Lamento informar que de los 30 países destacados en este tipo de turismo, España se queda en tierra de nadie. Un modesto 15º puesto, liderada la lista por Canadá y con Rusia a la cola del ranking.
Nuestro país es cabeza de lista (2º puesto mundial) en turismo de ocio, o sea, de sol y playa, pero también de monumentos históricos, naturaleza y fiesta. Sin embargo el turismo de salud nosotros, los autóctonos, preferimos hacerlo en países más especializados en cuerpo y alma a los apartados de implantes o cirugía estética. No quiere esto decir que en España se carezca de clínicas al efecto, pero son sensiblemente más caras que en otros países de nuestro entorno y muy especialmente en Estambul (Turquía), donde te atienden con todas las garantías, un 40% más barato y con desplazamiento y todos los gastos de estancia incluidos.
Como he dicho antes, en España no estamos especialiados en estos temas y, con más pena que gloria, atendemos la demanda de los viajeros del norte de Europa que vienen por "turismo médico", es decir: a corregir anomalías y a pedir atenciones quirúrgicas por medio de la Seguridad Social y por consiguiente sin apenas costes para ellos, pues se hacen cargo de la factura las compañías de seguros o la atención sanitaria de su país. Hay que decir que, claro está, esto conlleva unos gastos que naturalmente favorecen a hoteles y restaurantes españoles y que, para España, significa mayores beneficios que gastos. Bienvenidos pues.
Aquí, lo nuestro, son balnearios de aguas termales, pero solamente usados por clientes de la tercera edad que buscan el relax, beneficios cutáneos y poco más, bien es verdad que en estos últimos tiempos están también accediendo turistas de media edad.
Lo que sí está claro es que el turismo de Fe está ya muy desfasado y solamente quien no encuentra solución alguna para sus males suele acudir todavía a lugares tan peregrinos como Lourdes, Fátima y un largo etcétera.
RAFAEL FABREGAT
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