13 de abril de 2015

1722- SI TIENES VÉRTIGO NO MIRES.

Tenemos la fea costumbre de culpar a los demás, especialmente al gobierno de turno, de nuestros problemas cotidianos y sobre todo de los económicos. ¡Ay amigos!. ¡Que más quisieran ellos que tenernos contentos, garantizando su continuidad en la poltrona!. En democracia cambiar al Gobierno es cosa fácil, pero no está ahí la solución. Simplemente no la hay. Algún día no muy lejano la información y el trabajo abrían todas las puertas, pero hay que ver a qué velocidad endiablada camina el mundo de hoy... Por imperativos de la globalización, sea cual sea el oficio que tengas estás condenado a la mediocridad. ¿Exagerado?. Es posible, porque a nadie le interesa que nos muramos de hambre. Pero tampoco demasiado saciados.


Ellos ya saben lo que sucede cuando la gente corriente está con el estómago lleno. Lo probaron, porque solo así podían llegar a saber cual sería el resultado. Como todos sabemos, hace apenas unos años abrieron la espita y desde su punto de vista llegó el caos. Tienen claro por tanto que esa situación no tiene que volver a repetirse. Todos los que tenemos 50 años cumplidos y creímos en el trabajo y en el sacrificio como caminos hacia la independencia económica y la libertad, tuvimos la suerte de conocer lo que es el progreso continuo como fruto del esfuerzo personal y colectivo. Pero los estómagos llenos traen el desorden y el tren (su tren) se salió del camino marcado.


Ellos no pueden permitir tales desmanes, hay que entenderlo. La gente de a pie no maneja nunca los hilos. Lo que algunos políticos no saben es que tampoco son ellos quienes los tienen en su mano. En su ignorancia o en su impotencia, pretenden mandar en su propia casa, pero ni siquiera eso consiguen y son dependientes por tanto de las políticas impuestas por otros. Esos otros son los cuatro que controlan el mundo, la tecnología, la economía y la seguridad mundial. Este desastre universal no era posible unas décadas atrás, cuando la tecnología no estaba tan adelantada y hasta para emitir moneda hacían falta reservas de oro. Ahora solo hay que echarle valor y pocos escrúpulos. 


Lo que está sucediendo en este momento es la peor de las guerras, un holocausto que nadie podía preveer y ni siquiera imaginar. Una guerra que mata miles de personas cada día de hambre, sin que nadie levante una ceja. Nos movemos en un mundo de economía global, dirigida por un Club de Elegidos, líderes de las finanzas mundiales al máximo nivel. Como antes y como siempre, se trata de dominar el mundo. La gente corriente compra y vende, incluso come y bebe lo que ellos quieren, sin que aparentemente nos sea impuesto. En la oscuridad del escenario estas gentes mueven los hilos para que los títeres nos movamos al compás que ellos marcan y con la exactitud de un reloj suizo.


Nada determinan los millones de empresas que abastecen al mundo de todo lo necesario. Extraño ¿verdad?. En nuestro planeta hay un gobierno único, una empresa mundial que es la que marca todas las pautas. La propia Iglesia es, o tendrá que ser, parte de ese entramado o quedará apartada de la política económica y del poder. Los más viejos quizás no lleguemos a verlo pero el puzzle está próximo a quedar finalizado. Apenas faltan unas décadas, seguramente antes de mediados del siglo XXI todo quedará controlado. Ellos determinan el uso y los precios del petróleo, así como el de otros muchos minerales necesarios para las nuevas tecnologías, de la misma manera que las guerras empiezan y acaban según su voluntad.


Tan tétrico como real. Los recursos naturales del mundo están quedando mermados. Ellos lo saben y los tienen controlados. De momento la telaraña puede parecernos grande, puesto que son casi un centenar de miembros, pero son simples soldados de un ejército que no para de disminuir. Sus generales controlan el mundo entero y cada año que pasa el número de socios del club disminuye, se concentra más y más. El Banco Mundial controla la emisión de moneda y su circulación. La deuda es la mejor herramienta para esclavizar a las naciones y una forma de dirigirlas. Ojalá fuera una mala película con final feliz, pero no será ese el final del planeta. Somos simples peones de ajedrez movidos a su antojo.


No es un presagio, sino la simple opinión de quien ha dado su vida para fundar una familia y a pesar de haber logrado sus metas, no está feliz con el resultado obtenido. Esos desalmados no necesitan para nada nuestras miserias, ya las tienen, ya son suyas, solo nos salva el hecho de que no hay ricos sin pobres, ni reyes sin súbditos. Cuando este mundo sea incapaz de sostener a sus habitantes, estas gentes dominantes lo sanearán eliminando todo lo que no sea de utilidad y cuando ni siquiera eso sea posible, cuando sean capaces de volar a un mundo nuevo, escogerán los peones necesarios y el resto quedará aquí abandonado, como algunos abandonan sus perros al finalizar la temporada de caza. 

RAFAEL FABREGAT

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