En tiempos de la II República Española buscar mierda de mulo era todo un oficio. En nuestro pueblo hubo un señor llamado Paco, 'Pancho' para los amigos, que se dedicaba a este oficio y acabó siendo millonario, uno de los más ricos del pueblo, si no el que más. Acabó viviendo en Valencia y en verano venía de vacaciones con su familia a la "villa" que tenía en su pueblo natal, en automóvil "Mercedes" conducido por chófer con gorra de plato.
Nuestros padres nos contaban parte de la historia de este señor y, a pesar de las limitaciones que se sufrían en las casas de los pobres, los niños escuchábamos lo que nos parecían cuentos sin fundamento. ¿Buscar mierda para comer y además hacerse millonario?. Pues sí amigos, sí. Como es lógico, la mierda no era para comerla directamente, pero sí para sacar dinero de ella.
En cuanto a lo de hacerse millonario, no fue por la venta de la mucha mierda recogida sino por otros negocios adicionales que el hombre acabó desarrollando años después. El señor Moreno, que así se apellidaba, empezó buscando mierda como también ahora hay otros que se dedican a ello. Claro que en este momento es otra clase de mierda la que se busca, puesto que ya no hay mulos por calles y caminos. Otro tipo de mierda sí, más lustrosa y abundante de la que ningún culo está exento, aunque a los sabuesos les parezca tenerlo limpio. Buscarla es en realidad un oficio bien pagado, porque 'los comerciantes de mierda' son gente que no gusta de ensuciarse las manos y contratan a otros para que hagan el trabajo sucio.
Las cosas no han cambiado tanto y en pleno siglo XXI, cuando ya se escuchan fuertes consignas que reclaman una nueva República, hay gente que se dedica a buscar la mierda de los demás, para justificar el sueldo que cobran a final de mes. Si lo hacen bien, además del sueldo, les dan un sillón en Madrid. Ocupar uno de esos sillones no es fácil ni gratuito. No crean, tiene su mérito. La carrera es larga y no siempre se encuentra el premio a tanto esfuerzo. Hay que empezar de joven y ser un sabueso destacado para encontrar la mierda allí donde está, e incluso donde no está. Trabajador constante, sin abandonar nunca el rastro de la presa que se persigue. Después llega el premio, mandarte lejos para que no veas el auténtico chollo que hay detrás de tu sucio trabajo.
Porque para llegar ahí y a pesar de llamarse progresistas, han tenido que meterse en todos los berengenales habidos y por haber, arrasando caminos, carreteras, aeropuertos, urbanizaciones y naturalmente a toda la gente que apuesta por el progreso. La mala y la buena, que también la hay. Después dicen que para sacar dinero, hay que ser listo y tener un trabajo muy exclusivo. ¡Qué va, qué va!. Son muchos los buscadores y nada hay tan abundante y visible como la mierda en el culo de los demás, porque la paja en ojo ajeno se ve mucho mejor que la viga en el propio. No hace muchos días mostré en este mismo blog la "Ley Campoamor", una ley que reseño nuevamente pues va muy a juego con el tema de esta entrada:
En este mundo traidor,
nada es verdad ni mentira.
Todo es según el color
del cristal con que se mira.
Quienes tienen el asqueroso oficio de sabueso como forma de subsistencia, saben perfectamente que buscar mierda es la forma más fácil de medrar. El premio, si llega, es ocupar un lugar donde se hace mucho ruido pero nadie te escucha. Económicamente el sueldo vale la pena pues, además de ser bueno, se añaden extras de lo más variopintos que pagamos todos los españoles. Valga como ejemplo el Senado. Institución innecesaria que gasta 53 millones anuales, entre sueldos y traductores. Sí, sí, han leído bien, ¡traductores!. Más de 300.000 € en este concepto, porque los senadores autonómicos solo quieren hablar en su lengua vernácula. ¡Ay amigos!. Si no hubiera distinciones cualquiera podría buscar mierda, pero clasificarla según sea quien defeque, ¡no saben hacerlo todos!.
RAFAEL FABREGAT
NOTA DEL AUTOR.- Todavía no he volado desde el aeropuerto de Vilanova d'Alcolea. Es más, ni siquiera he visto las instalaciones por dentro mientras que, quienes lo han denostado hasta la saciedad, han estado varias veces e incluso los hay que vuelan de manera más o menos asídua. Me parece maravilloso, para eso está. Si esas políticas de descentralización se hubieran aplicado siempre, a la juventud no le sería necesario ir a vivir a las grandes ciudades. La gente de provincias también paga sus impuestos y exige un medio rural con los servicios que merece. Todo lo demás, política barriobajera de la que solo viven 'los sabuesos'.
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