Que la mayor parte de la clientela de los bares es
fumadora, lo sabe hasta el más cazurro de los mortales. Sin embargo no ocurre lo mismo en el caso de restaurantes. Aunque puedas encontrar de todo en ambos terrenos, nada tiene que ver una clientela con la otra. Con más o menos asiduidad, gente de restaurante somos todos y unos fumamos y otros no. Pero la gente de bar es otra cosa. Al menos en los pueblos, cliente de Bar es el que es y casi todos fumadores. Salvo causas de fuerza mayor, no solo son clientes diarios, sino de varias veces al día o de varias "tomas" al día, en bares distintos. Cliente que interesa al empresario y que ahora está a punto de perder. El "bar de Paco", por darle un nombre al asunto, necesita clientes para funcionar y la Ley anti-tabaco se lo está impidiendo; lo impide porque justamente 7 de cada 10 de sus clientes, es fumador. Al dueño del bar le interesa "la toma", el cigarrito y la siguiente "toma". Ahora, con la ley anti-tabaco, el negocio ha quedado en "toma", cigarrito en la calle y marcha... Y claro, ¡la caja se resiente! El humo molesta, pero la caja es lo más importante para el empresario.
Como ya he comentado en anteriores entradas al Blog, el cliente no fumador jamás se ha hecho respetar y fruto de esa permisividad es el caciquismo con el que se ha abusado de clientes no fumadores y también de muchísimos patronos de bar que tampoco lo son. Unos y otros, sin darse cuenta del peligro que esto pudiera representar, tragaban el humo de los demás sin rechazo ni queja ninguna. Está claro que la persona que regenta un bar quiere ganarse la vida y aún a sabiendas de que el humo lo está envenenando, ha hecho siempre caso omiso a cambio de ver alegría en su caja registradora. Al menos él tiene un interés económico que defender, sin embargo ¿qué interés hay para el parroquiano, no fumador, que se envenena con el humo de los demás?. Es muy fácil la actitud amenazante del cliente que dice no volverá a pisar tu bar, si no le permites fumar. Toda la vida abusando de los demás ¿como hacerle ver que la medida no es más que un acto de justicia para los no fumadores?.
- ¡Libertad! -dicen ellos, pidiendo fumar donde les apetezca.
- ¡Libertad! -dicen los no fumadores, con derecho a ir al bar.
De todas formas son muchas las veces que el gobierno actual hace una cosa, para unos días después hacer la contraria. Yo, si fuera fumador o tuviera un bar, seguiría insistiendo. En tres meses hay elecciones y el próximo año también. Con su seriedad, nada raro sería que dieran marcha atrás. Aquí no interesa otra cosa más que los votos.
Aparte el tema de los bares diurnos, está el tema del ocio nocturno. En las ciudades, decenas de bares, pubs y discotecas o bares musicales, tienen permanentemente entre un 10 y un 20% de su clientela en la calle, con todas las molestias que esto acarrea para el vecindario. Los vecinos se quejan a los propietarios del establecimiento y éste los remite al Ayuntamiento o a la Comunidad Autónoma que es la que debe vigilar la normativa de Sanidad.
Esto no ha hecho más que empezar y los inspectores ya están desbordados. ¡Vaya cachondeo! Porque una cosa es hacer caso omiso a la ley y otra muy distinta es desafiar a la autoridad, poniendo carteles que indican que en tu local sí que se puede fumar. La libertad que todos pedimos no puede llegar hasta ahí porque entonces, ¿para qué están las leyes, para incumplirlas?
No es ese el camino. Por culpa de la libertad mal entendida, pasaron las cosas que pasaron y otras muchas que pueden pasar. Una cosa es la libertad y otra muy distinta es el libertinaje. Tu libertad acaba cuando invades la de los demás, porque nadie debe olvidar que los demás también tienen derecho a esa libertad. Tu eres totalmente libre en tu propia casa (si la mujer te deja) pero cuando sales a la calle tienes unas normas, de respeto y convivencia con los demás, que debes respetar. Quien no entiende, o no quiere entender, esta premisa que no se llame democrático ni amante de las libertades. Es un autócrata, un personaje que menosprecia los derechos de los demás y que solo ve el mundo desde el prisma de su propio interés. Afortunadamente esos elementos son muchos menos de los que nos imaginamos, lo que ocurre es que, los pocos que hay... ¡Hacen mucho ruido!. De momento ya son varias las manifestaciones llevadas a cabo contra la Ley antitabaco. Veremos en qué queda todo esto. ¡Tiempo al tiempo!
RAFAEL FABREGAT
Como ya he comentado en anteriores entradas al Blog, el cliente no fumador jamás se ha hecho respetar y fruto de esa permisividad es el caciquismo con el que se ha abusado de clientes no fumadores y también de muchísimos patronos de bar que tampoco lo son. Unos y otros, sin darse cuenta del peligro que esto pudiera representar, tragaban el humo de los demás sin rechazo ni queja ninguna. Está claro que la persona que regenta un bar quiere ganarse la vida y aún a sabiendas de que el humo lo está envenenando, ha hecho siempre caso omiso a cambio de ver alegría en su caja registradora. Al menos él tiene un interés económico que defender, sin embargo ¿qué interés hay para el parroquiano, no fumador, que se envenena con el humo de los demás?. Es muy fácil la actitud amenazante del cliente que dice no volverá a pisar tu bar, si no le permites fumar. Toda la vida abusando de los demás ¿como hacerle ver que la medida no es más que un acto de justicia para los no fumadores?.
- ¡Libertad! -dicen ellos, pidiendo fumar donde les apetezca.
- ¡Libertad! -dicen los no fumadores, con derecho a ir al bar.
De todas formas son muchas las veces que el gobierno actual hace una cosa, para unos días después hacer la contraria. Yo, si fuera fumador o tuviera un bar, seguiría insistiendo. En tres meses hay elecciones y el próximo año también. Con su seriedad, nada raro sería que dieran marcha atrás. Aquí no interesa otra cosa más que los votos.
Aparte el tema de los bares diurnos, está el tema del ocio nocturno. En las ciudades, decenas de bares, pubs y discotecas o bares musicales, tienen permanentemente entre un 10 y un 20% de su clientela en la calle, con todas las molestias que esto acarrea para el vecindario. Los vecinos se quejan a los propietarios del establecimiento y éste los remite al Ayuntamiento o a la Comunidad Autónoma que es la que debe vigilar la normativa de Sanidad.
Esto no ha hecho más que empezar y los inspectores ya están desbordados. ¡Vaya cachondeo! Porque una cosa es hacer caso omiso a la ley y otra muy distinta es desafiar a la autoridad, poniendo carteles que indican que en tu local sí que se puede fumar. La libertad que todos pedimos no puede llegar hasta ahí porque entonces, ¿para qué están las leyes, para incumplirlas?
No es ese el camino. Por culpa de la libertad mal entendida, pasaron las cosas que pasaron y otras muchas que pueden pasar. Una cosa es la libertad y otra muy distinta es el libertinaje. Tu libertad acaba cuando invades la de los demás, porque nadie debe olvidar que los demás también tienen derecho a esa libertad. Tu eres totalmente libre en tu propia casa (si la mujer te deja) pero cuando sales a la calle tienes unas normas, de respeto y convivencia con los demás, que debes respetar. Quien no entiende, o no quiere entender, esta premisa que no se llame democrático ni amante de las libertades. Es un autócrata, un personaje que menosprecia los derechos de los demás y que solo ve el mundo desde el prisma de su propio interés. Afortunadamente esos elementos son muchos menos de los que nos imaginamos, lo que ocurre es que, los pocos que hay... ¡Hacen mucho ruido!. De momento ya son varias las manifestaciones llevadas a cabo contra la Ley antitabaco. Veremos en qué queda todo esto. ¡Tiempo al tiempo!
RAFAEL FABREGAT
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