La catastrófica temporada de setas 2.010 creo que ha finalizado.
Bueno, quizás me he precipitado, pero pocos milagros pueden esperarse. Hemos pasado el ecuador del mes de Octubre y lo más probable es que el frío impida esa recuperación en las zonas de montaña. Quizás en las zonas más próximas a la costa, pero allí el exceso de maleza dificulta mucho la búsqueda. Jamás podía imaginarme final tan desastroso para un año que prometía ser de los mejores.
A principios de Septiembre cualquiera, a poco que conozca sobre el tema, hubiera jurado que la recolección de setas había de ser excepcionalmente buena este año. Me refiero lógicamente a la zona que ocupa el norte de la provincia de Castellón y sur de la de Teruel, que es en la que nos movemos la gente de nuestra comarca.
Con lluvias todas las semanas de Agosto, se adelantó la salida de hongos y setas y a mediados de Agosto salieron ya los primeros boletos y una semana después el popular rovellón. Gente conocida que busca para vender y sacarse un ingreso extra, estaban abrumados al pensar que este año las setas no tendrían precio, debido a su abundancia. Todos lo creíamos.
- Bueno, ¡al menos nos divertiremos! -pensé yo.
Pero, ¡sí, sí...! Está claro que nadie sabe lo que ocurrirá mañana...
La última semana de Agosto (una mañana cualquiera, en un lugar que no sé como se llama...) me fui a zona de boletos y encontré dos cestas en las que también había algunos ejemplares de cantarellas y rovellones.
- Esto empieza bien. -dije para mis adentros.
Sin embargo ya no llovió más y cuatro días de aire africano, con temperaturas de 43º, secaron el terreno, parándose la salida de nuevos ejemplares.
A pesar de ello, a la semana siguiente, primera de Septiembre y sin que hubiera caído una sola gota de agua, subí con mi mujer a pasar el día y ver como estaba el terreno. Efectivamente la humedad era escasa y apenas encontramos media cesta de boletus, que completamos con rovellones. Como eran las diez de la mañana y era pronto para regresar, nos cambiamos de zona y llenamos otras tres cestas de agáricus. Está visto que no puede uno rendirse al primer desengaño...
A la semana siguiente (erre que erre) volví a subir buscando en la zona de boletos. Seguía sin llover y ahora arreciaba viento del norte. La zona, más seca todavía, solo me permitió encontrar media docena de boletus y un puñado de cantarellas, amén de algún ejemplar de pie azul, etc. Aún así, habida cuenta la gran afición de mi mujer, al día siguiente subimos los dos a zona de rovellones. ¡Lo importante era pasar el día! Aunque ya no salieran ejemplares nuevos, algunos habrían quedado de la semana anterior. Pues bien, éxito rotundo...¡Tres cestas y media! Aunque, eso sí, apenas había una quinta parte de nuevos, y el resto eran ejemplares viejos y muchos de ellos agusanados.
- Tendremos que congelar... -le dije a mi mujer, después de darles a hijas y amigos los más bonitos. Para nosotros apenas quedaron dos docenas de ejemplares sanos. El resto, varios platos, eran trozos resultantes de quitar todo lo agusanado y de partir también los más feos. Toda aquella cantidad de rovellón troceado fue escaldada y congelada.
De momento la búsqueda de setas quedaba aparcada. Ante la falta de humedad, la salida de ejemplares nuevos era imposible. Si no volvía a llover, era inútil seguir buscando.
A mediados de Septiembre llovió y la cosa parecía que podría recuperarse. Esperamos 10/12 días y volvimos a subir, ya últimos días del mes, con escaso éxito. Una cesta, entre llanegas, pata de perdiz, negrilla, champiñón, etc. ¡El rovellón no espabilaba!
Primera semana de Octubre subimos nuevamente. Viendo que seguía sin haber rovellones nos dedicamos a la seta de cardo y llenamos una cestita.
Ayer, segunda semana de Octubre volví a subir a la zona de boletos y tan solo encontré un ejemplar, un puñado de cantarellas y dos rovellones (allí no es zona de rovellón). La zona de seta de cardo no me pillaba lejos y como estaba previsto subir al día siguiente al rovellón con mi mujer, pasé el rato que faltaba hasta el mediodía buscando setas de cardo. Al llegar a la finca que tengo por costumbre buscar, me horroricé. ¡Seis coches y no menos de una docena de buscadores! Sin embargo no me amilané y empecé a buscar lo que ya estaba buscado.
Uno aquí dos allá ¡Llené la cesta!. (No hay nadie que los vea todos...) ¡menos mal!
Aprovecho para contar que la Cantarella, diamante en bruto del bosque y reina de las setas, sale en bastante profusión en los países del Este pero su búsqueda ha llegado a tal punto que las autoridades solo permiten la recogida de un kilo por vehículo. Es el caviar de los bosques.
Hoy domingo 17 de Octubre vuelvo a buscar puesto que, mi mujer y una amiga suya quieren hacer la despedida de la temporada. Yo a sabiendas de que no han salido rovellones, las llevo con un poco de desgana, pero en fin... ¡allá vamos!.
Salida sin madrugones y sin prisas hace que lleguemos al bosque pasadas las nueve de la mañana, con el sol ya alto. El lugar a buscar es relativamente pequeño y acordamos buscarlo primero y almorzar después. Efectivamente a las diez estábamos nuevamente en el coche, ya con toda la zona mirada. Ellas algo menos de media cesta cada una y yo una cesta grande repleta. (5/6 Kg.) Efectivamente apenas ha salido rovellón y de esta cantidad hay un 90% de llanegas, variedad de seta mucho mejor. El éxito es pues grandioso, muy superior al esperado, pero con poco rovellón. Tras el bocadillo marchamos a otro lugar y allí ellas me ganan puesto que vuelven a encontrar media cesta cada una, mientras yo apenas hago un kilo; se trata de diferentes variedades, todas ellas de calidad superior al rovellón. En esta zona no hay Cantarellas pero se ha recogido más de un kilo de una seta excelente: lengua de vaca. El viento del norte arrecia y es muy frío. Mucho me temo, repito, que con el día de hoy finaliza la búsqueda de setas, al menos en el norte de nuestra comunidad.
Comemos allí y regresamos parando en algunos puntos concretos que nos permiten recoger algunos ejemplares de seta de cardo. Pero el viento aumenta en fuerza y la temperatura desciende rápidamente. Se impone la vuelta a casa, satisfechos con el material recogido pero tristes al ver que la temporada puede darse por finalizada y sin los hallazgos de otros años anteriores. Hay que bajar a otras latitudes más próximas al litoral, aunque algo me dice que este año tampoco allí será bueno. El hongo es un ser caprichoso; al micelio no le gustan los sustos y este año ha tenido varios. Veremos qué pasa.
Aprovecho para recordar a los aficionados que el rovellón es una buena seta pero, posiblemente, no está entre las diez mejores. Claro que... ¡para gustos, colores!
EL ÚLTIMO CONDILL
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