Está claro que la infalibilidad de los Papas nada tiene que ver con la realidad y es una falacia de la Iglesia Católica para que la gente ignorante respete todas y cada una de sus decisiones.
Se entiende pues que (según ellos), siendo título otorgado por el Espíritu Santo, ser Santo es participar de la santidad de Dios y de la de Jesucristo.
Pero claro, la carne es débil y por intereses que no vamos a especificar, algunos Papas beatificaron a ciertos personajes cuya santidad era percibida desde un punto de vista muy particular y por lo tanto como simple afinidad de quien ostentaba el poder de calificar.
El Papa es un hombre de carne y hueso como todos nosotros, designado por sus cardenales (hombres también) como cabeza visible de la Iglesia y, se diga lo que se diga, un pecador más.
Al fin y al cabo el Vaticano es un país del mundo, con sus necesidades y sujeto por tanto a intereses de todo tipo.
Según la Historia, el papa Pablo VI fue uno de estos "fabricantes" de santos cuanto menos dudosos y cuya deriva ha obligado a instituir un nuevo proceso más árduo que estudie concienzudamente la posible santidad del supuesto personaje candidato a tal reconocimiento. El cerco se ha estrechado notablemente pero, aún así, los hombres se equivocan y los fallos seguirán existiendo. Los "milagros", tanto en vida como después de la muerte son imposibles de determinar y se prestan por tanto a todo tipo de conjeturas, motivo por el cual su intercesión directa para la solución de nuestros problemas sea más que dudosa. Otra cosa sería que pudieran hacerlo desde el punto de vista espiritual, pero los resultados no serían entonces visibles.
Como ejemplo veamos el caso del papa Juan Pablo I... Para la gente corriente resulta chocante que este papa muriera 33 días después de ocupar la silla de Pedro, tras anunciar los muchos intereses y anomalías del Banco Vaticano que él estaba dispuesto a investigar y corregir.
Se dijo oficialmente que había muerto de un infarto pero nadie podía creerlo pues gozaba de buena salud y falleció con una amplia sonrisa en la boca y no con la del dolor previo a un infarto.
Se habló y no poco de la posibilidad de que hubiera sido envenenado con valium y cianuro pero nada pudo probarse ante la negativa de la Curia a realizarle la autopsia que pueblo y autoridades demandaban.
Con esta actitud la creencia de que lo hubieran eliminado se acrecentó, pero nada podía probarse. Inmediatamente fue embalsamado, aunque sin extraerle sangre ni vísceras. Solamente inyectándole sustancias antipútridas.
En menos de una semana fue enterrado y a la misma velocidad supersónica, saltándose todo protocolo, ya está declarado Santo. ¿Alguien lo entiende...?
RAFAEL FABREGAT