15 de octubre de 2013

1157- EL ZORRO DEL DESIERTO.

Erwin J. E. Rommel (1891-1944) fue el más famoso de los generales alemanes de la Segunda Guerra Mundial. 
El apodo que da título a esta entrada se lo ganó a pulso, con sus proezas militares como comandante de las fuerzas alemanas en África del Norte, entre los años 1941-1943. También es recordado por su caballerosidad con el enemigo. 
Rommel era hijo de una familia protestante acomodada y adquirió por tanto una buena educación que, unida a su inteligencia natural de niño superdotado, le hacían aprobar sin apenas dedicar tiempo al estudio. 
Con la adolescencia, su carácter cambió y aquella docilidad infantil dio paso a una explosión de vitalidad que ya no le abandonaría. Atendiendo los consejos de su padre se alistó en julio de 1910 en el ejército y justamente en el Regimiento de Infantería por ser el único que tenía plazas disponibles. Según la normativa alemana, los aspirantes a oficiales debían pasar por la fase de simples soldados antes de iniciar los estudios pertinentes. 
En octubre del mismo año Rommel era ascendido a cabo y en diciembre a sargento. 

En marzo de 1911 fue trasladado a la Escuela de Guerra de Danzig y conoció a Lucie Marie Mollin, hija de un prusiano que estudiaba idiomas y de la que se enamoró perdidamente y cuyo noviazgo molestó mucho a sus padres puesto que ella era católica. Rommel se graduó como teniente en 1912 y se dedica a instruir a la tropa hasta la llegada de la Primera Guerra Mundial. En 1914 es destinado como jefe de sección al 49º Regimiento de Artillería. Al estallido de la guerra se incorpora nuevamente a su Regimiento de Infantería y marcha hacia la frontera francesa. Tras diferentes acciones favorables, en octubre de 1915 es ascendido a Teniente 1º y en un corto permiso, ya en 1916, se casa con Lucíe. A lo largo de la guerra desarrolla diferentes labores destacadas y al finalizar ésta busca a su esposa que le espera enferma y aislada en Danzig. En 1923 tuvieron a su único hijo Manfred y en 1929 Rommel es destinado como capitán instructor a la Academia de Infantería de Dresde, donde ascendió a Mayor en 1933 y puesto al mando del 3º Batallón del 17º Rgto. de Infantería. 

En octubre de 1935 Rommel es ascendido a Teniente Coronel y se traslada a la Academia de Guerra de Postdam. En 1938 es ascendido a Coronel y nombrado Director de la Academia Militar de Neustadt, siendo seleccionado por Hitler como Jefe de Batallón de su Guardia Personal siendo su misión la de escoltar al Jefe del Estado. En 1939 Rommel era ascendido a General y destinado al Cuartel General del Führer como Jefe de Seguridad. La intervención de Rommel en las primeras campañas de la Segunda Guerra Mundial fueron escasas, debido a su cargo de Jefe de Seguridad de Hitler, pero suficientes para conocer la irracional obstinación del Führer en la consecución de las metas propuestas. Al acabar la campaña de Polonia, Hitler, que profesaba cierta simpatía al joven general, le preguntó que era lo que más le gustaría. Sin pensárselo dos veces Rommel le dijo que lo que siempre había soñado era tener el mando de una división blindada. El 15 de febrero de 1940 Rommel tomaba el mando de la 7ª División Panzer en Bad Godesberg poniéndose de inmediato a entrenar con oficiales y subordinados. 

Tres meses después iniciaba la invasión de Francia y Países Bajos con tal sorpresa y velocidad que la suya fue conocida como la División Fantasma, hasta el punto de que su propio Alto Mando no conocía algunas veces su posición. Como recompensa a los muchos éxitos obtenidos fue nombrado Comandante de la 5ª División Ligera y de la 15ª División Panzer enviadas a Libia en 1941 en ayuda de las tropas italianas, varias veces derrotadas por los británicos dirigidos por Richard O'Connor. Tras diferentes batallas de resultado desigual, Rommel rindió la ciudad de Tobruk y a sus 33.000 defensores, único baluarte que se interponía entre sus tropas y Egipto, donde los aliados se habían parapetado. La ofensiva de Rommel quedó estancada finalmente en El Alamein, a tan solo 100 Km. de Alejandría. Mejor abastecidos que los alemanes, los aliados ganaron aquella primera batalla. La situación de abastecimiento era insostenible y Rommel trató de romper las líneas enemigas sin conseguirlo. 

Finalmente Rommel fue obligado a retirarse pero enterado Hitler revocó su orden de retirada y ordenó al ejército alemán a defender sus posiciones hasta la muerte. Conociendo la imposibilidad de resistir, al día siguiente Rommel decidió insubordinarse y volvió a dar la orden de retirada. Aunque no sufrió medidas disciplinarias por ello, en Rommel quedó marcada para siempre una mala opinión de su comandante en jefe. Ante su clara debilidad frente al enemigo, Rommel se limitó a plantear simples escaramuzas al enemigo mientras le llegaban provisiones. Su lucha abierta siguiente sería ya en Túnez y frente al II Cuerpo Estadounidense desembarcado días antes en Marruecos y Argelia, a quienes infligió un duro revés. Enfrentado a los británicos en 1943 la derrota sería inevitable y Rommel fue evacuado y condecorado, a pesar de la derrota, con la Cruz de Caballero de diamantes mientras sus hombres serían apresados pocos meses después. Para mantener la moral del ejército la propaganda oficial hablaba de sus proezas como si estuviera al frente de sus tropas en África, mientras ocupaba en secreto una villa alemana. 

El desembarco aliado en Italia y el derrocamiento de Mussolini indicó a Hitler que Italia estaba perdida si no intervenía y el Führer llamó a Rommel con la orden de reprimir a los partisanos. Tres meses después y preveyendo la invasión aliada, en Noviembre de 1943 Rommel fue requerido para trasladar sus ejércitos al Atlántico a fin de defender la costa francesa. El panorama era desolador pero, a pesar de todo, revigorizó las fortificaciones a lo largo de toda la costa. De todas formas él sabía que todo sería inútil. El día del Desembarco de Normandía la superioridad numérica de los aliados y la negativa de Hitler de liberar las reservas Panzer hizo que las playas quedasen rápidamente en poder de los aliados. El 20 de Julio de 1944 diferentes conspiradores intentaron asesinar al Führer. Se dice que Rommel era uno de ellos, pero no hay constancia de ello. Se sabe, eso sí, que quienes lo planificaron buscaban en Rommel la figura heróica que contrarrestara alguna discrepancia al respecto. Uno de los conspiradores, el alcalde de Stuttgart Karl Strolin había visitado a Rommel en mayo para informarle de la idea pero Rommel se opuso abiertamente al magnicidio.

Ante el éxito del desembarco aliado del 6 de junio Rommel quedó convencido de que la guerra estaba perdida y se entrevistó con Hitler por última vez al tiempo que los conspiradores organizaban su asesinato. El 9 de Julio informaron a Rommel de lo inminente del atentado e intentaron ganar su voluntad para la causa. Hay opiniones contradictorias del resultado de estas conversaciones pues unos dicen que, por fin, dio su conformidad mientras otros alegan que prefirió no implicarse. Sea como fuere, el 17 de julio de 1944 Rommel estuvo revisando los cuarteles de las divisiones de Infantería 276ª y 277ª y ya de regreso su coche fue alcanzado por las ráfagas de dos aviones de la RAF. El vehículo se estrelló fuera de la calzada y sus ocupantes muertos o gravemente heridos. Rommel salió despedido y quedó inconsciente en medio de la calzada, con una fractura cuádruple de cráneo. Cuando tres días después se atentó contra la vida de Hitler con una bomba, Rommel se debatía entre la vida y la muerte. Para sorpresa de todos Rommel superó las diferentes operaciones.

Aunque con un ojo totalmente cerrado y completamente sordo del oído izquierdo, salió vivo del hospital. En las investigaciones posteriores al atentado algunas voces acusaron a Rommel, pero nada pudo ser probado. Todas las fuentes concuerdan que Rommel estaba al corriente de los planes contra Hitler y que decidió no delatar a los conspiradores. Quedaba claro que Rommel quería el fin del Führer pero no de esa manera. El general convalecía de sus heridas en su casa de Herrlingen con su esposa Lucíe, su hijo Manfred, el capitán Aldinger y un ordenanza, cuando el 7 de septiembre se enteró de que la Gestapo había detenido a Speidel. El 13 de octubre recibió una llamada anunciándole la visita al día siguiente de los generales Burgdorf y Maisel. Cuando llegaron a media mañana Rommel y tras una breve conversación con ellos subió al piso superior y le dijo a su mujer que venía a despedirse pues quince minutos después estaría muerto. Después bajó para hablar con Aldinger y con su hijo contándoles lo mismo. 

Afirmaba ser inocente pero sabía que no había otro desenlace posible. El teléfono estaba cortado y también las calles que llevaban a su casa ocupadas por las SS. Le obligaban a suicidarse envenenado en el más absoluto secreto, o moriría igualmente y su familia sufriría fuertes represalias. Tomada la decisión se despidió de todos, tomó su gorra y bastón de mariscal y subió al coche con sus verdugos. El vehículo salió en dirección a Ulm pero paró a los pocos minutos. Bajaron Maisel y el chófer mientras Burgdorf y el mariscal quedaron dentro del vehículo. Minutos después Burgdorf llamó a los paseantes y al acercarse vieron a Rommel encorvado en el asiento trasero agonizando. Un derrame cerebral le había causado la muerte. Llevado al hospital de Ulm fue prohibida su autopsia. Tras el funeral el cuerpo fue incinerado el 18 de Octubre y declarado día de luto nacional. Burdorf se suicidó durante la caída de Berlín. Maisel fue enjuiciado declarando la realidad de la muerte de Rommel, lo que supuso un fuerte impacto para la opinión pública. 
Rommel es el único miembro del Tercer Reich con un museo dedicado a su persona.

RAFAEL FABREGAT

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