Los cortos viajes se mostraron insuficientes y los comerciantes se aventuraron cada vez más, buscando nuevos pueblos donde ofertar sus mercancías y donde pertrecharse de materias primas. Las distancias recorridas eran cada día más largas y se hacía necesario moverse también durante la noche. Es en ese momento cuando los faros se hicieron más necesarios que nunca. Como se ha dicho anteriormente, los primeros "faros" fueron grandes hogueras situadas en puntos elevados que prontamente fueron sustituidos por construcciones que permitieran su instalación en puntos llanos de la costa. Aquellas estructuras artificiales hacían innecesaria una costa montañosa y permitían igualmente la visibilidad de los navegantes. Aún cuando el fuego seguía siendo el único sistema de aviso nocturno, pronto se vería necesaria la colocación de una superficie reflectora que ampliase la luminosidad y permitiese su detección a mayor distancia. Estas mejoras en la señalización nocturna significaron la necesidad de gente que atendiera el mantenimiento del fuego y la limpieza de los reflectores.
La importancia de los faros fue tanta que los más famosos historiadores de la Grecia clásica los nombra en sus más notables obras y la gente del mar les rendía culto. La isla Pharos (Egipto) acogía la "torre lumínica" más famosa de todos los tiempos: el Faro de Alejandría, motivo por el cual la palabra "faro" se utiliza históricamente para designar a este tipo de instalaciones de aviso nocturno. Lo construyó el arquitecto Sóstrases de Cnido el año 279 a.C. por orden de rey Tolomeo II de Egipto. De todas formas ya antes de construirse el Faro de Alejandría las "torres de fuego" estaban extendidas por todas las costas mediterráneas, tanto en las europeas como en las africanas y asiáticas.
Ya los libios y kutitas del siglo VIII a.C. utilizaban estos fuegos para poder navegar durante la noche. El faro más famoso, perfectamente restaurado, es el Faro de Hércules (s. I d.C.) y está en La Coruña (Hispania).
En cuanto al faro más antiguo del que se conserva referencia escrita es el de Sigea (650 a.C.) en la costa occidental del mar Egeo. La tabla ilíaca de los primeros emperadores ya cita el faro de Sigea. Los faros de aquellos tiempos eran torres cuadradas de varios pisos en disminución, coronados por una galería circular. La deficiente construcción de la mayoría de ellos, en adobe y materiales de escasa calidad, junto a los diferentes terremotos ocurridos en décadas posteriores, fueron acabando con todos ellos a excepción del de Hispania, hecho con piedra de sillería.
Antiguo faro convertido en hotel romántico. |
RAFAEL FABREGAT
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