Las gehisas son artistas femeninas japonesas que se contratan para el entretenimiento de la gente adinerada. En eventos de toda índole y muy especialmente en fiestas privadas, la gehisa actúa como azafata y divertimento de los allí reunidos. No es un trabajo cualquiera, sino de gran exclusividad y largo aprendizaje. Sus habilidades incluyen la ejecución de diferentes artes japonesas como el servicio del te, la música, la danza, los juegos y la conversación con los diferentes personajes allí reunidos.
Lo curioso es que originalmente eran hombres, pero a comienzos del siglo XIX éstos empezaron a ser sustituidos por mujeres. La gehisa profesional solo usa el maquillaje blanco del rostro en ocasiones muy especiales. La que en occidente conocemos como gehisa es la maiko, la que todavía es aprendiz, con su maquillaje blanco, su complicado peinado y su colorido kimono. Durante los tres primeros años de aprendizaje, la gehisa maiko usa permanentemente el característico maquillaje blanco. En un principio su madre o su hermana mayor le ayudan a maquillarse, después ya lo hace ella sola de forma más ligera, indicando un cierto grado de madurez.
Empieza la etapa de perfeccionamiento del que saldrá la gehisa propiamente dicha.
El maquillaje va disminuyendo con los años y hacia los 30 años desaparece casi completamente puesto que se considera que la gehisa está en su mayor esplendor, por lo que puede y debe mostrarse de manera natural.
Antiguamente solían comenzar su entrenamiento a muy temprana edad puesto que, debido a la hambruna que pasaba la gente de campo, algunas de ellas eran vendidas por sus padres a las okiya o casas de gehisas. Como es natural debían de tener una belleza natural y aptitud para la danza, de lo contrario eran rechazadas. A partir de ese momento se llamaban minarai y empezaban trabajando como criadas de la casa, en labores de limpieza y asistentes de las más experimentadas.
Ya como maiko junior, se iniciaba el aprendizaje de artes tradicionales, siempre bajo la tutela de una maiko más adelantada. Esta etapa iba de los 15 a los 21 años y acaba con el nombramiento de gehisa profesional. En su etapa de gehisas éstas seguían viviendo en la okiya (casa de formación) dando un porcentaje de lo que ganaban para colaborar en los gastos de la casa y para cancelar la deuda de su aprendizaje. Cuando después de algunos años habían conseguido pagar los gastos de la enseñanza recibida, podían independizarse y tener incluso su propio apartamento. Era sin embargo frecuente que la gehisa tardase varios años en cancelar la deuda de su aprendizaje, quedando atada durante sus mejores años a la casa de gehisas.
También era frecuente que cuando un cliente demandaba una gehisa se dirijiera a la okiya que las preparaba y que fuera ésta quien realizaba el contrato, a cambio de una comisión que descontaba a la gehisa que realizaba el servicio. Esto es así hasta que cada gehisa logra promocionarse y gestionar sus propios contratos. Lo que no hace una gehisa profesional es prostituirse. Su trabajo no es dar placer carnal, sino espiritual y artístico. Está para darle categoría a esa fiesta para la que ha sido contratada y por un tiempo limitado. El tiempo de sus servicios se determina en la duración del incienso que se coloca al efecto y suele ser menor cuanto mayor es la categoría de la gehisa.
Para otro tipo de eventos están las gehisa kuruwa, propias de los "barrios de placer", que extienden sus servicios a otros niveles y alargan más el
tiempo de servicio. De todas formas con la modernidad la contratación de gehisas ha descendido notablemente, como también han descendido las okiya que las preparaban. Los tiempos han cambiado mucho y cada día hay menos gehisas profesionales. Como se ha dicho anteriormente la misión inicial de las gehisas era solamente la de distraer a los integrantes de una determinada fiesta y darle categoría. Actualmente, con la llegada de la modernidad, este tipo de eventos de han disminuido notablemente y es en fiestas privadas, despedidas de soltero, etc. donde se contratan las gehisas kuruwa, más picarescas y con servicios de mayor duración.
RAFAEL FABREGAT
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