Tenían mucho prestigio, pero les faltaba poder. Hacer exhibición de un patrimonio superior al resto de la comunidad era para aquellas gentes la única forma de establecer la jerarquía, pero eso era difícil en un mundo que apenas tenía intercambio comercial. Cuando este flujo de mercancías se incrementó, gracias al Nilo, surgieron los conflictos entre comunidades por la competencia entre sus distintos jefes. Esos conflictos, surgidos entre los años 3500-3200 a.C., desembocaron en una clara guerra entre comunidades y la creación de un solo grupo dominante. Había nacido el Estado, aunque repartido en dos ubicaciones distintas: el Alto y el Bajo Egipto. Con ellos la figura de sus primeros reyes o faraones, con un poder equiparable a un Dios sobre la Tierra. En torno a él giraban los sacerdotes y los más altos dignatarios del Estado.
Subordinados a sacerdotes y dignatarios había todo un mundo de asistentes, del que sobresalían los artesanos y los escribas; los que producían los bienes necesarios y los que elaboraban los registros y textos conmemorativos. Los campesinos seguían viviendo en aquellas mismas aldeas de antaño, hechas de barro y paja, pero sujetos ahora al pago de tributos a la élite, tanto en especies como en mano de obra para la construcción de grandes obras de tipo estatal. Al trabajo agrícola diario con el que alimentar a sus familias, el campesinado tenía asignados varios días al año como jornadas de obligado apoyo a la comunidad. En esas jornadas podían ser destinados tanto al mantenimiento de caminos como al de construcción de tumbas reales, palacios, templos a los diferentes dioses, etc.
MENFIS. Primera capital de Egipto. |
Debido a la relativa proximidad con Oriente Medio nace en esta época la metalurgia en el Delta y con ella las primeras armas y herramientas de cobre fundido. En el Alto Egipto la capital se establece en Hieracómpolis, mientras que en el Bajo Egipto el núcleo principal era Buto, mientras Heliópolis era su poderosa ciudad santa. Se estima que la unificación de Egipto devino al imponerse los reyes de Hieracómpolis a los de Buto. El historiador egipcio Manetón (s. III a.C.) nos cuenta que un rey llamado Narmer (Menes) fue el primer faraón del Alto Egipto, fundador por tanto de la Dinastía I y el que unió ambos reinos alrededor del año 3150 a.C. La obra de Manetón se perdió pero afortunadamente su contenido fue comentado y transmitido por Flavio Josefo, Eusebio de Cesárea y Julio el Africano.
El triunfo de esta histórica unificación quedó registrada alegóricamente en la llamada 'Paleta de Narmer'.
Según Herodoto, además de ordenar la construcción de un dique que desviara el Nilo, desecando las zonas pantanosas de Menfis, el faraón erigió un grandioso templo a Vulcano.
El nombre del faraón Narmer (Menes) ha sido encontrado en diferentes objetos y lugares en el Alto y Bajo Egipto.
El faraón Narmer reinó algo más de 60 años, muriendo aplastado por un hipopótamo. Le sucedió su hijo Hor-Aha de treinta años de edad que gobernó Egipto hasta los sesenta años. Así, poco a poco, se escribió la Historia de la más famosa de las civilizaciones antiguas.
RAFAEL FABREGAT
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