23 de abril de 2021

3062- MONASTERIO DE SANTA MARIA LA REAL, DE NÁJERA.

En este excepcional conjunto religioso se encuentra el Panteón de los reyes del Reino de Nájera-Pamplona, anterior al Reino de Navarra.
 Habiendo sido Nájera sede de varios reyes navarros, la relevancia de este monasterio fue en su momento muy elevada. 
Allí está enterrada la dinastía de los Jimena y de los Abarca, hasta los García-Ramírez de 1234. 
También están enterrados los personajes reales que no llegaron a ser reyes. Por ser la única que se conserva con su tapa original, románica del siglo XII, destaca la sepultura de Blanca Garcés, más conocida como Blanca de Navarra, hija del rey García-Navarra y reina consorte por matrimonio con Sancho III de Castilla.
El conjunto escultórico es muy posterior a la muerte de los cuerpos que alberga y es de estilo renacentista con aires platerescos del siglo XVI.

También de esa época es el claustro, con decenas de tumbas de personajes protectores de la Orden y ubicadas en las paredes y suelo del mismo.
La construcción de este monasterio se llevó a cabo durante el reinado de García-Sánchez III en el año 1044 y finalizado en 1052. El rey quiso enriquecer tan magna construcción situando entre sus paredes las reliquias de multitud de santos de la comarca. A tal efecto quiso que uno de los principales en ocupar dicho lugar fuera San Felices de Bilibio y de acuerdo con el obispo de Álava en 1052 el rey marchó con varios caballeros a realizar la exhumación. Embargado por la emoción, en el momento de levantar la losa que cubría los restos del Santo, se le torció la boca al obispo que había apoyado la exhumación y traslado, al tiempo que descargaba una fuerte tormenta. Entendiendo que el Cielo se oponía al traslado previsto marcharon sin llevarlo a cabo, pero el obispo mantuvo de por vida la deformación de su cara.

En Mayo de 1053 se intentó nuevamente trasladar los restos del Santo al monasterio de San Millán pero los bueyes se negaron a realizar el traslado. El rey García-Sánchez murió un año después en la batalla de Atapuerca sucediéndole Sancho IV que finalizaría las obras del monasterio y aprobaría nuevamente el traslado de San Felices.
Maestro de San Millán, Felices vivió como anacoreta hasta su fallecimiento el año 520 y fue enterrado en el propio monte hasta que en 1090 sus restos fueron trasladados a San Millán de Yuso por el abad Blas y 12 monjes, con el permiso del rey Alfonso VI de Castilla, que reinaba tras el asesinato de Sancho IV por sus hermanos.
Treinta años después del primer intento, el abad del Monasterio de San Millán, sabiendo que San Felices estaba enterrado en lugar tan escabroso y sin culto alguno, decidió trasladar las reliquias a su monasterio, con el permiso de Alfonso VI. El rey le respondió que por él no había problema alguno pero, conocedor de lo sucedido en 1052, le parecía iniciativa dificultosa el mover los huesos del Santo de su tumba original. Apostilló que si ocurriese algún mal suceso, no se le cargase a él culpa alguna por pretender dicho traslado y desligándose por tanto de dicha pretensión. Rota la bóveda del túmulo, quedó a la vista un pequeño ataúd al tiempo que una exquisita fragancia invadió el ambiente. Actualmente los restos de San Felices se guardan en una arqueta de plata sobredorada, adornada con piedras semipreciosas y marfil. Desde 1644, San Felices es el patrón de la ciudad de Haro.

Ante las necesidades de defensa de la época, los muros del Monasterio de Nájera son altos y con sus contrafuertes con función de bastiones, lo cual no fue obstáculo para que el claustro fuera llevado a cabo con un exquisito estilo gótico. La puerta que da acceso al mismo, llamada de Carlos I, es de estilo flamígero y muy ornamentada. De allí arranca la escalera que da acceso al piso superior y cubierta con una cúpula semiesférica con figuras de aves.
El primitivo templo fue consagrado en 1052 con advocación a la Virgen de la Cueva, encontrada en 1044 por el propio rey Don García durante una cacería y que, tras varios triunfos de conquista a los musulmanes, éste achacó a la Virgen encontrada. Aquella pequeña cueva fue integrada en la iglesia y utilizada en numerosas ocasiones para el entierro de diferentes nobles de la época. La Virgen es una escultura medieval de madera que sostiene al Niño en el brazo izquierdo, mientras con el derecho imparte su bendición. Se mantuvo en la cueva hasta la construcción del Retablo Mayor, pero la que podemos ver actualmente es otra que sustituyó a la original en 1845, realizada en el siglo XIII. Decir, eso sí, que si pasamos por la comarca, este monasterio merece sin duda nuestra visita.

RAFAEL FABREGAT

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