15 de diciembre de 2012

0873- EMBARAZO Y PARTO DE PORTUGAL.

Provincia romana de Lusitania.
Su nombre le viene de un asentamiento 
primitivo (Cale) situado en la desembocadura del río Duero y en el que posteriormente los griegos habían instalado un pequeño puerto. Durante la Segunda Guerra Púnica (finales del s.III a.C.) los romanos, en lucha contra los cartagineses, conquistaron esta zona y llamaron Portus Cale al poblado. Posteriormente, ya en la Edad Media, los visigodos llamaron Portucale a toda la comarca circundante. En los siglos VII y VIII el nombre derivaría hacia Portugale y se refería a toda la región ubicada entre el Miño y Duero. En aquellos tiempos las fronteras cambiaban de lugar rápidamente. Fue en la Segunda Guerra Púnica, en lucha contra Cartago, cuando los romanos arribaron por vez primera a la península Ibérica. Los cartagineses fueron derrotados pero los celtas que habitaban la zona no quisieron someterse al poder de Roma y lucharon por su independencia. El pueblo celtíbero de los lusitanos fue uno de los más agresivos, pero finalmente los romanos asesinaron a su jefe Viriato (+139a.C.) y ganaron la contienda.

La península Ibérica en el siglo V.
Siguieron las revueltas pero finalmente el propio Julio César llegó a Lusitania el año 60 a.C. al frente de un poderoso ejército que puso fin a la resistencia y dividió la península Ibérica en tres provincias: Bética, Tarraconense y Lusitania, aunque otros mandatarios la desmenuzarían posteriormente en otras provincias más.
En el año 409 llegaron los Pueblos germánicos, que conquistaron la península a los romanos. De todos ellos, Suevos y Visigodos fueron los que se asentaron con más duración. Los Suevos ocuparon el noroeste peninsular. Por debajo de esa línea fueron los Visigodos quienes dominaron Hispania. Sin embargo también entre ellos se desatarían las tensiones, hasta que finalmente en el año 585 el rey visigodo Leovigildo, con capital en Toledo, se anexiona el reino Suevo y domina todo el territorio peninsular hasta la llegada de los musulmanes en el año 711.

Condado Portucalense
Inicialmente la ocupación musulmana era originaria del Califato de Damasco, aunque apoyada por berberiscos norteafricanos. Su poder se extendió rápidamente conquistando en el 712 la capital visigoda y dominando claramente la situación en los dos siglos (VIII y IX) posteriores, a excepción de Asturias, donde el visigodo Don Pelayo se hizo fuerte en la cornisa cantábrica  iniciándose la Reconquista Cristiana en el 722. El año 911 el inicial Reino de Asturias se convertiría en Reino de León con Alfonso III. Años más tarde Alfonso VI cedió a su yerno Enrique de Borgoña el Condado Portucalense. De este condado, perteneciente al Reino de León pero que gozaba de gran autonomía, nacería el Reino de Portugal.
Tras la muerte de Enrique de Borgoña (1112), regentó el condado su viuda Teresa de León, que fortaleció la misión iniciada por su esposo de conseguir la independencia del condado. A tal efecto, a partir del año 1.121 Teresa de León se autodenominó reina pero la oposición de la nobleza propicia su derrota y expulsión por parte de Alfonso VII de León en 1.128.

Alfonso Henriques de Borgoña.
A fin de reforzar su autonomía y con solo quince años de edad, Teresa de León había nombrado caballero tres años antes (1125) a su hijo Alfonso Henriques. Aprovechando la expulsión de su madre, Alfonso declara el condado como principado independiente. Alfonso VII de León no admite la pérdida del condado pero, abrumado por sus luchas paralelas contra los moros, pierde en la Batalla de Ourique en la que Alfonso es apoyado por todos los jefes portugueses que tras la victoria le aclaman como rey. En pues en esta fecha (1.139) tras la batalla contra León, cuando nace oficialmente el Reino de Portugal y su primera dinastía con Alfonso I de Portugal, como rey. Reclamando la protección pontificia, Alfonso Enriques se dirige al papa Inocencio II que declara a Portugal tributario de la Santa sede. Posteriormente, mediante el Tratado de Zamora del año 1.143, el rey de León reconoce la independencia de Portugal firmando la paz entre ambos pueblos. Los años que siguen aseguran la soberanía y en lucha constante contra los moros, permiten la ampliación del territorio hacia el sur.

Juan I de Portugal.
La dinastía de la Casa de Borgoña finalizó en 1.383 con Fernando I, debido a las luchas con los Reinos de León y Castilla. Terminada la Reconquista de Portugal contra los musulmanes en el año 1.249, la independencia de Portugal estuvo en peligro debido a la crisis desatada por la sucesión de Fernando I que no teniendo hijos varones, dejaba el trono en testamento a favor de su hija Beatriz, casada con Juan I de Castilla. Reclamando Portugal para su esposa Beatriz y para sí mismo como consorte, Juan entró en territorio luso en 1.385 saliéndole al paso Juan I de Portugal, hermano del monarca fallecido y que contaba con el apoyo de la burguesía. Se desató entonces la Batalla de Aljubarrota en la que el ejército castellano fue totalmente aniquilado. Tras la victoria Juan I fue aclamado nuevo rey de Portugal y primero de la dinastía Avis. La paz definitiva fue establecida mediante el Tratado de Ayllón (Segovia) en 1.411. En la citada Batalla de Aljubarrota Juan I de Portugal tenía la alianza de los ingleses, que contribuyeron con hombres y estrategia a la victoria y usurpación del trono de Portugal. Así lo cuentan las crónicas...
"Debido a la lentitud con la que avanzaban las huestes castellanas, el ejército luso tuvo tiempo para escoger el terreno favorable donde esperar al enemigo. Dirigido por los expertos ingleses el ejército portugués, muy inferior en número, tomó posiciones en lo alto de una colina de cima plana rodeada de riachuelos y frente a la carretera por donde se esperaba al ejército castellano... 

Batalla de Aljubarrota.
La infantería y la caballería en el centro, pero rodeada por arqueros ingleses protegidos por los riachuelos. En la retaguardia las tropas de refuerzo dirigidas personalmente por Juan I de Portugal. En esta defensiva posición, las tropas portuguesas esperaron la llegada de las tropas castellanas que ignoraban lo que se les avecinaba. La vanguardia castellana llegaba al escenario de la contienda a primera hora de la tarde, bajo el sol abrasador del mes de Agosto. Al ver la posición defensiva de "los rebeldes" el rey de Castilla evitó el combate rodeando la colina por el este, a lo cual el ejército portugués invirtió su disposición dirigiéndose a la parte sur... 

Batalla de Aljubarrota.
El ejército castellano estaba cansado por la larga caminata pero no había marcha atrás y hacia las seis de la tarde se inició la batalla. Atacó Castilla con una carga de la caballería pero los arqueros ingleses, atrincherados en los flancos impidieron el avance con una lluvia de flechas que desorganizó a la caballería castellana antes de que ésta tomase contacto con la infantería portuguesa. Las bajas fueron impresionantes y ante la demora en su auxilio, los caballeros que no murieron fueron tomados prisioneros. 
Encajonado el numeroso ejército castellano en su avance, por el limitado espacio que había entre los ríos laterales, hubo de modificarse la organización de las tropas. Juan I, viendo que necesitaba a todos sus hombres, ordenó que se ejecutase a todos los prisioneros y avanzó a través de la línea abierta en el frente... 

Placa cerámica a la "Panadera de Aljubarrota".
Atrapados entre los dos flancos y la retaguardia avanzada, los castellanos lucharon desesperadamente y las bajas fueron muy numerosas en ambos bandos. A la puesta de sol, la posición castellana era indefendible y Juan I de Castilla ordenó la retirada. Sin embargo los soldados y pueblo de los alrededores que seguían el desenlace de la batalla persiguieron y mataron a los fugitivos. De aquella persecución popular surgió una tradición en torno a la batalla. Una mujer de fuerte complexión y seis dedos en cada mano llamada "la Panadera de Aljubarrota", mató con la sola fuerza de sus manos y la ayuda de su pala de hornear a siete soldados en fuga. Leyenda o realidad así quedó para la Historia, pero la masacre que siguió a esta batalla es de todo punto histórica y verídica. Los cadáveres eran tantos que el curso de los riachuelos citados en el lugar de la contienda interrumpían su curso, embalsando sus aguas". 

Para celebrar la victoria y dar gracias al auxilio divino, Juan I de Portugal mandó construir allí mismo el monasterio de Santa María de la Victoria (Monasterio de Batalla) fundando además una villa con este nombre. Quedaba reafirmado para siempre el Reino de Portugal. El monasterio fue construido a lo lardo de dos siglos y fueron siete los reyes que intervinieron en la culminación de esta obra que ha servido como panteón de diversos reyes, entre ellos su fundador Juan I. Aunque ha sufrido toda clase de saqueos y desastres, actualmente está restaurado y es uno de los monumentos principales del país. 

RAFAEL FABREGAT

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