María Antonia de Nápoles. |
Finalmente, ya en cuartas nupcias, Fernando VII se casó con su sobrina María Cristina Dos-Sicilias, hija de su hermana María Isabel de Borbón y las "cosas" funcionaron con normalidad.
María Isabel de Braganza. |
Mucho se habló del problema del rey en procrear y más aún teniendo en cuenta que el "problema" no era la falta, sino la sobra de "razones" para hacerlo. El médico y escritor francés Proper Merimée lo describió como "Totalmente extraño e inusual. Fino como una barra de lacre en su base y tan grueso como el puño en su extremidad". Claro, con semejantes y extrañas medidas, el "visitante" llamaba a la puerta pero no conseguía fácilmente entrar en el "castillo", doblándose por la retaguardia. Claro que a la cuarta llegó la vencida, de la mano de su sobrina María Cristina que tenía el puente levadizo de ancho mayor para que entrara más holgadamente la tropa.
María Josefa Amalia de Saboya. |
Tampoco al día siguiente y al otro y al otro, la reina quiso ni siquiera intentar lo que a todas luces intuía que no correspondía a su talla. Finalmente la Santa Sede, quizás ignorando lo del enorme tamaño del órgano viril de Fernando VII y pensando que el problema de la niña era que no había sido suficientemente instruida en las tareas del sexo, intervino para que aceptara como bueno lo que en teoría se suponía que ella pudiera ver como altamente pecaminoso.
Una carta escrita con el puño y letra del Papa Pío VII llegó a palacio intentando convencer a la joven de las bondades del sexo en el matrimonio pero, por lo visto, los consejos papales no consiguieron convencerla.
Diez años después, la reina moría de unas complicadas fiebres sin que hubiera quedado embarazada, siendo enterrada en el Panteón de los Infantes de El Escorial puesto que el Panteón de los Reyes estaba reservado a las reinas con descendencia.
Como se ha dicho anteriormente, toda esta problemática no se produjo con su cuarta esposa, la reina María Cristina Dos-Sicilias, de 23 años de edad y más avezada en las cosas del sexo, sea cual fuere el tamaño a "soportar".
Cuca donde las hubiera y ya conocedora de la "problemática" de su esposo, cogió con interés, curiosidad y sumo gusto (!) lo que para otras supuso un problema y encargó la construcción de un artefacto consistente en una almohadilla perforada en el centro y por donde Fernando VII introducía el superlativo miembro que, con este invento, reducía el largo unos cuantos centímetros que era a su sabio entender lo único que podía causarle problemas. El grosor, casi como el puño, parece que no le molestaba a María Cristina, todo lo contrario. Y eso que parecía modosita... Por eso le dio dos hermosas hijas, una de las cuales reinaría en España como Isabel II.
RAFAEL FABREGAT
Pues, francamente, la historia me parece altamente instructiva y sería bueno abundar en otras por el estilo porque estoy seguro que por razones de esta índole o de índole parecida, las cosas que conocemos de la Historia son como son y no como debieran haber sido. Una idea. Otro día se nos podría ilustrar sobre las ricas y variadas experiencias sexuales de la reina Isabel II. Un abrazo
ResponderEliminarHola Antonio. Efectivamente el tema sexual de Isabel II da para mucho, pero ese es otro tema que también tiene su "pincelada" en mi post 1747- LA CHUFA. ¿Lo has leído?. De todas formas ya te veo muy informado sobre este asunto. Pongo lo de Isabel II en mi listado de temas pendientes a desarrollar. Un abrazo.
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