Decía el ilustre poeta Ramón de Campoamor que... "Ser esclavo de quien se ama, es tener por prisión al Paraíso". Bonita la frase, sí señor y totalmente cierta.
Desde luego vivir sin amor debe ser algo muy triste. No lo sé. Me enamoré muy joven y me casé con aquella chica que compartía todas mis inquietudes y ocupaba todos mis pensamientos. ¡Qué suerte la mía!. Recordaré siempre a quienes me lo repitieron a lo largo de mi vida. Parece ser que no siempre es fácil casarte con la persona amada...
El amor no evita algunos episodios de morros y malas caras, pero los miles de momentos felices compensan sobradamente.
La vida es así. No hay dos personas iguales y en algunas ocasiones, aunque se trate del amor de nuestra vida,
chocamos. Pero esa persona especial sigue siéndolo todo para nosotros.
Después se recapacita y te das cuenta que son enfados injustificados, que no hay para tanto... Y las aguas vuelven a su cauce, al de la comprensión y la tolerancia, al de la 'prisión paradisíaca' de la que nos habla Campoamor.
Es en ese momento cuando, a pesar de tener criterios diferentes se cede a la voluntad del otro, se pone en práctica la frase de Campoamor: "...prisionero del paraíso", lo cual es sin duda una buena manera de estar preso.
Siempre oí decir que "merece la pena enfadarte algún ratito con la persona amada, por el premio que hacer las paces trae consigo..."
Tras un día de morros el amor es todavía más grande y maravilloso.
Para aquellos que tengan dudas al respecto, el propio Campoamor tenía otra de sus frases célebres: "...nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira".
Porque nuestro poeta era también filósofo y humorista. Tanto que añadía... "Todo en el amor es triste, más, triste y todo, es lo mejor que existe".
Campoamor viene a decirnos que no hay ninguna verdad que sea del todo cierta, todo es subjetivo, arbitrario, relativo y traidor por tanto a la verdad y a la justicia. Estas cosas, como la caída de la manzana de Newton, las sabemos todos pero hace falta decirlas.
En España y muy especialmente en el mundo de la política, se recuerda permanentemente a este poeta con la llamada "Ley Campoamor". Es cuando se hace una interpretación interesada y no coincidente con la opinión general y comúnmente aceptada.
En la foto adjunta tenemos la escultura de Ramón Campoamor, situada en el Parque del Retiro (Madrid). Realizada en mármol y bronce por Lorenzo Coullaut-Valera, fue inaugurada en 1914 y es una alegoría al poeta con tres figuras femeninas que representan las tres etapas de la vida: la juventud, la madurez y la senectud, pero siempre vista desde el prisma del amor.
RAFAEL FABREGAT
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