Aunque parezca mentira, hace menos de un siglo todavía existía este oficio en muchas ciudades del mundo y en la mayor parte de los pueblos. Como sea que los funcionarios de la calle eran oficios muy mal pagados, en Navidad repartían felicitaciones y pedían la voluntad a los vecinos de su zona de trabajo.
La bombilla eléctrica, aunque hubo otros inventores que le precedieron en la idea, la inventó y la hizo comercializable Thomas Alva Edison. El 21 de Octubre de 1878 su lámpara daba poca luz pero duró encendida más de 40 horas, algo que no había conseguido nadie hasta entonces. Dos años después la mejoró hasta conseguir que diera luz suficiente y más de 1000 horas de duración, lo que logró al hacer el vacío en la ampolla de vidrio que contenía los filamentos.
El invento fue patentado el 27 de Enero de 1880 y los primeros clientes fueron los Ayuntamientos del mundo. El mejor antídoto para unas calles seguras era una buena iluminación. Las fuerzas políticas entendieron que la iluminación pública traería la seguridad a las calles y que por lo tanto no repararon en gastos.
Como curiosidad, cabe decir que el 1 de Septiembre de 2009 fue prohibida la fabricación y en 2012 retiradas las bombillas que pudieran quedar a la venta. Lo que se consideró el mayor invento de la humanidad, ya estaba obsoleto. Resulta que la bombilla fue inventada para que diera luz y ahora, poco más de un siglo después, se han dado cuenta que el invento no cumple su cometido. Solo el 15% de la energía eléctrica que consumen las bombillas incandescentes se transforma en luz, el restante 85% irradia calor y ¡claro! no es eso lo que se pretende de una bombilla. Eso al menos es lo que nos cuentan los políticos, aunque es posible que haya otros intereses de por medio. La cuestión es que actualmente se emplea el fluorescente y el Led.
Pero, vamos al grano -dijo el dermatólogo.
A pesar del invento de la electricidad como forma de iluminación, los antiguos faroleros siguieron trabajando en su oficio durante muchísimos años más. En Austria, incluso hubo un farolero que se convirtió a la nobleza. No tenemos muchos datos al respecto pero el abuelo de un tal Bartolomé Von Jöcher, fue nombrado farolero honorario con el título de barón. Le siguió en el oficio uno de sus hijos y también el hijo de éste. Generación tras generación recibían incluso una pequeña pensión, independientemente de que ejercieran o no el oficio de farolero. Sobre la puerta de la casa familiar, lucían su título y escudo de armas (una lámpara de aceite y una mano con una vara) en una pequeña plancha de hierro asegurada a la pared con dos grandes clavos.
La primera iluminación de las calles de pueblos y ciudades fue mediante lámparas de aceite y mecha. Ante la falta de alumbrado público, en la Francia de 1524 los vecinos estaban obligados a colocar una luz en la puerta de sus casas y no fue hasta 1558 cuando se colocaron faroles públicos en las esquinas de las calles. En 1662 se organizó el primer cuerpo de vigilancia nocturna, encargado de encender y apagar este alumbrado público. En 1807 fue inventado el empleo de faroles de gas, que se extendió rápidamente por las principales ciudades del mundo. La localidad de Haro (La Rioja) fue la primera localidad española que, con ocasión de la visita del rey Alfonso XII a la villa, instaló en 1881 el sistema eléctrico en la iluminación pública.
Los faroleros eran empleados municipales encargados de encender las farolas cada noche, así como del perfecto mantenimiento de las mismas. En los pueblos pequeños se trataba una sola persona pero, en los más grandes y en las ciudades, cada farolero tenía asignado un sector con determinadas calles y farolas.
Al amanecer, este empleado se encargaba de cambiar las mechas y llenar el depósito de aceite para la noche siguiente, asegurándose de la correcta limpieza de las farolas en general y muy especialmente de los cristales de la misma, a fin de conseguir la máxima luz posible.
La mayor parte de estos empleados municipales se encargaban también del oficio de sereno por lo que, para su seguridad, los faroleros llevaban también un chuzo (especie de lanceta), una linterna y un pito.
RAFAEL FABREGAT
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