Naturalmente y se diga lo que se diga el evento es para jóvenes puesto que, a los que ya no lo somos, la vida y algún que otro achaque empieza a pasarnos factura. De todas formas en nuestra panda de amigos, hemos aguantado bastante. Pocos son los que nos ganaron y muchos los que dejamos atrás, así que no nos podemos quejar. Voy ahora a contar lo que pasó en Cabanes esa noche del baile de disfraces, del año del catapúm...
Una joven comenta a su marido que le duele mucho la cabeza y se queda en casa, pero le dice a él que vaya igualmente al baile. Él quiere quedarse, pero ella insiste que vaya y tras ponerse el disfraz marcha a la Plaça dels Hostals desde donde sale el desfile de peñas hacia la fiesta. La mujer se acuesta y despierta una hora después sin molestia alguna, por lo que decide acudir al baile. Como el marido no conoce el disfraz, decide darle una sorpresa, mirando como se divierte sin ella.
Ya allí, lo ve bailando con unas y con otras, besito por aquí y pellizco por allá así que decide seducirlo. Se le acerca provocativa y él se pone a bailar con ella. Como se trataba de su marido ella le dejó propasarse y finalmente él le dice algo al oído y ella acepta. Salieron a la plaça Tinença de Miravet pero, como estaba llena de gente, sin quitarse el disfraz cruzaron la carretera y tuvieron sexo entre dos coches que estaban allí en penumbra, aparcados junto al almacén de la Cooperativa de almendras.
Después volvieron hacia el baile pero ella se escabulló marchando hacia su casa y se acostó esperándolo entre satisfecha y divertida, pero también preocupada...
Cuando llegó su marido le preguntó que tal había pasado la velada.
- Nada, lo de siempre -dijo él- Yo, si tú no estás...
- Pero, ¿no bailaste? -preguntó ella picarona.
- No, no. Ni siquiera fui al baile. Cuando iba hacia la plaza para reunirme con los demás me encontré a José y a Manolo que tampoco iban y fuimos a tomar unas cervezas en la terraza del Bar Tony. Por cierto, no te puedes imaginar lo que nos contó que le había ocurrido al que le presté el disfraz. Se ve que hay cada lagarta que...
Pero en fin, en lo que esta entrada quiere hacer hincapié es en el descontrol del desfile de Peñas que, desde la Plaça dels Hostals y lugar de concentración, sucede cada año hasta el acceso a la carpa donde se lleva a cabo el "Baile de disfraces" propiamente dicho. La concentración de peñas en la plaza principal de la localidad, fue un invento de la corporación municipal anterior, para fomentar la fiesta y la exhibición de los disfraces que los diferentes grupos realizan. Sin embargo la misma compañía de fotógrafos que otros años se han mostrado más comedidos y han utilizado esta fiesta para dar un servicio a la ciudadanía y ganarse un buen dinero, el último año se excedieron hasta el punto de destrozar el desfile y por lo tanto la fiesta. Nadie está en contra de una correcta actuación de estos señores que se ganan la vida de esta forma, pero sin avasallar.
Al día siguiente los diferentes grupos de jóvenes pueden recoger (si lo desean) cualquier fotografía del evento de la noche anterior, para recuerdo del acontecimiento y risas de los amigos y compañeros.
Sin embargo lo que ha ocurrió ese año, no ha tenido precedentes. Como es natural, si nadie les dice nada, ellos van poniendo unas roscas más, a fin de aumentar su recaudación.
En el día de ayer, cuando el corte fotográfico llegó a la calle Teatro, el retraso era de tal magnitud que la comitiva pendiente de ser fotografiada llenaba toda la calle de la Plaza Constitución y parte de la de Ramón y Cajal, mientras los ya fotografiados estaban bailando en la Carpa y la calle Teatro totalmente vacía. Eso, señores, no puede ser. Si para conseguir toda esa enorme cantidad de disparos fotográficos hacen falta diez profesionales, los traen ustedes, pero no paren el desfile y si las autoridades cabanenses quieren que el desfile sea todo un éxito y que perdure en el tiempo, alguien debe imprimir un ritmo a la vez que evite que éste se pare. No costaría tanto, como tampoco costaría impedir a estos elementos que destrocen la fiesta.
Dicho, está. Ahora... ¡Los que mandan, que hagan lo que quieran!.
RAFAEL FABREGAT
Hasta ahí todo correcto, pero los citados fotógrafos no pueden en ningún modo destrozar el desfile, impidiendo el avance de las diferentes peñas para conseguir no cuatro fotos de cada grupo, sino incluso la foto individual posterior que multiplique por diez sus ingresos, aún a sabiendas de que destrozan la fiesta, el desfile y el atractivo que éste tiene para la ciudadanía que participa o va a verlo. A ellos este nefasto resultado de la Fiesta les importa muy poco y mientras las autoridades locales no les pongan una Policía Local que les impida dicha actuación, seguirán a lo suyo.
Sin embargo lo que ha ocurrió ese año, no ha tenido precedentes. Como es natural, si nadie les dice nada, ellos van poniendo unas roscas más, a fin de aumentar su recaudación.
En el día de ayer, cuando el corte fotográfico llegó a la calle Teatro, el retraso era de tal magnitud que la comitiva pendiente de ser fotografiada llenaba toda la calle de la Plaza Constitución y parte de la de Ramón y Cajal, mientras los ya fotografiados estaban bailando en la Carpa y la calle Teatro totalmente vacía. Eso, señores, no puede ser. Si para conseguir toda esa enorme cantidad de disparos fotográficos hacen falta diez profesionales, los traen ustedes, pero no paren el desfile y si las autoridades cabanenses quieren que el desfile sea todo un éxito y que perdure en el tiempo, alguien debe imprimir un ritmo a la vez que evite que éste se pare. No costaría tanto, como tampoco costaría impedir a estos elementos que destrocen la fiesta.
Dicho, está. Ahora... ¡Los que mandan, que hagan lo que quieran!.
RAFAEL FABREGAT
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