La vida en sí misma es un milagro que solo Dios, o una evolución de millones de años, ha podido permitir. Me vais a perdonar, pero es que yo, lo de los milagros... Es como lo de creer en la santidad de nadie. Desde siempre ha habido gente buena, poquísima, pero la ha habido. Sin embargo, solo el 1x1000 de esa gente buena ha subido a los altares. Más me van a odiar algunos cuando diga que los 999 restantes "santos" que abarrotan nuestros altares fue gente 'flojita', la mayoría gente mala de solemnidad, de los que no voy a hablar en el día de hoy. Lo dejaremos en que de santos, nada de nada, pero sí protectores de la Iglesia y de sus doctrinas, para beneficio propio y dominio de las voluntades ajenas.
Hoy la cosa no va de santos, sino de milagros, cosa para nada diferente puesto que justamente 'los santos' son los que solían obrar esos falsos 'milagros' de los que habla la Iglesia. ¡Ay Señor, si estás en el Cielo, baja y dales cuatro guantazos a todos estos gamberros que dominan las voluntades del mundo aprovechándose de Tu bondad y de Tu nombre, que predican en vano día tras día!. Milagros... ¡Qué desfachatez, qué vergüenza que en pleno siglo XXI todavía se atrevan a reírse de la gente, como si fuéramos tontos...! Milagro, el más grande de todos, es que después de más de 2000 años todavía haya gente que crea en aquellos que predican una cosa y hacen la contraria.
Los milagros han perdido vigencia... Ya no es milagro que la luna eclipse al sol, que tras el invierno llegue la primavera y el verano. Tampoco es milagro que el hierro, en forma de barco o avión, flote en el agua o vuele sobre el cielo, llegando hasta los confines del Universo. Milagro es no tener explicación para hechos que sin duda la tienen, milagro es sinónimo de ignorancia. Eso son los milagros: cosas raras que justamente los servidores de la Iglesia, hacían para engañar a la gente humilde, ajena a la maldad y a la mentira. Hoy, en pleno siglo XXI, no es que ya lo sepamos todo, pero casi. El 99% de los milagros presentados o apoyados por la Iglesia, han sido desmentidos y probada su arbitraria mentira.
Los que presentaban la mentira como milagro, no lo hacían con ignorancia sino que sabían perfectamente lo que estaban haciendo. Como se ha dicho antes, el verdadero milagro no es que consiguieran engañar a la gente sencilla e ignorante de tiempos pasados, sino que mantuvieran la mentira durante tanto tiempo. Aunque tontos seguirán habiendo siempre, aquellos tiempos ya terminaron y, a partir de ahora, ya no se creerá por miedo a represalias, sino por propia voluntad de creer. Yo de los que creen no digo nada, allá ellos. De esos no siento lástima, sino envidia. ¿Qué más quisiera yo que creer?. Seguir las enseñanzas "divinas" me garantizaría la tranquilidad psicológica, que no es poco.
Lo de los "milagros" no es arma exclusiva de la religión católica, no. Todas las religiones (induismo, islám, budismo, judaísmo, etc.) los incluyen en sus enseñanzas, como forma de premio o castigo a quienes caminan por el sendero que presentan como forma válida de llegar a la santidad y con ella a Dios, al Cielo, al Nirvana, o como cada una de ellas quiera llamar a la liberación del sufrimiento terrenal. Todas las religiones hablan del milagro como hecho sobrenatural, señal divina con la que Dios nos manifiesta su amor y nos indica el camino de la santidad. Curiosamente todos estos "caminos" están estrechamente relacionados con el interés, más terrenal que celestial, de sus promotores.
Para el ignorante cualquier logro es todo un milagro, puesto que él se ve incapaz de obrar prodigio ni siquiera parecido, pero todo eso ha cambiado. Como ya he explicado varias veces, hasta apenas unas décadas atrás, cualquier maestro de escuela era poco menos que un Dios al que se trataba de Don. En la actualidad el más ignorante de los estudiantes es ingeniero y todos lo llaman por su nombre de pila, puesto que es uno más entre el montón de universitarios, con una o varias diplomaturas en su haber. Creo yo que el tiempo de los milagros ha pasado, está ya obsoleto y en completo desuso. Solo en los países más atrasados puede quedar mercado para la religión y "sus milagros". Con la tecnología que nos rodea, lo verdaderamente milagroso es estar vivos.
RAFAEL FABREGAT
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