Vivir en este mundo de ambiciones desmedidas siempre fue peligroso. A pesar de tan malos antecedentes siempre pensé, pobre de mí, que con la mayor cultura de las gentes y los adelantos científicos y técnicos, actualmente a nuestra disposición, cada día viviríamos mejor pero ¡quía!, cada día que pasa el mundo vive más inmerso en las ambiciones históricas de siempre. Tantas guerras y millones de muertos en ellas, solo han servido para multiplicar tales obcecaciones. Antes las guerras eran a pecho descubierto, primero con piedras y garrotes, después con armas blancas y más tarde ya con armas de fuego cada día más sofisticadas y mortíferas.
Ya no hay campos de batalla y son las bombas teledirigidas (misiles) las que viajan a grandes distancias para asestar el mayor desastre posible al enemigo. Por si declarar la guerra entre países era demasiada información para el hipotético enemigo, en la actualidad el primer ataque se lanza sin aviso previo, convirtiendo la guerra declarada en traidora invasión. Es de suponer que detrás todos tendrán sus motivos pero demasiadas veces, no hay más que opiniones contrarias entre unos y otros. El caso es que quienes mandan en estas cuestiones nunca suelen estar en el campo de batalla y ni siquiera son ellos los que pulsan el botón de los misiles a disparar, quedando esa labor para los oficiales que con sus órdenes manejan. A lo sumo quienes dirigen toda esta destrucción tendrán frente a ellos los mapas detallados de sus incursiones en campo enemigo.
¿Acabará todo esto algún día o más bien se convertirá en la III Guerra Mundial, ahora nuclear, y nos iremos todos a criar malvas?. Por si todo esto fuera poco tenemos en pantalla colaboraciones tan preocupantes como la de Corea del Norte, China y diferentes países africanos o de Sudamérica, sin olvidarnos de EEUU y la OTAN, que también se suman a todos los líos del mundo mundial. Para todos los grandes,siempre fabricantes de armas, la guerra suele ser siempre un negocio y no hay que dejarlo pasar de largo. Está claro que más pronto que tarde el planeta quedará devastado por una guerra, esta vez nuclear, y nos iremos todos a hacer puñetas. Si esto ocurre, ellos perderán más que nosotros pues debemos suponer que más pierde el que más tiene y ellos son los que lo tienen todo: El dinero y el poder. Nosotros, al fin y al cabo, solo tenemos el trabajo mal remunerado y la vida que, más pronto que tarde, hemos de acabar perdiendo.
RAFAEL FABREGAT
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