Cuando llegó Esaú informó a su padre del engaño, pero ya era demasiado tarde.
Esaú juró matar a Jacob una vez su padre hubiese muerto por lo que su madre lo mandó a vivir con su tío Labán y le aconsejó que buscara esposa en la figura de alguna de sus hijas. Por su parte Esaú mandó a su hijo Elifaz en persecución de Jacob y lo alcanzó en Siquem. Jacob suplicó por su vida ofreciendo al sobrino todas sus pertenencias y Elifaz aceptó dejándole completamente desnudo. Este pillaje le sirvió a Jacob como excusa para llegar a la casa de su tío Labán con las manos vacías y sin dote que ofrecer a la novia. En este viaje a Harán, Jacob paró a descasar con su cabeza recostada sobre una piedra que al despertar vio que era el primer peldaño de una escalera que ascendía a los cielos. Desde lo alto Dios le mandó su bendición y acto seguido prosiguió camino.
Jacob llegó a la casa de su tío Labán y conoció a su hija menor Raquel de la que se enamoró perdidamente. Al cabo de un mes viviendo son sus familiares su tío Labán le ofreció la paga por el trabajo realizado esas cuatro semanas pero Jacob lo rechazó diciéndole que, ya que no había podido ofrecerle bien alguno por la mano de su hija Raquel, trabajaría con gusto siete años gratis para compensarle, por lo que Labán aceptó concederle a Raquel por esposa al finalizar el plazo. Jacob estaba tan enamorado de Raquel que, viviendo cerca de su amada, aquellos siete años le parecieron un corto espacio de tiempo pero, al completarse el plazo establecido, su tío le ofreció a su hija Lea bastante mayor y menos agraciada.
Lógicamente Jacob se quejó a su tío por el cambio, excusándose éste de que no podía darle a su hija más joven sin tener marido para la mayor. Le propuso entonces su tío que se quedase con las dos y por no renunciar a Raquel aceptó Jacob el trato, trabajando otros siete años gratis para su tío. Casado con ambas, Jacob amó a Raquel y despreció a Lea por lo que Dios, para castigarle, le dio muchos hijos a Lea (Rubén, Simeón, Leví y Judá) y ninguno a Raquel. Celosa de su hermana, Raquel le propuso a Jacob que procreara hijos con su criada Bilha y así lo hizo éste teniendo con ella a Dan y a Neftalí. También Lea tuvo entonces celos y pidió a Jacob que tuviera hijos con su criada Zilpa, que le dió a Gad y Aser. Volviendo a ser fértil, Lea tuvo a Isacar y Zabulón, además de una hija a la que llamaron Dina. Finalmente Dios le dio a Raquel dos hijos, José y Benjamín.
Después de veinte años fuera de casa Jacob le dijo a su tío que deseaba volver a las tierras que le vieron nacer por lo que Labán, en agradecimiento al notable aumento de sus bienes gracias al trabajo de Jacob, le dio a elegir una parte de las reses de su propiedad. Así lo hizo Jacob, pero los hijos de Labán alertaron a su padre de que Jacob estaba eligiendo las mejores cabezas de ganado y la actitud de su tío cambió radicalmente. Dios le dijo a Jacob que marchara del pueblo y sus esposas aprobaron la decisión de no comunicarlo a su tío y suegro, pero Raquel en represalia robó los iconos religiosos de la casa de su padre y cuando éste se dio cuenta los persiguió durante siete días. Cuando los alcanzó acusó a Jacob que nada sabía. Sentada Raquel sobre ellos no los encontraron.
Jacob y sus esposas siguieron camino hacia la "Tierra Prometida" y estando cerca de su destino mandó aviso de la llegada a su hermano Esaú, acudiendo éste con un ejército de 400 hombres. Temiendo lo peor Jacob se aclamó a Yahvé que le respondió ordenando que se deshicieran de los dioses ajenos que llevaran y que erigieran un altar en Bet-el al Dios que le protegió en su viaje hacia Harán, cuando huía de su hermano Esaú. También le dijo que ya no se llamaría más Jacob y que, en adelante, su nombre sería Israel. Llegado a donde estaban acampadas las gentes y rebaño de Jacob, Esaú le dio la más cordial bienvenida a su hermano y ambos prosiguieron el camino de sus vidas separadamente.
Ya en su lecho de muerte Jacob convocó a sus doce hijos y les bendijo. Poco tiempo después recogió sus pies y expiró. Ellos formaron las "doce tribus de Israel".
RAFAEL FABREGAT
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