Decía yo (vaya castaña) que el 2.014 no sería un buen año... pero ya no sé donde ponerlas. Todos tienen, nadie quiere... Menos mal que la pasada fase lunar los agusanó.
(Pero, ¿qué dice este tío?).
Con lo cual muchos se quedan en el monte y otros van a la basura. Pues bien, ahora que nadie los quiere es cuando yo más disfruto. ¿Por qué?. Pues por la variedad. Ayer mismo robellón, boletos, níscalo, llanega negra, champiñón blanco, champiñón negro, llanega blanca, seta de cardo, pinatell de calceta, negrilla, macrolepiotas, barbudas, pie azul... A la hora de comerlas me gustan todas, pero no hago caso especial de ninguna de ellas.
Sin embargo lo que me encanta es la variedad. Todas las setas me parecen riquísimas, pero la excelencia es que haya diferentes variedades en un mismo guiso, en un mismo revuelto. No hay ninguna seta que pueda compararse a la mezcla de varias. Cuantas más variedades le metas a un revuelto, mejor sabe. Y si además de variedad, pones setas de calidad excelente... ¡Mmmmmm!. La seta de cardo silvestre es una de las mejores para revuelto, pero si se suman cuatro trompetas amarillas, dos rebozuelos y una macrolepiota... Mmmmmm. Porque si queremos que salga fino, los ingredientes han de ser finos.
¿Y si ponemos también una llanega?. ¿Y si añadimos una lengua de vaca?. Claro que si vamos a señalar todas las setas excelentes no acabaremos nunca. Lo que si hemos de tener claro es el resultado que pretendemos. Comida contundente, setas contundentes. Comida refinada, setas de sabor refinado. No vamos a preparar un guiso de ternera con senderuelas... ¿Complicado organizar una buena comida?. Calla, calla. Todo tan sencillo como encender un buen fuego y poner a freír unas patatas nuevas. En los pueblos de montaña, es ahora el tiempo de la cosecha de la patata de secano.
Patata blanca, de tierra pobre, pero adobada con estiércol de oveja y bien drenada. Esa es la buena. Un mortero de alioli casero, unas chuletas de cordero lechal, un revuelto de setas y unas ensaladas mixtas aderezadas con unas láminas de boletus. Como el que no quiere la cosa pondremos en la brasa unos rovellones que siempre tienen aceptación... Sobre el sombrero unos ajos machacados, perejil y aceite de oliva... Pan de pueblo... El vino, nada especial, un clarete de la zona, con gaseosa o sin ella. De postre cualquier cosa. Eso sí, café y copita que no falten. Por mí, ya puede empezar la música...
RAFAEL FABREGAT
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