Según quejas del gobierno británico, promotor de piratas y corsarios, desde 1731 a 1813 los guardacostas españoles les habían confiscado más de 180 mercantes. Pocos me parecen, deberían haber sido más... Uno de esos barcos fue el capitaneado por el escocés Robert Jenkins. En 1732 el pirata Jenkins "trabajaba" frente a las costas de Florida cuando fue interceptado por el guardacostas español "La Isabela" capitaneado por D. Juan de León Fandiño que atacó con valentía y finalmente apresó al inglés.
Jenkins fue atado al palo mayor con la intención de colgarle, pero Juan de León decidió más tarde ponerlo en libertad tras amputarle una oreja. Con ella en la mano D. Juan le dijo: "Ve y dile a tu rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve". En 1738 Robert Jenkins compareció en la Cámara de los Comunes,
con un frasco que contenía su rebanada oreja y denunciando lo ocurrido, a consecuencia de lo cual el primer ministro Walpole declaró la guerra a España al año siguiente por ofensa que esto representaba para la Corona británica. El conflicto, de nueve años de duración (1739-1748) enfrentó encarnizadamente a españoles e ingleses, principalmente en el mar del Caribe. No por la oreja de un simple capitán de navío, ni por la supuesta ofensa, sino por los intereses que estaban en juego. El primer ataque inglés fue en La Guajira...
Viendo el capitán Waterhouse varios buques de pequeño tamaño en el puerto de La Guajira, ordenó a sus barcos arriar su bandera británica y enarbolar otras españolas para engañar al enemigo, acceder al puerto y una vez dentro tomar las naves enemigas y asaltar el fuerte. Así lo hicieron el 22 de Octubre de 1739 pero, percatándose los españoles del engaño, una vez que estuvieron a tiro, la artillería española abrió fuego de forma simultánea. Después de tres horas de intenso cañoneo, Waterhouse hubo de ordenar la retirada de sus maltrechos barcos que tuvieron que recalar en Jamaica para su urgente reparación. Entre las muchas batallas navales acaecidas aquellos años, una de las fundamentales fue la de Cartagenas de Indias. Para contrarrestar la superioridad británica, los servicios de inteligencia españoles consiguieron infiltrar espías en la Corte londinense y cuando los británicos decidieron tomar Cartagena el 13 de Marzo de 1741, los españoles estaban sobre aviso y a la espera.
La flota británica estaba compuesta por 186 naves y 27.000 hombres, mientras las fuerzas españolas eran tan solo 3.500 hombres y seis navíos de línea. El almirante inglés Edward Vernon, con la excusa de entregar una carta al general Blas de Lezo mandó a su teniente Percival a bordo del buque Fraternity para estudiar las defensas enemigas. Sin reacción alguna de los españoles, Percival ordenó abrir fuego para provocar una respuesta que le permitiese valorar la capacidad defensiva de los españoles pero, conocedores de las motivaciones del inglés, los hombres de Blas de Lezo no respondieron al fuego y el Fraternity regresó al lugar donde fondeaba la flota pensando que sería fácil derrotar a los españoles. Al día siguiente un desembarco de 400 marineros ingleses fue rechazado sin mayor problema y los británicos iniciaron entonces un bombardeo a la ciudad de 3 días de duración.
Destruida parte de la Catedral y varios edificios públicos y religiosos, Vernon dio por exitosa la operación y ordenó la retirada de su flota, dejando dos navíos en las proximidades con la orden de interceptar cualquier nave española que se acercase.
Dos meses después el almirante Vernon regresó decidido a tomar la plaza. Para ello venía en esta ocasión con 13 buques de guerra y una bombarda pero, para su sorpresa, Blas de Lezo decidió esta vez desplegar sus seis barcos de línea, de tal forma que cañonearles precisaba de tiros largos y cortos que dificultaban el disparo de la artillería. Vernon disparó una andanada sobre la ciudad y tras unos 300 cañonazos sin respuesta española ordenó la retirada de sus buques. El almirante británico sostuvo más tarde que había sido un simple ataque de tanteo pero, en realidad, lo que hizo fue poner sobre aviso a los españoles. Cuando dos semanas después los británicos atacaron de nuevo, las cosas ya fueron para ellos bien diferentes. No intuyó Vernon peligro alguno y, pensando que era una cuestión de tiempo, despachó correo a Inglaterra dando noticia de la victoria.
El 13 de Marzo de 1741 la gran flota británica se aproximó a Cartagena de Indias. Sus cañones silenciaron rápidamente las baterías de los fuertes de San Felipe, Chamba y Santiago. La fortaleza de San Luis de Bocachica, defendida por tan solo 500 hombres, fue cañoneada incesantemente durante 16 días. Finalmente los supervivientes hubieron de replegarse no sin antes hundir cuatro de sus barcos para obstaculizar la navegación por el canal. Refugiados en la fortaleza de Bocagrande, a la entrada de la bahía, los españoles hundieron los otros dos barcos que les quedaban. Tal como pensaba Blas de Lezo estos hundimientos sirvieron de poco. El almirante Vernon entró triunfante en la bahía mientras los últimos 600 españoles, con Blas de Lezo y Carlos Desnaux al frente, se guarnecieron en la fortaleza de San Felipe, su última baza. Vernon ordenó entonces un incesante cañoneo por mar y tierra al castillo de San Felipe.
Puerto de Cartagena (Colombia) en la actualidad. |
RAFAEL FABREGAT
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