Ya sé que de temas políticos no queréis saber nada, pero es actualidad. En cuanto a las series de TV, me gustan todas pero nunca me gustó estar atado a nada y menos aún a una programación televisiva. Tiro al monte, como las cabras. Bocado aquí y allá, según el estado de ánimo de cada día. Sin duda, por lo que he oído contar, la que se avecina es una serie muy agradable de ver, comedia en la que relajarse del bombardeo diario sobre las horas negras por las que pasa la política española. Pero, claro, ¿cómo puede uno escapar de la que se avecina?. Porque, claro, uno ya no sabe si es mejor lo conocido o lo que hay por conocer. No lo sé, no lo sabe nadie pero, aunque lo conocido no sea el paraíso, no nuevo no sabemos si sería mejor y factible.
Lo que pasa en España, una vez más hazmerreír de Europa y del mundo, clama al Cielo pero así somos los españoles. Gente vehemente, muy visceral y bastante pícara en las cosas de la política y en todo lo demás. Coloquialmente en Europa nos llaman veletas, chapuceros, gente en la que no se puede confiar y es por ello que siempre se ha dicho que Europa empezaba en los Pirineos. De ahí hacia abajo, todo moros -dicen los de allá. Yo no creo que sea para tanto, pero algo hay. Desde luego la cordillera pirenaica existe, yo la he recorrido desde Gerona hasta Guipúzcoa y efectivamente la gente del otro lado no es como la de aquí, lo cual no quiere decir que sea mejor. En todas partes cuecen habas y tener la sartén por el mango a todos gusta.
Tan acostumbrados estamos a ser cabeza de turco que la mayoría piensan que mejor malo conocido que bueno por conocer. No sabemos hasta qué punto es buena la frase, pero así piensa una buena parte del personal. Lo que hemos tenido hasta ahora no es que fuera la panacea, puesto que ha habido pocas de cal y muchas de arena pero la que se avecina, en el caso de cambio, es una incógnita difícil de valorar. Mucho me temo que podamos perder con el cambio, que ya sería grave la cosa... Lo que está claro es que los españoles, como todo el mundo, quieren vivir lo mejor posible y sin sobresaltos. La inmensa mayoría quiere trabajar, en condiciones seguras y una retribución que nos permita vivir dignamente.
¿Pueden los partidos emergentes garantizar esto?. Pues no creo. Ni entrantes ni salientes pueden garantizarnos trabajo seguro y bien pagado. Todo lo contrario. En una economía global quien se lleva el gato al agua es el mejor producto al menor coste. ¿Cómo se consigue esto?. Pues trabajando mucho y ganando poco. Es triste, pero así están las cosas. De todas formas no sé por qué nos extrañamos si esto siempre fue así. Buscar la mejor calidad, al mejor precio posible, es el trabajo diario de todos nosotros. No es algo nuevo. Y si las medidas sociales, de las que tanto se habla y promete, es proteger a quien trabaja poco y mal, no hay nada que hacer. Lo siento, pero es lo que hay. En todo caso, habrá que premiar a quien trabaja mucho y bien.
Lo de trabajar por un puñado de arroz, solo pasaba en los países asiáticos. Esa gente, más que nosotros, es la que de verdad necesitaba ponerse al día. A esa gente, tan acostumbrada a sufrir, no le importaba hacer horas para llevar a su casa pan para todos y mientras allí y en todos los países del mundo no se exijan mayores derechos, el trabajador occidental tendrá serios problemas. Contra eso no se puede competir. Los tiempos han cambiado. Ha llegado la globalización y con ella el tener al alcance de tu mano cualquier fruta u hortaliza independientemente de la estación del año. Con el resto de mercancías pasa lo mismo, ya no hay nada lejos, todo está cerca si tienes dinero para pagarlo y, salvo meterse en la delincuencia, el trabajo es el único medio de conseguirlo.
La que se avecina, no es solamente una divertida serie de televisión. La que se avecina es algo bueno para los grandes, no importa cual sea su profesión.
Tanto da que sean empresarios, comerciantes, o economistas. Importa que sean buenos estudiantes y por lo tanto gente bien preparada, de la misma manera que otros puedan ser albañiles, fontaneros o electricistas. Para los que no habrá vida es para los mediocres.
No es necesario montar una gran industria o una ambiciosa empresa de importación-exportación. Bastará ser bueno, cada uno en lo suyo y en el puesto de trabajo que se ocupe.
Lo que sí está claro es que con la que se avecina no habrá cabida para los holgazanes. Esas son las metas de la globalización. Sus inventores lo llaman justicia profesional pero, lo que ellos persiguen en realidad, es comprar bueno y barato.
RAFAEL FABREGAT
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