Estamos demasiado acostumbrados a pensar que todos los seres de la Naturaleza, dígase animales y plantas en general, son seres inanimados y sin inteligencia, pero no es así. No son como nosotros, claro está, pero tienen vida propia y hasta incluso una inteligencia que muchas veces ignoramos.
Todos aquellos que tengan una casa con cisterna y árboles cerca y en secano, se habrán dado cuenta de que, sea cual sea la ubicación de la casa y la distancia de esos árboles, más pronto que tarde las raíces de éstos habrán localizado la fuente de agua y, si pueden, meterán sus raíces en la misma. ¿Cómo han sabido las raíces crecer en la dirección correcta para poder llegar al agua?. Si esa cisterna está bien construida y perfectamente impermeabilizada, ¿cómo saben donde está?. A ese fenómeno se le llama hidrotropismo. A las plantas no les hacen falta ojos para saber donde está el agua.
Sucede lo mismo con los ecologistas, que defienden a una serie de animales pero no a todos. ¿No tiene acaso el mismo derecho a vivir su vida un simple pulgón, que un perro o un caballo de carreras?. A nuestro criterio no, porque al perro se le considera como parte de la familia y al caballo se le cuida tanto o más que a tus propios hijos. De la misma manera, yo mismo me veo incapaz de matar un conejo para comer o cenar, pero no me molesta en absoluto arrancar una lechuga para la ensalada. Igualmente cojo la motosierra y corto las ramas de un árbol, para que esté más bonito o para que dé más frutos al año siguiente, sin pensar que ese árbol es un ser vivo al que se le cortan parte de sus brazos. Si le falta lozanía, ¿por qué no le das más agua y abono, en lugar de cortarle ramas?.
Que no se queje no quiere decir que ese árbol no sufra cuando la motosierra corta una de sus ramas. Prueba de ello es que algunos, si los apuras mucho, mueren. En cuanto a los millones de seres vivos (pulgones, orugas, mariposas, mariquitas, etc. que perecen en cada uno de los días que pulverizamos nuestros árboles... ¿Qué pasa con ellos?. Sí, sí, ya sé que lo hacemos en defensa de nuestros intereses, que están unidos a la cosecha que peligra con su presencia en nuestros campos, pero son vidas con las que acabamos de un plumazo. Nos duele sobremanera perder la vida porque sabemos que no tenemos otra, pero no respetamos la de los demás y buscando nuestro propio interés acabamos con la de cualquier especie de plantas o animales, como si fuéramos dioses todopoderosos y dueños por tanto del medio en el que vivimos.
Actuamos de forma parecida con todos los miles de millones de animales que cazamos cada día en el medio marino... Somos incapaces (algunos) de matar a un animal para comérnoslo pero, como no se quejan, aguantamos estoicamente viendo como cualquier tipo de pescado o marisco muere lentamente, asfixiado, cuando lo sacamos del agua. No es nada envidiable morir asfixiado, pero nadie sufre lo más mínimo viendo como cualquier pescado aletea agonizante cuando lo sacamos del mar. Si hubiera una inteligencia superior a la nuestra y fuéramos parte de su alimentación, ¿qué pensaríamos al respecto?. Porque una cosa es arrancar un fruta madura del árbol que la produce, pero otra cosa muy diferente es cortarle una rama para que esa fruta sea más gorda.
Volviendo pues a la Naturaleza vegetal que convive a nuestro alrededor, desde mi punto de vista las plantas no solo son seres vivos sino que, además, disponen de una "inteligencia" que los hace disfrutar o enfadarse con nuestra actuación para con ellos. Al igual que ocurre con personas y animales, las plantas tienen neuronas que se comunican entre ellas con señales químicas y toman decisiones, unas veces altruistas y otras manipuladoras. Cuando una planta, recientemente regada y/o abonada, embellece sus hojas o aumenta la calidad y presencia de sus flores o frutos, no es porque sí, sino para hacerte saber que esos cuidados son los que la hacen sentir mejor y quiere "pagarte" con ello. Te "informa" para que sepas lo que a ella le gusta o le disgusta. Que no atengas sus demandas ya es cosa tuya... Pero te lo hará saber poniéndose lozana o mustia e incluso tirando las hojas.
A falta de movimiento, se centran también en provocar cambios en su entorno o en ellas mismas, para que sepas que algo les falta. También son capaces de producir moléculas (e incluso pinchos) para alejar a sus enemigos o, por el contrario, generar sustancias para atraer animales que fecunden sus flores y perpetúen su presencia en el planeta. El 99,6% de los seres vivos del planeta son foresta (árboles y plantas). Las hay tóxicas y hasta alucinógenas, pero también sanadoras. A pesar de que solo buscamos nuestro propio interés, ellas saben que muchas veces los humanos somos importantes para su bienestar y supervivencia. Sobran pruebas para poder asegurar que las plantas son seres inteligentes, lo que ocurre es que no pueden hablar, ni quejarse, cuando actuamos contra ellas...
RAFAEL FABREGAT
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