Hilton Bora Bora Nui Resort & Spa. |
Nada de alturas y ascensores, solo cabañas con techo de paja que reúnen todas las comodidades imaginables. Estamos a 260 Km. al noroeste de Papete, centro-sur del océano Pacífico, en una isla de ensueño habitada por unas 9.000 personas privilegiadas. Porque aquellas que están al servicio de los viajeros, también viven y disfrutan esa misma belleza. Terminada su jornada laboral, son dueños de su vida y de las bellezas de tan placentera isla y con la ventaja a su favor de que aquello que para los turistas es el sueño de unos días, para ellos es un paraíso permanente, siempre a su disposición. En todo su perímetro la isla está salpicada de motus, pequeñas islas de exuberante vegetación. Muchas de ellas son de propiedad particular y en algunas ocasiones está prohibido incluso desembarcar. La más famosa es Motu Tapu, propiedad de un exclusivo hotel y a disposición de sus clientes.
Allí nada es comparable a lo que en el resto del mundo es habitual. Con 29,3 Km2 de extensión, las carreteras son pocas y el transporte público inexistente. Se pueden, eso sí, alquilar coches y bicicletas, vehículos todoterreno, catamaranes y hasta helicópteros. El buceo es una actividad muy popular y se alquilan equipos de todos los precios y categorías. Operadores de buceo ofrecen inmersiones vigiladas, que incluyen los equipos necesarios. Para los visitantes, el francés y el inglés son los idiomas predominantes. Las temperaturas son muy parecidas en cualquier época del año y varían de los 23ºC a los 30ºC. Las lluvias son frecuentes entre Noviembre y Abril. Llegar a esta isla del Pacífico es desconectar de todo y de todos.
Zambullirse en el silencio, en el relax, en los mejores mariscos del Pacífico Sur... En la calidez y la sensualidad de sus gentes y de su música. Es el paraíso en la Tierra. Las distracciones de Bora Bora giran alrededor del agua, en sus plácidas aguas transparentes, en una gastronomía de sopas y pescados autóctonos, en la meditación. Allí, si tienes dinero, cualquier cosa es posible. El esquí acuático, el surf, el baile, el buceo con rayas gigantes y tiburones, el vuelo en avioneta o helicóptero, el relajante baño en aguas permanentemente templadas o la simple contemplación de las exuberantes palmeras tropicales, que cuelgan sobre las tranquilas aguas de la laguna.
Y cuando el cuerpo pide marcha... la hay, ¡vaya si la hay!.
Bora Bora es destino de recién casados y de jóvenes con la cartera llena.
En el primer caso, la pareja la llevas puesta pero en el segundo, ¡Ay, en el segundo...!
Allí, ni los gatos duermen...! (Este porque estaba anestesiado, que si no...)
RAFAEL FABREGAT
RAFAEL FABREGAT
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