Antes de empezar, quiero pedir perdón por ilustrar con viñetas un tema tan serio como el que nos ocupa, desgarrador diría yo, pero he pensado que no hay más remedio que hacerlo con humor ya que no seré yo quien aconseje a nadie que se eche a la calle con garrotes, que es lo que los Gobiernos merecen.
Han pasado el tiempo en que algunos de los actualmente parados, más de los que cabría imaginar, celebraban casi con alegría que sus patronos los despidieran inscribiéndoles en el Paro.
¡Hostia! decían... ¡Dos años de vacaciones cobrando prácticamente lo mismo, o más!. Y mientras tanto, seguramente mucho antes de que la prestación finalice, ya se habrá resuelto el problema...
Hoy esa misma gente, y con razón, está asustada viendo como la prestación está a punto de acabarse (o acabada ya) y no se vislumbra por ninguna parte el final del problema, un problema que ninguno de los países europeos está sufriendo con tanta virulencia.
Con la falta de escrúpulos de unos, la desidia de otros y el exceso de previsión de los demás, hemos colapsado de tal modo la economía española que salir del pozo será difícil y laborioso. Es más, diría yo que todavía estamos en fase de excavación y profundizando por tanto en el descalabro nacional.
Siempre se ha dicho que España es diferente. Parece ser que los españoles no vamos nunca al ritmo de los demás, o nos quedamos atrás o vamos más rápidos que nadie, para bien y para mal.
Ahora toca el mal y, siguiendo la tendencia, más rápidos en alcanzar el mal y más lentos en recuperarnos. El por qué de esta forma de lucha será seguramente porque España no es UNA, sino que es la suma o el resto de muchas civilizaciones, demasiadas, diría yo. Es también una opinión personal que los que aquí llegaron, cientos o miles de años atrás, no serían justamente la gente más dócil de cada uno de los pueblos que nos ocuparon. Serían los más valientes sí, pero también los más temerarios, los más inestables, los dispuestos a conquistar más que a crear. A vivir del trabajo de los demás.
La tendencia se ha invertido. Los tiempos de conquista, en estas latitudes ya finalizaron muchos años atrás. Hoy la conquista es otra... Producir lo mejor, al más bajo precio posible y servir con la máxima rapidez, es decir: trabajo, trabajo y trabajo.
¿Estamos los españoles dispuestos a trabajar más que nadie, mejor que nadie y cobrando menos que nadie?. ¡Pues no!. No estamos dispuestos, porque no lo hemos estado nunca. Estamos dispuestos, eso sí, a ser más pillos que nadie y así nos va.
Siempre habrá salida para los pillos, siempre y cuando haya gente buena (tonta dirían muchos) que permita que venga el espabilado de turno a ocupar ese trabajo, para el que otros muchos están mejor preparados. De todas formas el mundo ha cambiado bastante en los últimos tiempos y cambiará más si cabe en un futuro próximo. La gente está cada día mejor preparada y los ignorantes y taciturnos que abundaban años atrás, están dejando paso a gente universitaria o con estudios sobre determinados campos, que valora un buen puesto de trabajo y la primordialidad de que su empresa sea competitiva.
Esa nueva juventud tiene plena conciencia de que el trabajador no es nada si la empresa no es competitiva y saben que eso solo es posible con el incondicional apoyo del trabajador, pilar fundamental de la misma.
Esa es la nueva savia que ha de salvar a nuestro país del caos que la mentalidad anterior (trabajar poco y ganar mucho) ha creado. Hay que colgar guitarra y pandereta y ponerse a trabajar. No es tiempo de luchas entre empresarios y trabajadores, es imprescindible más que nunca el consenso entre ambas partes, todos necesarios.
No olvidemos que nos jugamos mucho en esta partida. En el trabajo está no solo la solidez de la empresa que nos ocupa y el sueldo que cobramos a fin de mes, está también la Sanidad que nos atiende en caso de accidente o en un momento de mala salud. Por supuesto también en nuestra necesidad económica, caso de paro, y muy especialmente en la jubilación. Nos jugamos demasiado para actuar con la alegría que hemos tenido hasta ahora. Yo espero y confío que el mal momento actual servirá como aviso de que con este tema no se puede jugar. Los jóvenes tienen que saber que solo con el trabajo salen los resultados adelante. Parecerá una obviedad hacer esta reflexión, pero apenas unos años atrás daba la impresión que más de cuatro creían que el dinero llovía del cielo. No es así y todos (ahora sí) creo que lo sabemos.
El motivo de esta entrada, hablando una vez más de la crisis mundial y especialmente de la española, es por el anuncio de que no hace mucho en España se llegó al 20% de paro. Fueron 4.612.700 las personas sin trabajo (20,05% de la población activa.
La pregunta es obligada, ¿Cual es la capacidad de resistencia de un país ante semejante descalabro?.
Todos sabemos que los robos están aumentando en esa misma proporción pero, el robo no es la mejor solución para aportar un plato de comida a tu familia. Tampoco una revolución es lo más aconsejable en estos tiempos pero, entonces... ¿cual es el camino?. Mi opinión es que, para un país democrático como el nuestro, buena parte del problema puede ser sin duda un cambio de políticas. Personalmente nunca creí que fuera buena la Globalización y hoy, lo creo más que nunca. Será quizás porque yo conocí otra cosa, con la que ha funcionado el mundo hasta ahora, y que no tiene por qué estar obsoleta como nos han hecho creer.
Todos los paiíes del mundo, individualmente y en la actualidad a nivel europeo, se han defendido del resto de economías mundiales a través de los aranceles en frontera. Importar sí, pero con aranceles proporcionales a la necesidad nacional del producto de que se trate. Y solo aquellos productos de los que tu país sea deficitario. Importar para dejar sin trabajo a los tuyos... ¿Qué sentido tiene?.
La Globalización no es otra cosa que un mundo sin fronteras, con posibilidad de comprarlo todo a aquel que lo ofrezca más barato. Pero claro... En cada país hay un nivel de vida diferente, ya no digamos entre Europa y Asia o Africa. Lo que en España cuesta de fabricar 10 euros (con un márgen comercial ridículo, de subsistencia) en China te lo hacen por dos, ganando muchísimo dinero. Entonces, de acuerdo con la maldita Globalización, lo que estamos haciendo es comprar a China sí, pero... ¿Con qué dinero?. Si no eres productor de nada, ¿con qué dinero vas a comprar?.
España y otros muchos países tienen la industria hundida y la agricultura abandonada por falta de competittividad...
Yo, es que debo ser tonto porque... ¡Lo veo tan claro, que no puede ser cierto!. ¿Quién soy yo para dar luz al mundo?. Lo que no tengo tan claro es quien se beneficia de comprar a países emergentes al mismo tiempo que la industria y agricultura interior se destruye y abandona. Serán acaso... ¿los de siempre? Pues sí... ¿quién ha de ser si no?.
A este paso ¿quien tendrá toda la riqueza mundial dentro de 20 años? ¿Es que las autoridades no van a hacer nada para evitar tamaño desastre?.
Los tiempos feudales van a volver... ¡El rico más rico y el pobre más pobre!.
Yo es que veo venir a los 1.300 millones de chinos de vacaciones y a los 45 millones de españoles de camareros (camisa blanca, con pajarita y pantalones y chaleco negros) en miles de chiringuitos, nuevamente autorizados por toda la costa española.
Un país de servicios, criados al fin y al cabo de aquellos que hasta hace relativamente poco apenas podían disponer del arroz necesario para subsistir.
Los tiempos cambian, ¡pero no siempre para bien!.
Dicen que, en este mundo en el que nos ha tocado vivir, nada se muere solo se transforma.
¡Los últimos serán los primeros! -dijo Jesucristo, según las Escrituras.
RAFAEL FABREGAT
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