28 de junio de 2014

1427- LA PERSÉPOLIS DE DARÍO I

Darío I el Grande (549-486 a.C.) fue el tercero de los reyes de la dinastía Aqueménida, rey de Persia desde el año 521 a.C. hasta su muerte en el 486 a.C. Según nos cuenta el historiador Heródotocon la ayuda de algunos aristócratas amigos, 
Darío ascendió al trono tras asesinar a Esmerdis, hijo de Ciro II, que había usurpado el poder a su hermano Cambises II en su ausencia. No obstante hay grandes controversias sobre la realidad de lo sucedido, ya que otras fuentes indican que Esmerdis ya había sido asesinado en secreto un año antes por Gaúmata, un mago medo que estaba usurpando el poder mientras el rey estaba controlando Egipto.


Sea como fuere Cambises regresó de Egipto para sofocar la revuelta (real o ficticia) de su hermano, muriendo en el camino a causa de un accidente. Es entonces, al conocerse la muerte de Cambises, cuando Darío y sus amigos mataron al falso Esmerdis y fue coronado rey de Persia al ser el último descendiente de la dinastía aqueménida, junto a su padre y abuelo, que abdicaron a su favor. Para afianzar su derecho al trono Darío se casó con Atosa, primogénita de Ciro y viuda de Cambises y de Gaúmata. La sucesión no fue fácil pues algunos seguidores de Gaúmata se sublevaron, pero Darío fue controlando las diferentes movilizaciones y aniquilando a sus adversarios hasta despejar totalmente su camino.


Darío disolvió las milicias de su antecesores, organizó un nuevo ejército que guardaba la seguridad interior y fundó las satrapías, especie de feudo medieval europeo, como forma de controlar el vasto imperio. El cargo era elevado, tanto como el de un virrey o rey vasallo. También construyó una red de carreteras que unieran las diferentes áreas del imperio, muy especialmente el "Camino Real" que unía grecia con Susa y Persépolis y del que se ramificaban los demás.


Ruinas de Persépolis en 2005.
Dominadas las revueltas y estabilizado el Imperio, Darío trasladó la capital imperial de Pasargada, fundada por Ciro II a tierras persas. Principalmente a Susa y Persépolis, dos ciudades próximas que gozaban del favor de Darío a partes iguales. Si bien Susa quedó registrada como su residencia principal, Darío inició la construcción de una nueva ciudad que quedara para la posteridad. Esa ciudad fue Persépolis y en ella estableció la capital imperial y centro administrativo. Como era lógico Darío tenía en ella un segundo palacio, aunque de menores dimensiones que el de Susa. El nombre de la ciudad era "Parsa", el mismo que tenía el país. Fueron posteriormente los griegos quienes le cambiaron el nombre por el de Persépolis, que literalmente significa ciudad o capital persa. 


Aunque el centro administrativo de Persépolis no se alargó en el tiempo la ciudad siguió creciendo a la muerte de Darío I en el 486 a.C. El complejo palaciego fue ampliado por su hijo Jerjes y por su nieto Artajerjes y la ciudad mantuvo su capitalidad ceremonial y las fastuosas fiestas de Año Nuevo. Situada en un enclave remoto y montañoso Persépolis no era el mejor lugar para residencia real, motivo por el cual los reyes solo lo ocupaban en temporadas cortas del año, especialmente en primavera. 



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Persépolis siguió en construcción durante más de dos siglos. Sin embargo, justamente por encontrarse en el centro del imperio, no se consideró necesario dotarla de defensas sólidas. Por este motivo, en su campaña de Oriente Alejandro Magno ocupó y saqueó la ciudad incendiando el palacio. Según las noticias de diferentes historiadores la conquista de Persépolis significó la matanza de todos sus habitantes y el saqueo de sus riquezas, como venganza al saqueo que Jerjes I había llevado a cabo en Atenas muchas décadas antes. Con la destrucción de Persépolis y el asesinato de sus moradores, Alejandro quiso anunciar al mundo el fin del dominio persa. Sin embargo la vida del emperador macedónico sería corta y la ciudad de Persépolis sería reconstruida y utilizada por las dinastías persas sucesivas. 

A pesar de todo en la época parta Persépolis fue abandonándose en beneficio de la vecina Istajr situada 5 Km. al norte. Ya en estado ruinoso los sasánidas llamaban al lugar "st stwny" (las cien columnas). Sin embargo diferentes saqueos en tiempos posteriores hicieron que desde el siglo XIII las ruinas de Persépolis fueran conocidas por el nombre de "ciudad de las cuarenta columnas" y no de las cien que se nombraban anteriormente. El primer viajero europeo que pasó por el lugar y mencionó el histórico enclave arqueológico fue el monje Odorico, que viajaba a Catai en 1318. El misionero portugués Antonio de Gouvea lo hizo en 1602. Era el comienzo por el interés arqueológico del sitio, al que siguió su estudio en los dos siglos siguientes. Las primeras excavaciones no empezarían hasta el año 1878. 

RAFAEL FABREGAT

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