Italiana de nacimiento, pero de origen valenciano, Lucrecia Borgia era hija del papa Alejandro VI (Rodrigo Borgia) oriundo de la ciudad española de Játiva (Valencia) y de Vannozza Cattanei, la principal de sus decenas de amantes. Nueve hijos tuvo el papa: tres de madre desconocida, cuatro con Vannozza Cattanei y otros dos con Julia Farnesio.
Así estaba de promiscua la Silla de Pedro en aquellos años del Señor en los que la propia Iglesia era el mayor de los prostíbulos, pero su partener no le andaba a la zaga y al parecer, antes de acostarse con Alejandro VI, la tal Vannozza ya había hecho lo propio con el que sería después papa Julio II.
No perdía el tiempo, no. Con Alejandro VI tuvo cuatro hijos, creando la famosa 'Casa de los Borgia'.
El segundo de esos hijos fue nuestra protagonista, Lucrecia Borgia, que aprendió todo cuanto les vio hacer a su padre y a su madre, superándolos en todos los frentes de la mano de su hermano César Borgia que por lo visto era el peor de la saga. Se dice que Lucrecia participó en todos los crímenes de su padre y hermano, que también fueron sus amantes y de los que quedó embarazada.
Sin embargo, después de todo lo leído, mucho me temo que no era tan lista ni tan perversa como ellos. Siempre con la ambición política en mente, padre y hermano le concertaron varios casamientos con notables de la época. Con 14 años de edad Lucrecia se casó con el señor de Pésaro (Giovanni Sforza) pero poco tiempo después su Santidad anuló el matrimonio de su hija alegando que era impotente y su amante y hermano César Borgia lo expulsó de Roma a perpetuidad. Recluida en un convento, a los 17 años tuvo un niño al que llamaron 'el infante romano'. En 1501 el papa Alejandro VI emitió dos bulas. En la primera hizo constar que el niño era de su hijo César, hermano de Lucrecia, pero en una segunda bula lo reconoció como propio.
Pasados esos trámites, padre y hermano le buscaron a 'la niña' una nueva distracción que fue la boda con el príncipe de Salerno (Alfonso de Aragón), hijo ilegítimo de Alfonso II de Nápoles y de su amante Troggia Gazela. Sin embargo, en aquellos tiempos la vida aristocrática era una montaña rusa en potencia y los poderes se ganaban y perdían con facilidad. Alfonso de Aragón embarazó a Lucrecia de inmediato pero perdieron el bebé. A las pocas semanas la embarazó de nuevo, naciendo el pequeño Rodrigo de Aragón, pero antes de cumplir sus dos años de casado el marido de Lucrecia no parecía cumplir las expectativas que suegro y cuñado tenían sobre él y una noche, en plena plaza de San Pedro, sufrió el ataque de cinco hombres de los que consiguió zafarse malherido.
Intuyendo que el ataque ha sido organizado por su cuñado César Borgia, Alfonso le dispara una flecha a través de su ventana y éste, que logra esquivarla, le manda a su guardia para que lo mate. Esa es una de las versiones. Hay muchas más, pero todas acaban con la vida de Alfonso de Aragón.
Al año de enviudar por segunda vez, recién cumplidos los 21 años y sin otra experiencia más que el sexo y la maternidad, Lucrecia es nombrada administradora de la Iglesia y del Vaticano, lo que conlleva no pocas críticas. Su fama no puede ser peor cuando se disponen a casarla nuevamente, esta vez con Alfonso I de Este, duque de Ferrara. El matrimonio se celebró en 1502 y tuvieron ocho hijos, de los que solo cuatro llegaron a la edad adulta.
Lucrecia Borgia murió en 1519 de una infección generalizada, tras el parto de su octavo hijo con el duque de Vergara. Tenía 39 años de edad. Como todos los Baorgia mantuvo en el seno familiar el uso de la lengua valenciana, como antes hicieran su tío-abuelo el papa Calixto III y su padre el papa Alejandro VI, ambos nacidos en esa provincia española. El duque Alfonso I de Este vivió quince años más y aunque se casó con una de sus amantes (Laura Dianti) para legitimar a los dos hijos que tuvo con ella, pidió ser enterrado con Lucrecia Borgia, en el convento Corpus Domini de Ferrara. Una lápida humilde, tras el altar mayor, discreta, ajena a los afanes de sus vidas...
RAFAEL FABREGAT
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