Puede ser en Navidad o el día de Reyes, pero no será el próximo día 21 de Diciembre, como dijeron los Mayas. El motivo está bien claro... ¡el 22 es el Sorteo de Navidad! y todos tenemos alguna papeleta comprada... ¡No pueden hacernos esto!.
Según nos cuentan, los Mayas tenían diferentes maneras de medir cronológicamente el tiempo y una de ellas, la más larga (5.125 años) se cree pudo ser la que, según sus ancestros, recogía el nacimiento de su pueblo como tal y finalizaba el 21 de Diciembre del presente año 2.012. Según las creencias de ese pueblo tan extraordinario, pero que vivía prácticamente en la Edad de Piedra, esa fecha ponía fin al primer ciclo de la humanidad pero no a la humanidad en sí misma. Esa es sin lugar a dudas la realidad que aquellas gentes quisieron expresar y desde luego apenas se equivocaron en poco más de de un siglo. Fue el siglo anterior (XX) en el que la humanidad dio un paso espectacular en sus avances. Lo que tampoco supieron predecir es que el pueblo Maya se extinguiría en su pureza pocos años después de estas predicciones y que sus descendientes tendrían que emigrar para subsistir, ya diluidos con otras civilizaciones.
Los "inventores del futbol" tenían un premio muy superior al que nuestros actuales jugadores disfrutan. No había Copa de la UEFA, ni Champions, Copa del Rey o Liga. Alguien, quizás solamente el entrenador, perdía tras el partido la vida. Lógicamente sería quien perdía el que dejaba su corazón sobre la piedra del sacrificio, por lo que podemos intuir que entonces (más que ahora) todos se dejaban la piel en el campo. Aquellas gentes no se andaban con chiquitas. De tan duras lecciones salió, como no podía ser de otra manera, una civilización fuerte y sabia que ocupó una gran parte de Mesoamérica: Guatemala, Honduras, Belice, el Salvador y sureste de México son los países actuales que, en aquellos tiempos, estaban ocupados por este gran pueblo de miles de años de antigüedad. Sin embargo, aunque unidos por dioses y gobernantes comunes, eran muchas las lenguas que se hablaban en tan vasto territorio y cada cual hacía su vida.
Muchos historiadores dicen que los Mayas se extinguieron sin dejar rastro; ni osarios o cementerios donde alguien pueda decir ¡ahí están sus restos!. Sin embargo la explicación puede ser y sin duda es más sencilla que todo eso. Los Mayas no desaparecieron sino que se diluyeron, como tantas cosas se diluyen en este mundo de ambiciones sin fin. Esta extraordinaria raza, totalmente adelantada a su tiempo, se extinguió en su grandeza por causas naturales... Sin duda, en esa zona y en ese momento los Mayas eran la civilización más fuerte y adelantada, tanto que apenas habría rivalidades por las que luchar, ni adelantadas armas con las que combatir. Sin guerras este pueblo podía dedicarse perfectamente a la construcción de grandes templos y ciudades en las que adorar a sus dioses y dar cobijo a sus gentes. Grandes carreteras empedradas por las que viajar con comodidad de un lugar a otro. Un paraíso donde la muerte no era temida pues estaba ligada a los dioses y se veía como una liberación y puerta hacia el más allá. Los sacrificios humanos no eran para ellos la aberración que hoy nos parece, sino algo idílico y esperado.
Inicialmente los Mayas tenían una vida más dirigida a la propia subsistencia y no a la construcción de los grandes monumentos que todos conocemos. Eso vino más tarde, con la unión de los Olmecas que parecen haber marcado un antes y un después, respecto a los límites del pueblo maya antiguo. Aquellos solo construían grandes montículos de tierra en los que instalaban sus tumbas; las pirámides de piedra llegaron mucho más tarde. Los Olmecas también desaparecieron como pueblo al integrarse al pueblo Maya, diluyéndose con ellos hacia el siglo III a.C. Sin embargo sus rasgos principales de cultura habían sido absorbidos y darían paso a una nueva forma de entender el mundo. Claro que esa idílica vida se vería interrumpida por alguna probable sequía de carácter catastrófico y otros tan artificiales como pudiera ser la llegada de gentes venidas de otros mundos (españoles) superiores en armamento, con una importante caballería y rodeados de una aureola de enfermedades para los que los pueblos mesoamericanos no tenían defensas naturales ni medicinas que las contrarrestasen.
El tiempo pasó inexorable. Durante el Preclásico tardío surgieron tradiciones culturales que fueron sustentadas sobre la base del legado olmeca. Los propios Mayas tomaron de ese pueblo la escritura, la numeración y todo tipo de cálculos que permitieron la grandeza posterior del pueblo maya y sus impresionantes monumentos. Aunque las pirámides más antiguas (Tikal) datan del siglo VIII a.C. se considera que la cultura Maya propiamente dicha empieza a partir del inicio de la era cristiana, cuando ya la cultura olmeca había ejercido la influencia suficiente para poder desarrollar nuevas ciudades y grandes construcciones imperecederas. De esa fecha es cuando se cree construida Teotihuacan y es a partir de entonces cuando se construyen prácticamente todas las pirámides Mayas que conocemos. De todas formas solo los gobernantes habitaban casas de piedra decoradas con figuras de estuco, ya que los miles de personas que habitaban aquellas ciudades lo hacían en casas precarias, normalmente paredes de barro y techos de hoja de palma.
No sería hasta el siglo VI cuando se construyen también los importantes caminos que les comunicaban entre si y por los que llegaban toda clase mercancías y productos del mar. Con el siglo X se pone fin a dos siglos de decadencia del pueblo Maya. Un desmedido crecimiento de la población y negativas condiciones climatológicas pueden hacer pensar en su marcha, que no en su desaparición misteriosa. De los 85.000 habitantes que tenía la ciudad de Teotihuacan en el año 650, solo quedaban 5.000 a comienzos del siglo X. La diáspora general del pueblo Maya tendría su meta en tierras bastante alejadas de sus emplazamientos originales. Con la marcha de aquellas gentes portadoras de la cultura maya vino su dispersión y acomodo en otros lejanos lugares con los que sin duda se fusionarían adoptando nuevas formas de vida. Se dice que en los actuales México, Honduras, El Salvador, Guatemala y Belice hay más de seis millones de personas descendientes de aquellos antiguos Mayas.
Según nos cuentan, los Mayas tenían diferentes maneras de medir cronológicamente el tiempo y una de ellas, la más larga (5.125 años) se cree pudo ser la que, según sus ancestros, recogía el nacimiento de su pueblo como tal y finalizaba el 21 de Diciembre del presente año 2.012. Según las creencias de ese pueblo tan extraordinario, pero que vivía prácticamente en la Edad de Piedra, esa fecha ponía fin al primer ciclo de la humanidad pero no a la humanidad en sí misma. Esa es sin lugar a dudas la realidad que aquellas gentes quisieron expresar y desde luego apenas se equivocaron en poco más de de un siglo. Fue el siglo anterior (XX) en el que la humanidad dio un paso espectacular en sus avances. Lo que tampoco supieron predecir es que el pueblo Maya se extinguiría en su pureza pocos años después de estas predicciones y que sus descendientes tendrían que emigrar para subsistir, ya diluidos con otras civilizaciones.
Los "inventores del futbol" tenían un premio muy superior al que nuestros actuales jugadores disfrutan. No había Copa de la UEFA, ni Champions, Copa del Rey o Liga. Alguien, quizás solamente el entrenador, perdía tras el partido la vida. Lógicamente sería quien perdía el que dejaba su corazón sobre la piedra del sacrificio, por lo que podemos intuir que entonces (más que ahora) todos se dejaban la piel en el campo. Aquellas gentes no se andaban con chiquitas. De tan duras lecciones salió, como no podía ser de otra manera, una civilización fuerte y sabia que ocupó una gran parte de Mesoamérica: Guatemala, Honduras, Belice, el Salvador y sureste de México son los países actuales que, en aquellos tiempos, estaban ocupados por este gran pueblo de miles de años de antigüedad. Sin embargo, aunque unidos por dioses y gobernantes comunes, eran muchas las lenguas que se hablaban en tan vasto territorio y cada cual hacía su vida.
Muchos historiadores dicen que los Mayas se extinguieron sin dejar rastro; ni osarios o cementerios donde alguien pueda decir ¡ahí están sus restos!. Sin embargo la explicación puede ser y sin duda es más sencilla que todo eso. Los Mayas no desaparecieron sino que se diluyeron, como tantas cosas se diluyen en este mundo de ambiciones sin fin. Esta extraordinaria raza, totalmente adelantada a su tiempo, se extinguió en su grandeza por causas naturales... Sin duda, en esa zona y en ese momento los Mayas eran la civilización más fuerte y adelantada, tanto que apenas habría rivalidades por las que luchar, ni adelantadas armas con las que combatir. Sin guerras este pueblo podía dedicarse perfectamente a la construcción de grandes templos y ciudades en las que adorar a sus dioses y dar cobijo a sus gentes. Grandes carreteras empedradas por las que viajar con comodidad de un lugar a otro. Un paraíso donde la muerte no era temida pues estaba ligada a los dioses y se veía como una liberación y puerta hacia el más allá. Los sacrificios humanos no eran para ellos la aberración que hoy nos parece, sino algo idílico y esperado.
Inicialmente los Mayas tenían una vida más dirigida a la propia subsistencia y no a la construcción de los grandes monumentos que todos conocemos. Eso vino más tarde, con la unión de los Olmecas que parecen haber marcado un antes y un después, respecto a los límites del pueblo maya antiguo. Aquellos solo construían grandes montículos de tierra en los que instalaban sus tumbas; las pirámides de piedra llegaron mucho más tarde. Los Olmecas también desaparecieron como pueblo al integrarse al pueblo Maya, diluyéndose con ellos hacia el siglo III a.C. Sin embargo sus rasgos principales de cultura habían sido absorbidos y darían paso a una nueva forma de entender el mundo. Claro que esa idílica vida se vería interrumpida por alguna probable sequía de carácter catastrófico y otros tan artificiales como pudiera ser la llegada de gentes venidas de otros mundos (españoles) superiores en armamento, con una importante caballería y rodeados de una aureola de enfermedades para los que los pueblos mesoamericanos no tenían defensas naturales ni medicinas que las contrarrestasen.
El tiempo pasó inexorable. Durante el Preclásico tardío surgieron tradiciones culturales que fueron sustentadas sobre la base del legado olmeca. Los propios Mayas tomaron de ese pueblo la escritura, la numeración y todo tipo de cálculos que permitieron la grandeza posterior del pueblo maya y sus impresionantes monumentos. Aunque las pirámides más antiguas (Tikal) datan del siglo VIII a.C. se considera que la cultura Maya propiamente dicha empieza a partir del inicio de la era cristiana, cuando ya la cultura olmeca había ejercido la influencia suficiente para poder desarrollar nuevas ciudades y grandes construcciones imperecederas. De esa fecha es cuando se cree construida Teotihuacan y es a partir de entonces cuando se construyen prácticamente todas las pirámides Mayas que conocemos. De todas formas solo los gobernantes habitaban casas de piedra decoradas con figuras de estuco, ya que los miles de personas que habitaban aquellas ciudades lo hacían en casas precarias, normalmente paredes de barro y techos de hoja de palma.
No sería hasta el siglo VI cuando se construyen también los importantes caminos que les comunicaban entre si y por los que llegaban toda clase mercancías y productos del mar. Con el siglo X se pone fin a dos siglos de decadencia del pueblo Maya. Un desmedido crecimiento de la población y negativas condiciones climatológicas pueden hacer pensar en su marcha, que no en su desaparición misteriosa. De los 85.000 habitantes que tenía la ciudad de Teotihuacan en el año 650, solo quedaban 5.000 a comienzos del siglo X. La diáspora general del pueblo Maya tendría su meta en tierras bastante alejadas de sus emplazamientos originales. Con la marcha de aquellas gentes portadoras de la cultura maya vino su dispersión y acomodo en otros lejanos lugares con los que sin duda se fusionarían adoptando nuevas formas de vida. Se dice que en los actuales México, Honduras, El Salvador, Guatemala y Belice hay más de seis millones de personas descendientes de aquellos antiguos Mayas.
Quedó atrás su cultura, sus dioses y creencias. En cuanto a su famoso calendario, que realmente fue iniciado por los Olmecas, ¿qué quieren que les diga...? De gran utilidad en su tiempo, pero nada más.
Para cuando los escasos Mayas supervivientes consiguieron integrarse con las nuevas culturas, los europeos estaban al llegar y traerían otras creencias y nuevas formas de vida que acabarían por borrar lo poco que de sus ancestros quedara en sus mentes. A la llegada de los españoles, en el siglo XV, la verdadera cultura Maya estaba desaparecida y con ella sus creencias y por supuesto sus calendarios. En cuanto a los miedos de algunas personas, sobre el anunciado fin del mundo para el 21 de Diciembre de 2012, que nadie se preocupe... Si ha de ser por causas naturales, ¡tranquilos que hay para rato!.
Los Mayas nunca dijeron que esta fecha marcara el fin del mundo, sino el final de una etapa. Eso sin contar que nadie sabe lo que va a ocurrir mañana ¡y ellos tampoco!. Queda atrás la vieja manera de entender el mundo y una nueva forma de vida se abre paso. La humanidad abandona definitivamente la creencia de que el mundo y la vida se circunscribe única y exclusivamente dentro del planeta Tierra. La alienación planetaria prevista por los Mayas no indica un final, sino un idílico comienzo que todos debemos celebrar. Es pues el anuncio de la apertura de las puertas del cielo en toda la extensión de la palabra, no las del infierno.
Se inicia pues la nueva andadura de la humanidad, aquella que abre sus expectativas hacia nuevos horizontes, primeramente planetarios y posteriormente galácticos. La humana es una raza superior que ampliará constantemente sus fronteras hacia los confines del Universo. Que nadie tema al futuro, puesto que las etapas de oscuridad están finalizando. No hay vuelta atrás. De hecho estamos ya caminando hacia la luz. La carrera espacial ha comenzado. Solo nos falta acabar con políticos y banqueros... ¡Pero eso, costará un poquito más!. Quizás en la siguiente alineación de los planetas... ¿Cuantos años habrá que esperar?.
RAFAEL FABREGAT
Para cuando los escasos Mayas supervivientes consiguieron integrarse con las nuevas culturas, los europeos estaban al llegar y traerían otras creencias y nuevas formas de vida que acabarían por borrar lo poco que de sus ancestros quedara en sus mentes. A la llegada de los españoles, en el siglo XV, la verdadera cultura Maya estaba desaparecida y con ella sus creencias y por supuesto sus calendarios. En cuanto a los miedos de algunas personas, sobre el anunciado fin del mundo para el 21 de Diciembre de 2012, que nadie se preocupe... Si ha de ser por causas naturales, ¡tranquilos que hay para rato!.
Se inicia pues la nueva andadura de la humanidad, aquella que abre sus expectativas hacia nuevos horizontes, primeramente planetarios y posteriormente galácticos. La humana es una raza superior que ampliará constantemente sus fronteras hacia los confines del Universo. Que nadie tema al futuro, puesto que las etapas de oscuridad están finalizando. No hay vuelta atrás. De hecho estamos ya caminando hacia la luz. La carrera espacial ha comenzado. Solo nos falta acabar con políticos y banqueros... ¡Pero eso, costará un poquito más!. Quizás en la siguiente alineación de los planetas... ¿Cuantos años habrá que esperar?.
RAFAEL FABREGAT
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